Con este simple hábito dejé de posponer mis tareas para ser más productiva cada día. Cambió mi vida en siete días

La procrastinación o posponer nuestras tareas y dejarlas para "después" -o peor aún, para última hora- es una de esas cosas que a muchas personas nos sucede de vez en cuando. El problema, es que caer en ello puede afectar más de lo que pensamos.

Cuando postergamos tareas importantes y dejamos para mañana lo que podríamos hacer hoy, podemos quedar atrapados en una situación que no solo afecta nuestra productividad, sino también puede salpicar nuestras relaciones y vida personal.

Afortunadamente, la solución es mucho más sencilla. Te comparto el hábito que comencé a implementar para vencer la procrastinación y con el que logré aumentar mi productividad en solo siete días.

El primer paso: planificar

Una de las principales razones por las que muchos dejamos las cosas para después es la falta de planificación. Cuando no nos sentamos a revisar y hacer planes de lo que debemos hacer, es fácil perdernos entre todo lo que tenemos por hacer: no identificamos lo que es importante y probablemente subestimamos el tiempo que tenemos para realizarlo.

Así que lo primero que debemos hacer es planificar. La manera más sencilla es haciendo una lista de las cosas que debemos hacer, y la fecha estimada en la que debemos o queremos terminarlas. Después, debemos ordenarlas por prioridad: qué es más urgente, qué debemos hacer primero, etc...

En lo personal, recomiendo hacer esto con sin prisas y en calma. Una cosa que podemos hacer, es dedicar el primer día a identificar la importancia de cada tarea y, ya que estén clasificadas, enfocarnos ese mismo día únicamente en la planificación de las más urgentes o importantes.

Aunque en principio parecería que ahora estamos postergando algunas cosas, puesto que vamos a dejar la planificación de las tareas no urgentes o secundarias para otro momento, esto nos ayuda a no abrumarnos el primer día.

Así, nos tomará de dos a tres días organizarnos, puesto que además de dividir y clasificar las tareas, habremos de asignar los horarios y el tiempo que vamos a dedicar a cada una. ¡No olvides incluir descansos en tu planificación!

De la planificación a la acción

Dependiendo de la cantidad de tareas que tengas, comenzarás a trabajar en ellas a partir del tercer o cuarto día. Ahora bien, es sabido que aunque nosotros hagamos planes, éstos no siempre fluirán fácilmente o nos encontraremos con cosas que no habíamos previsto.

Pero en este punto es importante no desanimarnos ni volver a caer en postergar las cosas, sino en observar los desafíos y obstáculos que se nos presenten para ver la forma de superarlos o manejarlos.

Por ejemplo, si notamos que tenemos muchas distracciones, ya sea externas o internar, apliquemos estrategias para minimizarlas en la medida que nos sea posible hacerlo.

Revisión y celebración

Para el séptimo día, ya habrás hecho grandes avances en tus tareas, por lo que llegan las dos partes finales de este proceso. La primera, consiste en revisar lo que has hecho: cuánto has logrado, hasta dónde has llegado, qué cosas siguen pendientes por hacer, etc...

Esto te ayudará a ver si es necesario hacer ajustes en tu planificación, si hay algo que debas implementar para ayudarte más, o bien, si necesitas eliminar cosas que realmente no son necesarias. Y esta misma revisión te ayudará también a darte cuenta de todo lo que lograste, lo que nos llevará a la segunda parte:

¡Reconocer tus logros y celebrarlos! Por simple que parezca, este paso es muy importante, pues además de ser un momento en el que serás realmente consciente de tus capacidades y lo que puedes lograr, te ayudará a mantenerte motivado para continuar trabajando y alcanzando tus metas.

Foto de portada | Artem Podrez en Pexels

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