Mientras a nuestro alrededor las tasas de natalidad caen - mucha gente no puede ni plantearse el tener hijos porque a algunos ni siquiera les llega para independizarse de sus padres-, y los movimientos antinatalistas advierten sobre el cambio climático y las consecuencias de seguir reproduciéndonos, ha aparecido con fuerza uno completamente opuesto: el de los millonarios que defienden salvar el planeta aumentando su estirpe.
Aunque el más conocido de ellos es Elon Musk, quien actualmente tiene diez hijos con tres mujeres distintas (el primero de ellos falleció tan solo diez días después de nacer), no es el único que defiende -y promueve- dentro de su afortunado círculo el tener la mayor cantidad de hijos posible.
Aunque no solo ellos advierten sobre el descenso de la natalidad -la ONU se pronunció hace poco al respecto-, los afines al pronatalismo afirman que este cambio de tendencia puede llevar a un colapso de la civilización y asumen que ellos tienen la responsabilidad de hacer todo cuanto puedan para evitarlo teniendo la mayor cantidad de hijos posible, ya sea de forma natural, a través de reproducción asistida, o mediante gestación subrogada, procedimiento que utilizó el dueño de Tesla (y ahora de Twitter), para concebir a una de sus hijas con su exnovia.
Algunos defensores de promover la natalidad, como el columnista del New York Times, Ross Douhat, cree que esto se trasladaría de forma endémica al resto de la población y que contribuiría a aumentar las tasas de natalidad y con ellas, el tan anhelado crecimiento económico sostenido en el tiempo.
Otro que se ha pronunciado en público sobre el tema es el inversor millonario Marc Andreessen, en el podcast de Joe Rogan.
Una tendencia con asociaciones peligrosas
El riesgo del pronatalismo se ve mejor cuando se traduce en políticas estatales autoritarias, en las que queda claro que para algunos países el problema no es que nazcan pocos niños en el mundo, sino que nacen pocos niños dentro de su país, con su nacionalidad y sus valores deseados.
Dentro de esta perspectiva, el discurso de la baja tasa de natalidad llevando al colapso de la población y el colapso de la civilización también está vinculado, en su interpretación más extrema y conspiranoica, a la teoría racista del gran reemplazo.
Este es un posible motivo por el que pocos multimillonarios con una prole numerosa querrían que los vincularan abiertamente con esa tendencia, y menos aún con el mensaje implícito de que lo que faltan no son niños, sino niños de su linaje que mantengan y perpetúen los valores de la familia (y por ende de la reproducción). Hasta que aparecieron los Collins.
La familia que quiere que sus descendientes se conviertan en "las clases dominantes"
Un curioso caso es el de Simone y Malcom Collins, una conocida -y millonaria- pareja norteamericana con tres hijos (de momento), que han hecho unos cálculos bastante llamativos: siempre que cada uno de sus descendientes pueda comprometerse a tener al menos 8 hijos durante al menos 11 generaciones, el linaje de su apellido superará en número a la población actual humana. Aritméticamente no están muy desencaminados, ya que 8¹¹ da como resultado algo más 8.500 millones, que es más que la población actual del mundo.
Seg´´un reconocen en una entrevista para Business Insider, no les preocupan las asociaciones negativas. A ellos les frustra más que "la gente que practica esta cultura sea súper privada al respecto". Quieren darle visibilidad y animar a las clases altas a tener más hijos, algo que, según el artículo, está cuajando entre los ricos de Silicon Valley y Austin —grandes centros de poder y dinero procedente de la tecnología— aunque no se comente de puertas afuera.
Parejas como ellos, que pertenecen al grupo de millonarios más selecto del mundo financiero y tecnológico de Estados Unidos, parecen obsesionados con tener familias numerosas, y aunque este fenómeno no es nuevo (solo hace falta leer un poco de historia para comprobar que la procreación siempre ha sido una herramienta para consolidar fortunas y poder), sí que llama la atención que se promueva en los tiempos modernos, donde las parejas, incluso las ricas, también retrasan la edad para convertirse en padres y algunas de ellas ni se lo plantean.
Es aquí donde aparece el común denominador de los pronatalistas: se sienten en cierta forma salvadores, altruistas y superiores en valores, y por eso creen que tienen el deber de reproducirse tanto como sea posible, pensando también en su descendencia como una forma de inmortalidad. Según expresaron los Collins en Business Insider, "nuestros sucesores se convertirán en las nuevas clases líderes dominantes en el mundo".
Habitualmente, el tener muchos hijos se asocia a familias de corte más conservador y tradicionalista, pero lo que le preocupa a los Collins es que mucha de la gente que decide no tener hijos es la misma gente que está a favor de los derechos de los homosexuales, la educación de la mujer y el activismo climático, hasta el punto de que estos valores podrían desaparecer. Según recoge Business Insider, los Collins además creen que estos rasgos están codificados genéticamente.
El negocio de la pronatalidad enfocada a ricos
Por supuesto, la pronatalidad también es un negocio en el que sus mismos impulsores tienen la vista puesta y por eso están surgiendo empresas como Genomic Prediction, una start-up de fertilización in vitro que permite a los padres elegir los mejores embriones disponibles a partir de una serie de factores de riesgo poligénicos. Proyecto en el que por cierto, invierte Sam Altman (cofundador con Elon Musk de la empresa OpenAI), quien afirmó recientemente "creo que tener muchos hijos es genial, quiero hacer eso ahora incluso más que cuando era más joven".
Los Collins han sido unos de los clientes más conocidos de Genomic. Aunque su producto estrella, la prueba "LifeView" ofrece oficialmente puntajes de riesgo solo para 11 trastornos poligénicos, incluida la esquizofrenia y cinco tipos de cáncer, permitieron a la pareja acceder a los datos genéticos sin procesar para su propio análisis.
Obtener esta información les abrió más posibilidades: llevaron los datos a otra empresa del sector llamada Selfdecode en donde evaluaron otros factores de riesgo a los que podían estar expuestos sus embriones (por ejemplo las posibilidades de que el niño pudiera estar más predispuesto al TDAH, cambios de humor, estrés, cansancio....) y a partir de ahí, ellos mismos en un excel evaluaron todos los resultados como si de una competición se tratase. Eligieron al embrión 3. Cuando este nació —fue su tercer hijo— lo bautizaron como TItan Invictus.
Lo mejor -o peor- de todo, es que la pareja también ha desarrollado un sistema para rastrear el progreso futuro de su familia al que llaman El Índice. "Registramos cómo les va a los niños emocionalmente, cómo les va en términos de su carrera y si se mantienen dentro de la cultura con la que se criaron", explicó Malcolm. En esa misma entrevista afirmó que esperaba ver a sus propios hijos en desacuerdo con su paradigma de crianza y esperaba que fueran lo suficientemente competitivos como para crear el suyo propio.
Otra empresa muy conocida, en donde también invierten personajes cercanos a Musk es Conception, una empresa que planea cultivar óvulos humanos a partir de células madre con el fin de que dos personas del sexo masculino biológico se puedan reproducir. Lo importante es hacer bebés como sea, aunque mejor si son "calidad premium" y mejor aún si ganan dinero prestando el servicio a personas de su misma condición social.
Este planteamiento de la paternidad y el futuro del mundo ha sido bien resumida por un inversor de Genomic Prediction: "el siglo XX se trató de átomos y bits. El siglo XXI se trata de biología y bebés".
Y estos padres ricos de familias super numerosas, ¿cómo ven a sus familias?
No puedo evitar pensar en estos padres millonarios que tienen unas agendas apretadísimas, miles de tratos por cerrar, viajes, y una mente puesta en tener a "súper herederos" y en esos niños que nacen y se crían bajo esta concepción.
En una entrevista concedida al New York Times, Elon Musk dijo: “los bebés son solo máquinas para comer y hacer caca, ¿sabes? En este momento, no hay mucho que pueda hacer”. Es escalofriante la obsesión por "fabricar" el descendiente perfecto desde el momento mismo en el que se planea, ejecutando una minuciosa selección en un laboratorio, y luego, cuando se convierten en niños en edad escolar, seguir experimentando con ellos en colegios creados "a medida", en donde pretenden sacar a flote todo su potencial, sin dejar nada al azar.
Stephen Hsu, confundador de Genomic Prediction, declaró a Business Insider que ha conocido a muchos padres ultrarricos decididos a tener muchos hijos: "A todo lo que hacen, ya sea cuando invierten o en su vida social, le aplican una forma de pensar muy cuantitativa, muy analítica. También a la reproducción".
Sorprende y aterra pensar que el futuro de las "clases dominantes" sea este: si en esos círculos está tan normalizada la deshumanización de las personas, empezando por sus propios hijos (porque esto va de números, de predicciones y de perpetuar empresas y poder), ¿cómo nos ven a los demás?
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