Hay algunas cosas que suceden con los bebés que ni siquiera llegas a imaginar, hasta que los tienes. Una de ellas es su instinto de rechazo hacia la hierba, una reacción bastante curiosa (solo hace falta ver el vídeo que tenéis a continuación), pero que tiene un motivo que va mucho más allá de que les desagrade su textura.
"Los bebés instintivamente huyen de la hierba. Ellos saben algo que nosotros no..."
El motivo por el cual sucede esto es que los bebés tienen mucha sensibilidad en la planta de los pies, incluso más que en las manos, y a través de ellos reciben mucha información. La textura del césped o de otro tipo de superficies (la arena de la playa o las piedras, por ejemplo) a las que no está acostumbrado, pueden hacer que un bebé experimente una sobrecarga sensorial.
Durante los primeros meses de vida, el sistema nervioso de un bebé se afina y se desarrolla rápidamente de una manera que hace que los sonidos, las sensaciones y las imágenes sean intensas y discordantes. Por eso es tan importante que los bebés estén descalzos, ya que es una forma de retroalimentarse del ambiente que los rodea.
Un instinto que proviene de nuestros ancestros
Pero puede que haya una explicación más curiosa que tiene que ver con la evolución. Un estudio de la Universidad de Yale sugiere que los humanos deberíamos agradecer a ella nuestra vacilación en extender la mano y tocar las plantas venenosas.
Investigadores del Centro de Cognición Infantil descubrieron que los bebés tardaban en promedio cinco segundos más en tocar las plantas que otros objetos novedosos, un hallazgo que demostró un origen evolutivo potencial del comportamiento.
Los investigadores argumentaron que se trata de un mecanismo de defensa innato contra peligros como las toxinas o las espinas presentes en las plantas. Según la doctora Annie Wertz, coautora del estudio y becaria postdoctoral en psicología, "Este comportamiento aún tiene beneficios hoy en día, ya que los padres pueden intervenir para evitar que los niños toquen plantas potencialmente dañinas".
Ya sabéis: cuando vayáis al campo con vuestros bebés, llevad una mantita o una muselina para ponerlos encima y dejad que ellos exploren el mundo a su ritmo.