En muchos países, como Estados Unidos, Canadá y la mayoría de Europa, el agua del grifo se considera segura para el consumo humano, por lo que además de usarla para lavar o limpiar, también se usa para beber y cocinar.
Sin embargo, aunque resulta muy conveniente y su calidad es suficiente como para no tener que comprar agua embotellada o envasada, esto no significa que no debamos tomar algunas medidas de seguridad antes de consumirla.
Una de ellas, es la regla de las cuatro horas, que habremos de seguir para que el agua del grifo sea segura para beber.
Aunque, como lo hemos mencionado, el agua del grifo es apta para consumo humano, lo cierto es que cuando no se ha utilizado por varias horas ésta permanece estancada, lo que podría hacer que se acumulen en ella residuos y bacterias.
Para prevenir que éstos sean consumidos y afecten nuestra salud, se recomienda seguir la regla de las cuatro horas, que consiste en dejar correr el agua de 30 a 60 segundos si el grifo no se ha abierto o utilizado en cuatro horas o más.
De este modo, dejamos que salga el agua vieja o que se ha quedado estancada, para posteriormente poder utilizar el agua fresca o nueva para beber o cocinar los alimentos.
Desde luego, tampoco se trata de desperdiciar el agua que no utilicemos para nuestro consumo, por lo que podemos recogerla en un contenedor y utilizarla en otras tareas de casa, como lavar, limpiar o incluso para regar las plantas.
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