Aunque es claro que no existen las madres ni los padres perfectos, muchos caemos en el error de tener ciertas ideas y planes sobre la vida con hijos que en ocasiones son bastante irreales o inalcanzables. Es fácil decir "cuando sea madre/padre yo..." al ver a otras familias con hijos, pero cuando llegan los nuestros la cosa cambia.
Por ello, y para reírnos un poco de aquellas cosas que solíamos pensar, te compartimos 11 expectativas poco realistas sobre la crianza de los hijos que desaparecieron cuando nos convertimos en padres.
Criar es sencillo
Comencemos con una de las expectativas más grandes que tenemos sobre la crianza antes de ser padres: todo será fácil. Es fácil caer en esto porque antes de tener hijos lo único que sabemos sobre crianza es lo que vemos en otras familias. Pero una vez que somos padres, entendemos que hay mucho más detrás de esas interacciones en público.
Criar a nuestros hijos requiere de tiempo, esfuerzo, perseverancia y mucha, pero muchísima paciencia. Los logros de la crianza que las personas ven en nuestros hijos son fruto de mucho trabajo en casa (y también muchos desvelos, sudor y monólogos internos para autoconvencernos de no tirar la toalla en el proceso).
Ellos se adaptarán a nuestra rutina
Aunque sabemos que la llegada de un hijo supone muchos cambios, algunos padres tenemos la inocente creencia de imaginar que cuando nazca se adaptará a nuestra rutina. Pero cuando finalmente llega el bebé, nos damos cuenta -a base de desvelos y un poco de pérdida de cordura- que en realidad es él quien ahora lleva la batuta.
No harán berrinches
Antes de tener a tus propios hijos, y especialmente si eras muy joven, seguro al menos una vez tuviste este pensamiento al ver a un niño hacer berrinche en un lugar público: mis hijos jamás harán eso. Pero tus hijos lo harán. Y probablemente más de una vez, pues las rabietas -dentro y fuera de casa- también son parte de ese largo proceso de desarrollo emocional.
Dormirle será pan comido
Me río al escribir este título por dos cosas. La primera, porque antes de tener hijos pensamos que dormir a un bebé es algo sencillo debido a que necesitan dormir muchas horas. Y la segunda, porque muchos pensamos que además de eso, los bebés dormirán del tirón nada más nacer. Sorpresa: pasarán varios meses antes de que esto suceda y cuanto más agotados estén más difícil será lograr que se duerman.
Dormirá en su propio espacio desde el primer día
Otra expectativa poco realista sobre el sueño de los bebés es pensar que nuestra habitación continuará siendo un santuario del descanso, mientras el bebé duerme plácidamente en su cuna y lejos de nosotros. Nada más alejado de la realidad: la mayoría de los bebés necesitan sentirnos cerca para poder dormir, por lo que muchos padres terminamos diciendo sí al colecho y cohabitación (aunque previamente hayamos dicho que jamás lo haríamos).
No comerán dulces ni caramelos
Esto es algo que pensé muchas veces antes de ser madre, especialmente al ver a niños súper pequeñitos con alguna golosina en la boca. Aunque logré que mi hija no probara dulces ni caramelos hasta casi los tres años, una vez que entró a preescolar y comenzaron a invitarnos a fiestas infantiles no me quedó más remedio que ceder un poco y entender que, como en muchas situaciones de la crianza, no es el fin del mundo si mi hija disfruta una golosina de vez en cuando.
Siempre estarán limpios
Muchos no entendemos por qué hay niños que pareciera que estuvieron en una guerra de comida hasta que somos padres. Y es que por más que intentemos que estén limpios y siempre bien arregladitos, la infancia es una etapa en la que las manchas están a la orden del día, sean de comida, tierra, pintura o incluso, la siempre temida mancha de popó.
Jamás usarán pantallas
"Mis hijos no estarán pegados a una pantalla" o "jamás usaré la televisión como niñera" son una de las frases "yo nunca" que muchos decimos antes de tener hijos, especialmente con tantos estudios que hablan de los efectos negativos que pueden tener en los niños si son utilizadas en exceso.
Pero como en el caso de las golosinas, cuando somos padres entendemos que un par de horas de pantalla no son el fin del mundo y que si no fuera por ellas, posiblemente no haríamos la mitad de cosas que tenemos por hacer día con día.
Siempre les hablaré con la verdad
Aclaremos algo: ser honestos con nuestros hijos siempre será lo correcto. Sin embargo, hay situaciones especiales en la que recurrir a verdades a medias o mentiritas blancas se vuelve un poco... necesario para no volvernos locos.
Decirle a nuestros hijos que ya está cerrada la tienda o fingir que no sabemos donde está ese juguete ruidoso con el que habían estado jugando (y que escondimos mientras no estaban viendo) son sacrificios que a veces debemos hacer en nombre de la paz y el descanso.
No dejaré que los abuelos los malcríen
Dice una frase que los padres crían y los abuelos malcrían. Antes de ser padres, solemos compararnos con los nuestros y convencernos de que no cometeremos sus mismos errores y que por supuesto no permitiremos que malcríen a nuestros hijos.
Pero como hemos visto con muchos otros puntos, terminamos tragándonos las palabras al ver que todo cambia cuando se convierten en abuelos y somos testigos de ese nuevo amor hacia sus nietos. Esos pequeños momentos de "saltarse las reglas" con los abuelos terminan convirtiéndose en uno de los recuerdos más preciados de la infancia.
Disfrutaré cada momento sin quejarme
Finalmente, algo que muchas no entendíamos antes de tener hijos es que la maternidad es agotadora. Pensábamos "¿por qué se queja tanto? Debería disfrutar a sus hijos", prometiéndonos a nosotras mismas que no seríamos "esa" mamá y disfrutaríamos cada hora, minuto y segundo sin quejarnos. Hasta que llegan los nuestros y ese golpe de realidad -y agotamiento eterno- nos hace decir "oh, ahora entiendo".
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