Arrancan las vacaciones de Semana Santa, que valdría igual para verano, Navidad o cualquier otro fin de semana. Tras meses o días de preparativos arrancamos por fin hacia nuestros destinos de merecido descanso, ya sólo queda una prueba más que pasar y quizás sea de las más difíciles. ¿Cómo entretener a los niños durante el viaje? Sin morir en el intento, podríamos añadir.
Aquí empieza una complicada sesión de circo, con sus payasos, sus contorsionistas y sus números de tigres y leones. Cualquier cosa para mantenerlos entretenidos, por su bien y sobre todo por el bien de nuestro estado mental.
No soy un experto en sonido, pero seguro que no me equivoco en afirmar que escuchar un recital de gritos, llantos y quejas de uno o más niños dentro de un coche es probablemente una de las formas más fáciles de reducir drasticamente la vida útil de los tímpanos, así como, la densidad de neuronas por centímetro cúbico de cerebro adulto. Y sí, especificamos cerebro adulto porque estoy seguro que cuando eres niño tienes un sistema de defensa que te protege contra tus propios decibelios, algo así como el veneno de las arañas, que a ellas no les afecta. Pues lo mismo sucede con los gritos de tus hijos, sólo afectan a aquellos tímpanos que han perdido este sistema de protección, que parece debe perderse en algún momento entre los veintitantos y los treinta y pocos (te das cuenta cuando un día vas a un concierto y tardas en volver a oír a los que te rodean tres días).
Como parece ser que a los fabricantes de coches no se les ha ocurrido la feliz idea de insonorizar la parte trasera de los vehículos y las cuerdas vocales de un menor de edad están a prueba de bombas, ni fabricadas en kevlar aguantarían tanta vibración, y va a hacerse necesario el uso de diferentes métodos de distracción o disuasión (o lo que haga falta) para evitar que les dejemos en algún área de servicio presa de un ataque de enajenación mental.
Cuando uno viaja con un único niño en el coche y se encuentra con este problema siempre puede intentar calmarle y redirigirle, con mayor o menor fortuna, hacia unas actividades más acordes con la fauna y flora de nuestras trompas de eustaquio. Pero cuando existe un número indeterminado de criaturas la cosa se complica de manera exponencial a cada criatura incluida en el grupo y es que en estos casos hasta el perro, que no ladra ni aunque lo pises, se apunta.
Por ejemplo, mis hijos. Es empezar el mayor a preguntar que "cuándo llegamos" y el pequeño, que hasta ahora había estado muy entretenido con la disección a nivel molecular de un trozo de materia orgánica, llamémosle galleta, que se ha encontrado en alguno de los pliegues de la silla y que por la pinta podría estar ahí desde la época del estreno del primer episodio de los picapiedra, pasa a considerarlo motivo suficiente para dar por concluida su investigación y sumarse a la voz de su colega con la suya propia, sólo que dos tonos más alta, preguntando lo mismo.
Si decides contestar con la verdad, es decir, "no hace ni media hora que hemos salido. Aún queda bastante" puedes prepararte para recibir un "joooo" en estéreo acompañado de un "me aburooo" que ni con Dolby surround de esos sonaría más claro. Luego pasamos a un "¿pero cuánto es bastante?" Que ya te vale majo, llevas más de cuatro años como padre y aún no te has dado cuenta que los niños son como los alemanes y lo entienden todo de forma literal y un "bastante" no es una medida exacta o precisa de nada. Claro que decirles que faltan aún tres horas y media va a servir de poco, al menos en los primeros años. Aquí debemos usar el SMII (Sistema de Medida Internacional Infantil), es decir, algo así como "pues queda aún cinco capítulos de la Abeja Maya".
Viaja con Dora
Si tus hijos son fans de la evolución de ese niño que nosotros veíamos de pequeños y que a su tierna edad se nos pasó la serie, y nuestra infancia, buscando a su madre y con un mono colgando (que por cierto no me acuerdo si al final la encontró). Como habrán adivinado hablo de Dora la exploradora y su amigo el mono ese pariente del gato con botas. Bueno, pues si este es nuestro caso podemos convertir nuestro viaje en un capítulo más de la serie e ir comentándoles a nuestros hijos los diferentes pasos que vamos a tener que realizar antes de llegar a nuestro destino.
Recurrir a los clásicos
Canciones, veo veo, contar cosas, son socorridos y suelen entretenerles bastante tiempo. Aquí tenéis unos cuantos ejemplos de juegos para el viaje con niños.
Las tablets, móviles y dvd portátil
Esto plantea ciertos inconvenientes, el primero es que con más de un niño vas a necesitar uno para cada uno si no quieres jugar a "rebelión a bordo", si sólo tienes uno y hay algún adulto que viaje detrás con él es algo factible pues puede estar pendiente de lo que haga el niño, pero si no es así, allá vosotros, pero yo a los míos no les dejo el móvil si no estoy cerca de ellos, que cada vez que lo cogen me paso media tarde volviendo a configurarlo, por no decir la cantidad de juegos que me han comprado hasta que conseguí bloquear el sistema de pago.
Meditación Zen.
Dicen que se puede llegar a un estado en que te puedes aislar del mundo exterior y permanecer en una paz interior, pero claro también dicen que hay dietas que en un més te dejan el cuerpo de la modelo de la portada.
Si eres de esos padres que tienen un hijo de esos que cae noqueado en cuanto lo montas en la silla y no se despierta hasta que llegáis a destino, mi hermana era de esa especie, será mejor que no lo digas muy alto para no despertar las iras de tus vecinos.
¿Y vosotros? ¿Tenéis algún truco para entretener a los niños durante el viaje?
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