Cualquier persona que haya tenido hijos o se haya hecho responsable de su cuidado, puede decirte lo agotador que puede ser la crianza. Y no lo digo en un tono negativo, lo digo porque se trata básicamente de enseñarle a un pequeñito, cuyo cerebro apenas está desarrollándose, a hacer todo lo que nosotros ya sabemos hacer.
En este camino de la maternidad y paternidad, llevamos a nuestros hijos de la mano con amor, pero a veces, esperamos que ellos entiendan o hagan cosas que aún no son capaces de comprender. Por eso, hoy te invito a reflexionar conmigo y te cuento por qué debemos cambiar nuestras expectativas acerca de la infancia.
Cuando tú naciste no sabías nada
Quizás ahora que somos adultos nos resulta difícil imaginar una vida en la que no sepamos hablar, caminar, comer o gestionar nuestras emociones. Pero como todo el mundo, alguna vez fuimos bebés y llegamos a este mundo sin saber absolutamente nada.
Nuestra única forma de comunicarnos era a través del llanto, y con el tiempo, con gestos, para posteriormente por fin comenzar a desarrollar el lenguaje y aprender a comunicarnos con otras personas. Y qué decir de ser autosuficientes y valernos por nosotros mismos, simplemente impensable a tan corta edad.
Pero así es como nacimos: sin saber nada. Y así, es como llegan a este mundo nuestros hijos, para ser guiados, cuidados y protegidos por nosotros. Seremos sus maestros de vida y los principales responsables de enseñarles todo lo que debe saber hacer, para algún día ser también adultos independientes y responsables como nosotros.
Sin embargo, he notado que a veces eso se nos olvida. Sabemos que son bebés o niños a los cuales les falta mucho por aprender, pero de vez en cuando pareciera que deseamos que lo entendieran todo con decírselos o mostrárselos una o dos veces.
Puede haber muchas razones por las cuales deseamos que los niños entiendan las cosas más rápido, entre las cuales seguramente se encuentra el cansancio. ¡Y es que la crianza puede ser agotadora! Pero no debemos olvidar que son solo niños, y que sin darnos cuenta podemos estar exigiéndoles o esperando más de lo que sus capacidades les permiten.
No olvidemos que los niños son solo eso: niños
Como madre, me resulta fascinante ver cómo mi hija aprende cada día, sorprendiéndome con sus avances y nuevos logros. Es realmente un honor ser testigo de cómo un ser humano evoluciona tanto y con tanta velocidad. Pero tampoco es un proceso fácil.
El crecimiento conlleva muchos aprendizajes que son a base de prueba y error, por lo que en la infancia es muy común que los niños se equivoquen, que hagan un desastre o que simplemente no puedan hacer las cosas porque aún no han desarrollado las habilidades necesarias para hacerlas.
Pero tal y como lo dije hace unos meses: donde tú ves un desastre, tu hijo ve un aprendizaje nuevo. Así que por eso hoy quiero invitarte a que reevalúes tus expectativas sobre ellos y pienses: ¿estoy esperando lo adecuado para su edad, o estoy esperando que hagan mas de los que sus capacidades les permiten?
Muchas veces deseamos que ya duerman toda la noche, después que coman por sí solos o sin ensuciarse, luego que puedan hacer las cosas sin ayuda, cuando la necesidad de apoyo y los errores son algo básico de esos primeros años porque apenas están en ese bello proceso de descubrir el mundo y entenderlo.
Recordemos que la infancia es una etapa llena de sorpresas, cambios, pruebas, errores y ajustes constantes, en la que habrá subidas y bajadas, progresos y retrocesos. Dejemos de tener expectativas tan altas y comprendamos a nuestros hijos como los niños pequeños que son.
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