La experiencia de mi parto: cesárea de mellizos respetada y humanizada

Todavía cuando alguien me pregunta por mis partos los recuerdo con un sonrisa. Recuerdo que era lo que más miedo me daba en el mundo. Pánico al dolor, a las complicaciones, a lo desconocido, a esa nueva vida como madre que empezaba y a no saber si sabría afrontar.

Cuando tuve a mi primer hijo me libré de la cesárea por la maniobra de Kristeller, dolorosa pero sin consecuencias. Mi segundo embarazo lo pasé agobiada, llorando en muchas ocasiones porque al ser dos peques todo parecía indicar que nada me libraría de una cesárea de mellizos. Pero que ilusa era... pensando que aquello sería terrible y sin embargo fue la experiencia más bonita de mi vida. El parto de mis sueños y creo que merece la pena que mamás con el mismo miedo que yo tengan la oportunidad de ver que las cesáreas y sobre todo las gemelares tienen finales felices también.

Mi problema empezó por la idea tan generalizada que tenemos en España de que todo parto múltiple debe terminar en cesárea. Fue algo que rápidamente quise hablar con mi ginecóloga que me dijo que no me preocupara, que si el primer bebé se colocaba intentaban un parto vaginal sin dudarlo. Evidentemente las probabilidades de ese tipo de intervenciones siempre son más altas y casi desde el principio traté de concienciarme.

Reconozco que me daba pánico. Miedo a la cicatriz. Miedo a la recuperación. Miedo a la vida como madre de tres peques con una herida en mi tripa. Solía llorar pensándolo y lo peor, hay mucha falta de información. La familia te apoya pero salvo un "bueno, no te agobies y que sea lo que tenga que ser" no sacas mucho más. Yo necesitaba conocer detalles...

Empecé a investigar cómo era realmente una cesárea. Sí, gran error. Vi vídeos y casi me desmayo. Me informé de los protocolos de muchos hospitales de Madrid, de si dejaban o no entrar al padre conmigo... Quería conocer todo por si llegaba el momento ya que mi tripa crecía y mi primer bebé, mi niño Unai, estaba muy cómodo de nalgas y sin ninguna intención de girarse mientras su hermana daba vueltas y más vueltas en cada ecografía.

Mis miedos

Algunas amigas me contaron sus experiencias y los datos que más me inquietaron fueron:
- No dejan pasar al padre contigo.
- No podrás hacer el piel con piel con el bebé y al ser dos menos aún.
- Casi no ves al bebé. Te lo enseñan un momento y se lo dan al padre mientras tú vas a recuperación.
- Te atan las manos.
- Durante varios días estarás en cama, no podrás ocuparte de los bebés y tendrán que administrarte heparina.
- Los puntos o grapas se pueden infectar.

Como veis, mi parto pintaba muy oscuro. Una de las cosas que más me preocupaba era que mi marido no pudiera entrar. No quería estar sola dentro de un quirófano.

El piel con piel... no es que le quisiera quitar ese privilegio a mi marido, que también lo merece, pero me daba tanta pena pasar por todo el embarazo, que había sido muy duro, el parto y no poder abrazarles y darles mi calor y mis besos.

Y el colmo era el no verles. Es decir, ¿les iba a ver toda la familia antes que yo? ¿Apenas iba a tener 2 minutos para memorizar su carita?

La fecha clave

Así pasé nueve meses que se hicieron eternos. Entre lo mal que lo pasé físicamente y el estrés mental que tenía no me sentía preparada para el parto pero, como debe ser, la fecha llegó. Recuerdo que el día que ingresé me temblaban las manos y no podía parar de llorar. No sabía si temblaba de frío o de nervios, si lloraba de emoción o de miedo pero jamás me había sentido tan descontrolada. Todo mejoró cuando casualmente la mayor parte del equipo médico de mi primer embarazo estaba allí.

El parto me lo llevó mi ginecóloga de confianza pero además estaba la matrona que me atendió con mi primer hijo y varias enfermeras más. Yo estaba tan nerviosa que no lo recordaba pero mi marido que tiene una memoria fotográfica me iba poniendo en antecedentes y relatándome hasta sus nombres.

Dentro del quirófano todos pasaban, me acariciaban la cara y me trataban con un cariño que nunca sabré como agradecer. Una de las enfermeras se acercó a mí y me preguntó: "oye, ¿te apetece que pongamos música?" Y le dije, ¡pues sí! Casualmente era Robbie Williams y la canción Feel, cantante y tema que adoro. Todo eran señales.

Después vino a verme el anestesista y no paró de hablar conmigo para tranquilizarme. "Ya no noto nada" le decía. "Claro Sandra, sino estaría haciendo muy mal mi trabajo", me dijo con una sonrisa. Y después pasó mi marido. Es algo que ya había hablado con mi ginecóloga y me había comentado que ya en las cesáreas estaban permitiendo la entrada de papás.

Al poquito entró mi doctora, que debo decir que es una de las personas más dulces que yo he conocido en el ámbito médico. "¡Bueno pues vamos a ver la carita a Unai y Noa, ¿no?". Ver que el momento estaba tan cerca me hacía ponerme aún más nerviosa.

Allí levantaron una especie de sábana y en ningún momento vi absolutamente nada ni nadie me ató. Además agradecí enormemente que me fueran contando en todo momento lo que estaban haciendo: "bueno, vamos a abrir". Sin verlo, me imaginaba en mi cabecita lo que ocurría y descontaba los segundos para ver la carita de mis niños.

Pude hacer el piel con piel

Previamente, antes de entrar al quirófano había entregado a la matrona mi plan de parto. Tan desarrollado que parecía un trabajo de exposición. Con mi primer hijo se me olvidó entregarlo y con ellos no quería que ocurriese igual, en él especificaba que quería el "piel con piel" a pesar de que ya me habían dicho que no era posible.

"Va a salir ya Unai", dijo la doctora. En ese momento la matrona se me acercó y me dijo "¿vas a querer hacer el piel con piel con los dos?". Me puse a llorar, no podía creerlo, "¿en serio? ¿puedo?". Mi marido me miraba emocionado. Sabía que era mi sueño hecho realidad.

Y así fue, Unai salió directo a mi hombro izquierdo donde le recibí con mil abrazos y besos. No podía creer que se pareciera tanto a su hermano mayor. Eran las 11:20 de la mañana.

Mientras su padre y yo no parábamos de mimar a su hermano, Noa llegaba a este mundo exactamente a las 11:23 directa a mi hombro derecho. Me impresionó lo despierta que estaba, lo rápido que se enganchó a succionar mi pecho. Ya sabía que esta niña se comería el mundo...

Rápido todas las enfermeras nos taparon con una especie de sábanas y nos pusieron tubos de calor para que los bebés no se quedaran fríos y permanecimos así, los cuatros el tiempo que duró mi ligadura de trompas, a la que decidí someterme después de ver que tres niños ya estaban muy bien para nuestra familia, y el fin de mi cesárea.

"Te hemos hecho la cesárea de las famosas" me dijo mi ginecóloga. Ni un punto, ni una grapa. Cuando vi mi herida básicamente tenía un montón de tiras verticales que se fueron cayendo solas y una especie de hilo en el final casi imperceptible a la vista que a los 15 días aproximadamente me cortaron sin enterarme.

¿Y la recuperación? ¿Y la lactancia? Eso da para otro post pero la experiencia sigue siendo casi casi tan mágica como el parto. Va a ser verdad que los niños vienen con un pan debajo del brazo y en mi caso, dos.

En Bebés y más | Un parto vaginal no es lo mismo que un parto natural‏, ¿Dar a luz por cesárea como si fuera un parto natural?

También te puede gustar

Portada de Bebés y más

Ver todos los comentarios en https://www.bebesymas.com

VER 0 Comentario