Recientemente te comentaba sobre lo importante que es no regalarle demasiados juguetes a un niño y te proponía algunas alternativas de regalos que igualmente les harían felices y ayudarían a estimular su imaginación en mayor medida que un juguete.
Una de ellas era regalarle experiencias a tus hijos, como los viajes o paseos. Actividades que pueden compartir en familia y que además de divertirse, crearán recuerdos inolvidables en la vida de tus hijos. En esta ocasión y siguiendo con esta temática, quiero compartirte por qué es mejor gastar en viajes familiares que comprarle juguetes a tus hijos.
Viajando en familia, fortaleciendo vínculos y creando recuerdos
Salir de la rutina para conocer un lugar nuevo y diferente es una grandiosa manera de pasar tiempo en familia. Y si bien viajar con niños a veces es complicado, el estar todos juntos en un sitio diferente ayuda a fortalecer el vínculo que tenemos con nuestros hijos. Viajando juntos compartimos momentos únicos y vamos creando experiencias nuevas al lado del otro.
Sabemos de igual manera, que a veces viajar en familia no es lo más económico pues todos los gastos se multiplican por el número de miembros que asistan al viaje. Pero viajar no debe ser algo que nos deje sin dinero en los bolsillos, ya que no necesitamos hacer un viaje al otro lado de mundo o incluso a otro país para disfrutar de esta maravillosa experiencia en familia.
Un viaje corto de fin de semana a algún pueblo cercano o una visita al zoológico de la ciudad, ya es algo que rompe con la rutina y lo monótono del día a día. Lo importante no es hacer el mejor o más costoso viaje de sus vidas, sino regalarle experiencias nuevas y diferentes a tus hijos.
Por qué es mejor gastar en viajes y no en juguetes
Investigando sobre esto de los viajes en familia, me encontré con una entrevista que le hizo el sitio Telegraph a Oliver James, uno de los psicólogos infantiles más reconocidos de Gran Bretaña y me pareció muy interesante lo que tiene que decir sobre este tema.
Él inicia preguntando algo que seguramente a algunos padres ni siquiera nos ha pasado por la mente: ¿Tienes alguna idea de la extraordinaria proporción de regalos que le damos a los niños que no son pedidos o valorados?. De acuerdo con él, la respuesta varía entre uno de cada cinco y dos terceras partes, según las distintas encuestas que ha leído.
"Todo el negocio de proveer comodidades materiales para los niños -cada vez en formas más costosas según como se van haciendo mayores- es completamente, al 100 por ciento, para mantener la industria que se beneficia de ello. Por otro lado, las vacaciones familiares son valoradas por los niños, tanto en el momento que ocurren, como por mucho tiempo después de que pasaron en sus recuerdos. Así que si vas a gastar dinero en algo, es muy clara cuál es la opción que tiene más sentido."
Hacer un viaje siempre será más satisfactorio que comprar cosas. Tanto para los adultos como para los niños, el viajar es una experiencia que nos enriquece. La diferencia está en que nosotros valoramos algunas cosas, y los niños otras, y esa es la clave para que todos puedan disfrutar del viaje.
"Los niños ven el mundo diferente", comenta James. "Dale a una niña de dos años un regalo y ella se sentirá más entretenida con la caja. Es similar con los niños y los viajes. Debemos permitirles explorar sus propias maneras de encontrar lo asombroso a su alrededor."
De acuerdo con él, lo que los niños realmente valoran de las vacaciones, es esa rara posibilidad que ellas crean para tener periodos prolongados de juego con sus padres. Las vacaciones nos aíslan de manera física de las presiones de la vida diaria, donde todo mundo está apurado por asistir a reuniones o cumplir con fechas límites. Son épocas donde todos están relajados y pueden ser juguetones juntos.
Y si bien hay juguetes con los que se puede divertir toda la familia, él habla del juego colaborativo, aquel que es gracioso, no educacional: "una experiencia humana crucial, para los niños especialmente, pero también para los adultos. Sin ella, la vida es muy vacía y carece de alegría."
Para él, estos momentos son tan sencillos como hablar de disparates con los padres, compartir un helado y los momentos en que sus intereses de verdad son tomados en cuenta. Es decir, esos sencillos momentos de alegría que se comparten y que nos ayudan a formar un vínculo con nuestros hijos.
Yo estoy segura, por ejemplo, que mi hija disfruta más cuando jugamos a hacernos cosquillas o bailar, que ver una película o jugar con algún juquete juntas. Son momentos en los que las dos verdaderamente nos conectamos sin estar distraídas por un tercer elemento. La sonrisa y sus carcajadas son prueba de que ella disfruta hacer esto más que nada. Y eso es justo lo que nos regalan los viajes de vacaciones en familia: momentos con nuestros hijos, sin distracciones del trabajo ni tareas de la casa.
¿Debemos dejar de comprarles juguetes?
Desde luego que no. Hay familias que han optado por hacer esto, pero personalmente me parece una medida demasiado drástica y más que ser una solución al problema del exceso de juguetes, podría tener un efecto contrario al arrebatarles a los niños el derecho de jugar con ellos. Simplemente hay que hacerlo con medida y de manera consciente.
A veces no nos damos cuenta del gasto tan grande que hacemos en cosas materiales y que al final más que hacer felices a nuestros hijos, podrían incluso no beneficiarles. Desde mi punto de vista y viéndolo a largo plazo, quizás si dejáramos de comprar tantos juguetes (o juguetes caros) reduciríamos gastos y así podríamos utilizar ese dinero para regalar experiencias o viajes de manera más frecuente con nuestros hijos.
¿Cuál es tu opinión? ¿Coincides en que los viajes hacen más felices a los niños que un juguete?