Estamos a punto de cerrar un año como ningún otro: el año que nos tocó vivir una pandemia. Pero también, es un año que nos dio un regalo inesperado, pues al enviarnos a casa, nos volvimos aún más cercanos.
Gracias a ello, no solamente pudimos pasar más tiempo en familia, también tuvimos una oportunidad de oro: conocer más a nuestros hijos. 17 madres nos comparten lo que aprendieron sobre sus hijos este año.
Niños llenos de sueños y aspiraciones
Al estar con ellos, algunas madres pudieron descubrir los talentos y pasiones de sus hijos. Como Berenice, quien descubrió que su hija de cuatro años tiene mucho talento para la narrativa, y que ama contar historias
O como Alejandra, que teniendo conversaciones con su hija supo que deseaba ser doctora o maestra, y que es una niña muy segura de sí misma y valiente, llena de sueños muy grandes.
En el caso de Mónica, que es madre de dos hijos, aprendió que a pesar de ser difícil para todos el inicio de la pandemia, el mayor sacó su lado creativo y sensible, mientras que el menor demostró tener mucha inteligencia y adaptación para la escuela.
Para Sarai, la pandemia le dio la oportunidad de conocer mejor a hijos, descubriendo que el mayor ama ayudarle en la cocina y la menor siente pasión y amor por la danza y el baile.
Si bien las experiencias compartidas fueron diferentes para cada persona, noté que muchas madres coincidimos ciertas cosas en particular acerca de nuestros hijos: sus fortalezas y lo que realmente les brinda felicidad.
Son más fuertes y capaces de lo que pensamos
Este es un aprendizaje que muchas madres tuvieron de sus hijos: darse cuenta que son muchos más fuertes y capaces de lo que pensamos. Zulema, por ejemplo descubrió que su hijo de un año es mas independiente de lo que ella creía y debe dejarlo explorar sin estar sobre protegiéndolo.
Para Karen, mamá de un niño de dos años, lo que aprendió acerca de su hijo es que al permitirle hacer cosas por sí solo y no estar sobre él todo el tiempo, se volvió más seguro e independiente.
En el caso de Nora, la fortaleza y sensibilidad de su hijo le ayudó a sobrellevar la muerte de sus dos abuelos, ya que su pequeño se ha encargado de darle mucho amor y consuelo cuando nota que está triste: "a su manera, él solo quiere aligerar mi carga, no creí que mi pequeño fuera tan fuerte, independiente y capaz", comenta.
Su capacidad de adaptación, resiliencia y responsabilidad
Otra cosa que las madres han descubierto acerca de sus hijos, y que en otras ocasiones hemos discutido, es su increíble capacidad de adaptación y la responsabilidad que han mostrado tener ante la situación que estamos viviendo.
Mónica, madre de un niño, lo dice perfectamente: "Los niños son sabios con relación a la adaptación, más fuertes y capaces de lo que pensamos y muy flexibles, no se les acaba el mundo por el cambio de rutina".
Para Dulce y Mariana, madres de un hijo respectivamente, uno de sus más grandes descubrimientos es la resiliencia que han mostrado sus hijos, y la facilidad con la que comprendieron la seriedad de la situación y entendieron que era tarea de todos el cuidarnos.
Karmen, quien tiene hijos adolescentes, se sintió sorprendida con el sentido de la responsabilidad de sus hijos para proteger a sus abuelos y la preocupación por la salud de sus amigos, demostrando que por encima de todo, lo más importante para ellos son las personas.
Y en el caso de Leslie, tocamos el tema económico, que sin duda afectó a muchas familias y para el cual su hija mostró mucha comprensión al entender que la situación se había vuelto complicada y había cosas que por el momento no se podían permitir adquirir.
Por otro lado, Natalia tuvo que decirle adiós a su padre, y su hija de 10 años le enseñó que a pesar de ya no estar con ellas y no poder despedirle como lo hubiesen deseado, podían recordar al abuelo con una sonrisa y agradecer el tiempo que compartieron juntos.
Necesitan muy poco para ser felices
Y finalmente, algo que hemos repetido en varias ocasiones: lo simple y sencilla que es la felicidad de los niños. Su inocencia y capacidad de asombro les permite entender el gran valor de las pequeñas cosas.
Miry, por ejemplo, notó que a su hijo de tres años le hace realmente feliz el poder bailar y escuchar música, y que a pesar del encierro no pierde la sonrisa ni la energía.
Nalleli, por su lado, descubrió algo similar, al darse cuenta que su hija de cinco años solo necesita cantar y bailar para ser feliz, lo que resulta en una alegría preciosa que termina por contagiar a los demás.
Para Silvia, que es madre de tres hijos y siempre está buscando hacer planes para sorprenderles y tener experiencias inolvidables, el aprendizaje fue preguntarle diréctamente a ellos qué deseaban hacer y darse cuenta que ellos son felices son cosas muy sencillas, como comer helado en invierno o cenar perritos calientes el día de Navidad.
Y finalmente, gracias a su hijo, Abigail nos recuerda que lo único que realmente necesitan nuestros hijos para ser felices no son las cosas materiales, sino a nosotros:
"Aprendí de él, que no importan las circunstancias. Si estás en familia y apoyándonos todo es posible, todo es mejor. Y que la vida es más sencilla si le pones el amor y corazón a las cosas que haces día con día",
En general, todas las madres que compartieron su testimonio pudieron coincidir en que además de conocer aún más a nuestros hijos, este año también nos hizo recibir grandes lecciones de vida a través de ellos.
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