El pasado día 21 de junio un niño de 12 años escapó de casa en Oviedo, y paso una noche sólo en la calle, por miedo a enseñar sus notas en casa. Imagino la angustia que debió pasar su familia, como imagino lo asustado que estaría el pequeño durante todas las horas que pasó vagando.
Afortunadamente, el episodio tuvo un final feliz, aunque con esa edad, son varios los riesgos que corría al tomar una decisión tan poco meditada. ¿Nos ponemos en la piel de los padres y del niño?, puede que el pequeño tuviera sus razones para temer a sus padres (quizás se sentía muy presionado); puede también que los padres tuvieran un interés muy marcado por las buenas calificaciones como medio para progresar académicamente.
Estamos hablando de un niño que habrá acabado quinto o sexto curso de Primaria (según si ha repetido en alguna ocasión), no son edades para sentir una excesiva presión por las notas, y menos aún para que entender que lo son todo en su proceso académico. ¿Cómo reaccionaríais si las notas de vuestros hijos fueran desfavorables?
¿Qué les pides a tus hijos?
Todos los años cuando empieza el curso, los profesores suelen convocar a los familiares a reuniones de grupo, nos explican que en las notas se tienen en cuenta otros aspectos además del resultado de los exámenes trimestrales. Ciertamente, incluso los niños que son buenos estudiantes, pueden tener un día malo y suspender una prueba, aunque esta posibilidad disminuye si conseguimos que nuestros hijos organicen bien el trabajo escolar (a la vez que ellos podrán tener más tiempo libre).
Nos hablan también los docentes de los objetivos a conseguir, y nos cuentan que nuestra implicación es necesaria. Pero a pesar de todo esto, siguen habiendo muchos padres persiguiendo un boletín de notas repleto de ‘excelentes’, como si el resto de consideraciones no importaran.
Si algo he aprendido desde que soy formadora de Escuelas de Padres, es que cuando hablamos del concepto de Éxito Escolar, las visiones son diferentes, para cada madre, para cada padre tiene un significado, y esto evidentemente condiciona la relación con los niños, y el papel que asumen los progenitores en el proceso.
Algunas de las percepciones más interesantes, las comenté este post sobre las ‘habilidades básicas de los padres para influir en el éxito escolar’, me he encontrado a padres cuya meta es que los niños lleguen a ser felices en su etapa escolar, otros que pretenden que disfruten aprendiendo, que aprendan a organizarse mejor para que les quede tiempo que dedicar a otros momentos importantes del crecimiento, etc.
Para mí es mucho más importante el camino que el resultado, no pierdo de vista las capacidades de mis hijos según sus edades, y tampoco me olvido de averiguar cómo se sienten, y qué necesitan de mí. Sé que no siempre es posible prestar una atención tan completa, puesto que ¡hay tantísimos padres que no tienen tiempo de ver a sus hijos!
¿Qué te pedirían tus hijos?
A mí no me gustaría que mis hijos me tuvieran miedo, no es algo que dependa sólo de mí, pero con ese objetivo, ellos saben que en casa pueden conversar y plantear sus dudas y preocupaciones abiertamente. Al mismo tiempo, los padres intentamos (fácil no es, pero lo intentamos) no juzgar, y afrontar los problemas a partir de sus consecuencias.
En general los niños piden menos deberes y más tiempo libre para jugar, piden más presencia de sus papás y mamás, y que estos confíen en sí mismos, para así poder actuar como guías que tienen su propia opinión, y poder mantener una relación de igualdad con el colegio.
Piden también poder canalizar sus emociones y la presión que sienten en el cole, ¿les podemos ayudar en esto?
De castigos o recompensas
Yo no creo que los niños deban recibir un premio por las buenas notas, en primer lugar porque el premio al esfuerzo, es el resultado en sí mismo, en segundo lugar porque no quiero que esa perspectiva condicione su trabajo durante el curso (¿estudiar por el regalo?, no gracias, prefiero entenderlo como un proceso global orientado a los buenos resultados durante toda su estancia en el sistema educativo), y en tercero porque no me parece apropiado que cada vez que llega el verano tenga que comprarles algo, cada vez más costoso (ya se sabe: a mayor edad más demandas), no me gusta sentirme obligada en este sentido.
Y ¿qué hacemos si nuestro hijo suspende?, repetir en Primaria es duro… son aún muy niños; tener que hacer exámenes de recuperación en Septiembre si están en Secundaria, implica un esfuerzo extra durante el verano.
En estas situaciones lo primero que tenemos que hacer es analizar el motivo por el que han obtenido malas calificaciones, y partiendo de él estudiar soluciones a aplicar en el futuro. Reñir a los niños, castigarlos, sirve para que se sientan culpables, de poco más. No es lo mismo hablar con ellos sobre nuestras expectativas, y para que nos cuenten cómo se sienten y qué necesitan.
La solución suele estar en nuestras manos (por algo somos adultos: ya hemos adquirido el pensamiento abstracto): dedicarles más tiempo este verano, pagar unas clases de repaso (o pedirle al hermano mayor que ayude), apoyarles para que vuelvan a confiar en sí mismos. Y sobre todo permitir que el verano lo sea también para ellos: una experiencia que cada año es insuperable, y que recordaran toda su vida.
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