En febrero de 1962 la prestigiosa revista American Journal of Obstetrics and Gynecology presentaba, entre sus artículos científicos, esta "revolucionaria" mesa obstétrica fabricada por American Sterilizer que prometía mejorar de manera significativa el modo de atender a las mujeres tanto en las visitas ginecológicas como en el momento de parir.
Es decir, así se daba a luz hace 50 años y la verdad, viendo la foto, uno siente un poco de escalofríos, y eso que uno es hombre, y no mujer. Pero pensándolo bien, ¿y ahora? Porque esta imagen parece terrible, pero lo de ahora es prácticamente igual. ¿No da que pensar?
Así no pares, así te paren
La atención profesional al parto ha promovido un descenso de mortalidad materna, fetal y de la morbilidad asociada al proceso. El problema es que en un intento de controlarlo todo dicha atención se pasó bastante de rosca hasta llegar a un punto que una mujer no paría, sino que la parían.
Los partos se instrumentalizaron de tal manera que parecía que una mujer ya no iba a ser capaz de dar a luz si no era controlada hasta la saciedad desde el minuto 1. Y se vio que esto no era así y que lo que necesitaba una mujer, en realidad, era tener a profesionales entrenados y experimentados con las manos quietas. Ella dando a luz, y ellos disponibles por si algo se torcía (bien, ya que están, no hace falta que estén mirando, pueden dar ánimo, soporte, cariño y confianza en el proceso).
Pero para llegar a eso, para volver a hacer ese retroceso (o ese avance), falta aún un tiempo. Los profesionales tienen que reciclarse, algunos, que no lo harán porque se anclan en el pasado, tienen que jubilarse y dejar paso a las nuevas hornadas, más concienciadas, los protocolos tienen que ir cumpliéndose y las mujeres, acostumbradas muchas a llegar al hospital a que te saquen al niño, tienen que tomar cartas en el asunto y ser actrices principales junto con sus bebés, pidiendo información en todo momento y tomando decisiones cuando sea preciso.
La mesa AMSCO 800
Por entonces esto era presentado como una auténtica revolución para mejorar los partos. Pero, ¿para quién es mejor, para la madre que está atada por los tobillos, por las muñecas y sujeta por los hombros, o para el ginecólogo, que está sentado de lo más cómodo?
Y repito, es una foto de hace 53 años y ahora la cosa no ha mejorado tanto en muchos casos. Ya no dan tanto miedo, son de color azul, que parece más amigable, tienen menos hierros y se pueden mover de manera que parecen menos "potro de tortura", pero la posición final de la mujer, en muchos partos actuales, es exactamente esa.
¿Y qué hay de malo?
Pues que no es un modo lógico de dar a luz. Imaginad a una mujer en medio de la selva hace miles de años. ¿De verdad pensáis que buscaba un lugar donde ponerse en esa posición?
En el planeta tierra tenemos una fuerza que se llama "fuerza de la gravedad" (ya sabéis, la fuerza que atrae las cosas que hay en la superficie hacia el centro de la tierra), que sí es "Dramatically better" para dar a luz. Hasta los niños lo comprenden: hace un momento tenía a mi hijo de tres años tratando de sacar un trozo de plastilina de un bote y ha puesto la parte abierta del bote hacia abajo, mientras le daba golpes. Lo absurdo habría sido que le diera golpes con la parte abierta hacia arriba.
Pues eso, lo lógico es poner la "parte abierta" hacia abajo, para que el niño salga aprovechando la fuerza de la gravedad, y no en horizontal o, como se ve a la mujer en la fantástica AMSCO 800, ligeramente invertida.
¿53 años para darnos cuenta de que la mujer está mal puesta?
No, no. Esto que digo yo hoy no es más que un recordatorio de algo que se sabe hace décadas. En 1985 se firmó la que conocemos como la Declaración de Fortaleza, organizada por la Organización Mundial de la Salud y la Organización Panamericana de Salud, donde se congregaron comadronas, obstetras, pediatras, epidemiólogos, sociólogos, psicólogos, economistas, administradores sanitarios y madres.
Estaban todos y, entre todos, redactaron un documento en el que estaban las directrices para la asistencia en los nacimientos. Entre muchas recomendaciones, en ella se decidió que las mujeres debían estar acompañadas durante todo el proceso por una persona de confianza, que debía recibir toda la información para que pudiera tomar las decisiones pertinentes, que el bebé debía permanecer con la madre en todo momento, que a la hora de parir se protegiera el periné de la mujer (evitando la episiotomía de rutina), que solo se practicara cesárea en caso de absoluta necesidad y que la mujer tuviera total libertad de movimientos durante la dilatación y el parto, evitando la posición de litotomía, que es la posición en que está la mujer de la mesa obstétrica de la foto y la posición en que ponen aún a muchas mujeres hoy en día para dar a luz.
Desde 1985 y esas recomendaciones solo las sigue una minoría (aquí vendría una expresión con alguna palabra malsonante... os dejo libertad para que escojáis cuál lo define mejor).
Por qué se recomienda no tumbarse en semejante amasijo de hierros
Vale, se ve feo, te suben las piernas, te pones ahí toda abierta delante de los profesionales que te ayudan a dar a luz y lo criticamos porque hace 30 años se dijo en Brasil que había que hacerlo de otra manera, junto con otras recomendaciones que poca gente sigue. Si se hace así, será por algo, ¿no?
Pues sí, es por algo, pero no es porque sea mejor para el bebé o la madre, porque si pensáramos en qué es mejor para la madre no se le aconsejaría subirse a ninguna parte, sino que se le diría "ponte como estés más cómoda, donde quieras", ofreciéndole diferentes métodos que podrían ayudarle a controlar el dolor.
Me diréis, pero tumbada, no se está tan mal, ¿no? Pues no sé. Quizás una mujer sea esa la posición que prefiera, pero la lógica parece estar en contra de esa postura:
- Al tumbarse la mujer, el canal del parto se transforma en una curva ascendente que obliga a la mujer a empujar al feto por un plano inclinado hacia arriba.
- El bebé, por gravedad, queda recostado sobre los grandes vasos sanguíneos de la madre, interfiriendo la circulación, disminuyendo su presión sanguínea y disminuyendo, por lo tanto, la oxigenación fetal. Vamos, que al bajar la presión de la mujer baja la presión en el intercambio de nutrientes placenta-feto, incluido el oxígeno.
- Al evitarse la presión continua de la cabeza del feto sobre el periné no se permite que la distensión del mismo sea pausada y eficaz provocando una distensión más brusca en el momento del expulsivo que lleva a realizar episiotomías innecesarias o que aumenta el riesgo de desgarros.
- El cóccix tiene la capacidad, en un parto vertical, de desplazarse hasta 2 cm hacia atrás para aumentar el espacio. Estando tumbada, no sólo no puede hacerlo, sino que se comprime contra la cama de parto y se desplaza hacia delante, estrechando la salida pélvica.
Así que sí, si pensáis que esa mujer en la mesa de partos no está bien tenéis toda la razón, pero entonces habrá que tener en cuenta que todas las mujeres que hoy en día dan a luz en la misma posición están igualmente en una posición poco recomendable.
Foto | American Journal of Obstetrics and Gynecology, v83 n3, Feb. 1962
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