Hace un tiempo, cuando una mujer daba a luz mediante cesárea, el siguiente parto tenía que ser, sí o sí, cesárea. La evidencia científica decía, sin embargo, que un parto vaginal era posible y que, dado que los riesgos derivados de un parto vaginal son menores que los de una cesárea, estaba indicado intentar un parto vaginal después de cesárea, a los que se les llama PVDC.
Con el paso del tiempo los protocolos han ido cambiando obligados por la práctica de matronas, ginecólogos y madres que han demostrado que es posible dar a luz después de una cesárea. De hecho, hasta se han llegado a ver partos vaginales después de dos cesáreas (PVD2C) e incluso partos vaginales después de tres cesáreas (PVD3C) que, aunque muestran que es posible, son pocos los casos, básicamente porque son pocas las mujeres que tienen 4 o más hijos y son pocas las que cumplen el criterio de “tres cesáreas seguidas".
Tras todo este camino recorrido, dos nuevos estudios concluyen que después de una cesárea es menos arriesgado, tanto para el bebé como para la madre, practicar una nueva cesárea.
El primero de los dos estudios dice…
El primero de los dos estudios se realizó en Australia y en él concluyeron que las mujeres que parieron mediante cesárea, después de una cesárea previa, tuvieron menos riesgo de dar a luz a un bebé sin vida (el 0,9% de las madres corrían ese riesgo) que aquellas que optaron por un parto vaginal (el 2,4% de las madres). Para entenderlo mejor, explicaron que por cada 66 partos por cesárea después de cesárea se podía salvar la vida de un bebé por cada 66 niños que mueren por nacer en un PVDC, uno no lo habría hecho de haberse atendido todos ellos mediante cesárea.
Para llevar a cabo este estudio se contó con 2,345 mujeres con una cesárea anterior y observaron también que las mujeres que habían dado a luz mediante cesárea tenían menos riesgo de padecer hemorragia severa. Se tuvo en cuenta como complicación una pérdida de sangre de 1.500 ml o más y/o la necesidad de hacerse una transfusión de sangre y observaron que sucedió en el 0,8% de las mujeres a las que se les hizo una cesárea (9 de las 1,108 mujeres) y al 2,3% de las mujeres que dieron a luz mediante un parto vaginal (29 de las 1.237 mujeres).
El segundo de los estudios dice…
El segundo de los estudios, realizado en Reino Unido, se hizo con el objetivo de cuantificar y conocer los riesgos de ruptura uterina.
Durante los años 2009 y 2010 se identificaron 159 casos de ruptura uterina. La mayoría, nada menos que 139, ocurrieron en mujeres que habían tenido una cesárea previa (esta es una de las razones por las que una cesárea debe hacerse solo cuando sea estrictamente necesaria).
A la hora de tener a un segundo bebé, se observó que el riesgo de ruptura uterina en un segundo parto era mayor en mujeres que intentaban un parto vaginal (2,1 casos por cada mil PVDC) que en las que tenían a su bebé por cesárea (0,3 casos por cada mil partos por cesárea).
Sin embargo, como decimos, observaron que cuantas más cesáreas tenía una mujer, mayor era el riesgo de ruptura en el siguiente parto: aquellas que habían tenido dos o más hijos por cesárea tenían hasta tres veces más riesgo de padecer ruptura uterina en el siguiente embarazo.
Qué dicen al respecto los expertos
La doctora Virginia Beckett, portavoz del Colegio Real de Obstetras y Ginecólogos del Reino Unido quiso hacer un comentario ante las conclusiones de estos estudios y dijo lo siguiente:
Elegir un nacimiento vaginal o una cesárea conlleva diferentes riesgos y beneficios, pero en general cualquier elección puede ser segura con riesgos muy pequeños. A pesar de que el parto vaginal presenta un riesgo ligeramente más alto de ruptura después de una cesárea previa, esta operación también conlleva riesgos, como coágulos, períodos más largos de recuperación, etc. Es importante que las mujeres discutan las opciones de sus casos individuales con su partera u obstetra.
En el estudio de Reino Unido, donde hablan de ruptura uterina, aseveran que se trata de una complicación muy rara. Puede suceder, porque sucede, pero es peligroso decidir hacer una cesárea posterior basándose en el riesgo de ruptura, por la baja incidencia. Si además de ello sumamos que a más cesáreas, mayor riesgo posterior, la decisión se vuelve aún más problemática.
Por otro lado, habría que entrar a valorar todos los riesgos que conlleva una cesárea: afecta al éxito de la lactancia materna, puede afectar psicológicamente a la madre, hay un mayor riesgo de muerte materna durante el parto, el bebé no se contamina con los microorganismos de la madre, mayor riesgo de diabetes tipo 1 en el bebé, de celiaquía, y más que me dejo, y es que una cesárea no deja de ser una intervención quirúrgica importante con una recuperación peor que la de un parto vaginal.
Dicho de otro modo, como dice la Dra. Beckett, lo mejor es hablar con el equipo médico para tener toda la información y tomar una decisión individualizada al respecto. Mientras tanto, debemos seguir poniendo énfasis en la importancia de evitar los partos por cesárea porque, como vemos, una vez has tenido una, los riesgos en los siguientes partos son mayores.
Vía | BBC
Foto | bionicteaching
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