La cesárea es una intervención quirúrgica cuya finalidad es la de extraer el bebé a través de la barriga y el útero de manera más o menos urgente para evitar complicaciones mayores.
Las tasas de cesárea han llegado a crecer tanto y la seguridad al realizarla es tal que parece que se ha perdido el temor (o ni siquiera se llega a tener) a que te hagan una cesárea.
Unas cuantas conversaciones con mamás recién paridas, o con sus familiares, bastan para recibir diversos mensajes que ensalzan a la cesárea al nivel de “posible opción", perdiendo el estatus de “recurso de emergencia" que debería tener. Y esto da que pensar, pues da la sensación que muchas personas elegirían parir por cesárea si pudieran.
Una amiga mía me comentó una vez que tenía un miedo tan grande a parir que prefería que la durmieran, que le hicieran una cesárea y que al despertar todo hubiera pasado.
Se trata de un caso excepcional, claro, pero mensajes como: “con la cesárea los niños sufren menos" o “es mejor para la madre y para el hijo" hacen que, junto a las elevadísimas tasas de episiotomías en nuestro país, cada vez más madres (y sus familiares) lleguen incluso a pedir parir por cesárea.
Sobre la episiotomía
Es habitual también la frase: “para que te hagan según qué ahí abajo, mejor que te abran" y la verdad es que a veces dan ganas de asentir, porque durante mucho tiempo a muchas mujeres se les han venido haciendo episiotomías casi por protocolo que podrían haberse evitado.
En España, en datos de hace un par de años, se realizan episiotomías en el 90% de los partos. En Suecia en un 5% de ellos.
Por suerte los protocolos están cambiando y los profesionales tienden a respetar cada vez más la fisiología del parto. Esto quiere decir que se está empezando a tener en cuenta la posibilidad de permitir un desgarro.
El desgarro es menos doloroso, hay menos hemorragia y cicatriza mejor que la episiotomía. Esto suena extraño, pues tendemos a pensar que un corte recto curará antes, sin embargo en una cesárea, por ejemplo, los cirujanos hacen un corte limpio en la piel por cuestión estética pero el resto de capas las abren con las manos pues han comprobado que cicatrizan mejor que haciendo cortes con bisturí.
Por otra parte hay que tener en cuenta que tan sólo un 25-30% de las mujeres sufren un desgarro. No tiene sentido, por lo tanto, que al 90% de las parteras se le haga un corte para evitar un desgarro (que muchas veces sería incluso de menos importancia que la misma episiotomía).
El problema entonces no es el parir vaginalmente, sino que los protocolos utilizados hasta ahora (o el modus operandi de los profesionales) han sido poco respetuosos con las mujeres y su sexualidad.
¿Los niños sufren menos?
Es posible que sí sufran menos en el momento de nacer porque no tienen que pasar por el canal del parto. Además, visualmente, se ven niños más “sanos”, ya que no presentan hematomas ni deformidades producidas por la presión al nacer.
Sin embargo, nacer por cesárea comporta unos riesgos diferentes (y mayores) que el parto vaginal.
El paso del canal del parto, que puede parecer perjudicial, es todo lo contrario, un beneficio para los pulmones de los bebés que son “estrujados" por la presión para vaciarse de líquido amniótico y preparase para respirar.
Los niños que nacen por cesárea tienen los pulmones llenos de él y suelen estar entre 24 y 48 horas escupiéndolo y atragantándose con él (lo sé por experiencia y la verdad no es agradable tener a un bebé de dos horas de vida tosiendo y gimiendo porque no puede respirar bien).
Por otra parte, el bebé que nace por cesárea, sin flora intestinal y completamente estéril se contamina de microbios que no son los de su madre, sino los de la sala de partos, el agua con que lo lavan, etc. cuando lo ideal es que se contamine de los microbios de su madre, que son los que su cuerpo ya conoce pues se ha gestado en ella, pasando por la vagina y permaneciendo después en contacto con piel con piel.
Estudios al respecto muestran que los bebés nacidos por cesárea tienen una flora intestinal sustancialmente diferente a los nacidos vía vaginal incluso seis meses después de haber nacido.
Hay además muchos otros factores que inclinan la balanza a favor del parto vaginal, ya que a medida que pasa el tiempo nuevos estudios sugieren que nacer por cesárea podría aumentar el riesgo de algunas enfermedades respiratorias, diabetes tipo 1...
Los riesgos de la cesárea para la madre
No es que quiera asustar a nadie comentándolos, pero estos riesgos son una realidad y por ello se lucha día a día para que las mujeres puedan parir vía vaginal.
Durante y después de la cirugía puede haber lesiones en la vejiga, en el útero y en vasos sanguíneos (2% de las mujeres), hemorragia, coágulos en miembros inferiores (6-20 por mil), embolismo pulmonar (1-2 por mil), parálisis intestinal (10-20% parálisis leve, 1% parálisis grave).
La recuperación, por norma general, es mucho más lenta que en un parto vaginal, ya que hay dificultades para realizar las actividades de la vida diaria (como se dice normalmente, la cesárea es la única operación de cirugía mayor tras la cual a la persona intervenida le entregan a un bebé para cuidarlo). La estancia en el centro hospitalario es más larga (2,3 a 3,5 días en un parto vaginal por 4,7 a 7,5 si cesárea, según comunidad autónoma).
En cesáreas no planeadas (y no esperadas, por lo tanto) hay más probabilidades de experimentar emociones negativas, baja autoestima, sensación de haber fallado y desconcierto (hay madres que explican que al no haber parido sienten que el bebé sigue dentro).
Las consecuencias reproductivas, comparadas con el nacimiento vaginal incluyen incremento de la infertilidad, de abortos, del riesgo de placenta previa (placenta cubriendo el orificio interno del cerviz), de desprendimiento de placenta y de tener partos prematuros.
El riesgo de rotura uterina es también mayor (0,2-0,5% de los partos) que en mujeres que no tengan una cesárea previa (0,05%). Si el parto es además inducido con oxitocina este riesgo aumenta a un 0,8-1,1%, con el agravante que la epidural puede enmascarar el dolor derivado de la rotura uterina.
En resumen, la cesárea es una intervención de urgencia ante posibles complicaciones en un parto que salva la vida o evita complicaciones a miles de madres y a sus bebés cada año (sin ir más lejos, mi primer hijo nació mediante cesárea).
Sin embargo las tasas de cesáreas están todavía por encima del 15% deseado que marca la OMS, siendo casi la mitad de ellas programadas, datos motivados en parte por el aumento de edad media de las madres, los partos múltiples, las solicitudes por parte de las mujeres y la medicina preventiva (evitar denuncias por sospechas de mala práctica).
Fotos | Flickr (karindalziel), Cesarean Art
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