Lo primero es que tenemos derecho a estar acompañadas en todo momento por una persona de nuestra confianza. El que esa persona salga de la habitación, paritorio o quirófano debe ser justificado médicamente de un modo claro. Si su permanencia supone un riesgo para la seguridad de la intervención pueden pedirle que no esté presente, pero en la mayoría de las intervenciones y exámenes puede y debe permanecer a nuestro lado.
Ponernos una vía, hacer una exploración o incluso romper la bolsa no impiden que estemos acompañadas. Incluso en el parto. También en caso de cesárea, hay muchos lugares donde ser permite que nuestro acompañante esté presente asi que podemos incluirlo.
La persona que nos acompaña puede, y normalmente es, ser nuestra pareja, pero no es obligatorio. Puede ser nuestra madre o una amiga. Esta figura es muy importante para la parturienta, pues supone un apoyo emocional y práctico fundamental. Nos hará sentirnos seguras, nos dará mimos y masajes, y sobre todo es quien debe velar para que nuestros deseos y voluntad se cumplan. Debe, por tanto, estar al tanto del Plan de Parto, conocerlo y respetarlo. Algunas mujeres prefieren que sea una doula la que esté presente y para las mujeres de otros paises, sobre todo si no conocen bien el idioma, una intermediadora cultural puede ser la opción mejor.
También tenemos derecho a ser tratadas en todo momento con comprensión y de forma individual. El personal sanitario debe guardar la máxima confidencialidad en todo el proceso y hacernos llegar un trato humano y amable. Parece innecesario recordarlo, pero muchas mujeres refieren que el trato no es que necesitan. La intimidad en la atención y en cuanto al lugar de esta son además indispensables para que el parto suceda sin interrupciones. El estrés y la falta de intimidad interfieren en el parto.
Además tenemos derecho a recibir información completa y veraz sobre la evolución del parto y del estado del bebé. Y el derecho último de decidir sobre cada actuación de los profesionales es nuestro, por lo que debemos ser informadas de cada uno de ellos.
Podemos negarnos a que nos examine o intervenga personal en prácticas, incluso a que estén presentes como observadores. Es nuestro parto y nadie que no sea el personal médico actuante tiene que vernos si no lo deseamos. Eso no quita el que, si realmente no sentimos que eso interfiera en la imprescindible intimidad del proceso, podamos acceder a que el personal que está formándose, nos atienda o esté presente, y en muchos casos las matronas en formación dan muestras de una sensibilidad enorme que es de gran ayuda. Pero siempre el derecho a decidir es nuestro.
Todo esto podemos reflejarlo en nuestro Plan de Parto, aunque sean derechos recogidos por la legislación, no está de más el mencionarlos.
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