Cuando te quedas embarazada empiezas a leer sobre todo lo que te espera. Empiezas a seguir a instamamis, preguntas a tus amigas sobre sus experiencias y en general empiezas a sumergirte en este mundo inesperado y lleno de sorpresas llamada maternidad.
En mi caso, cuando se acercaba la llegada del bebé pensaba -ingenuamente-, que el tema estaba controlado, que me había informado lo suficiente y que igual todo lo que me contaban no era para tanto. Sin embargo, el nacimiento me dio un baño de realidad brutal que no me esperaba: bienvenida al mundo real.
Las cosas no suelen ser como te las cuentan
Con esto no quiero decir que sean mejores o peores: cada embarazo, cada postparto y cada crianza son diferentes (incluso dentro del mismo hogar). Cada bebé trae consigo una historia distinta y por mucho que leamos o que escuchemos, cada uno la vivirá de una forma.
En mi caso, era consciente de que no dormiría igual, que vendrían muchas noches en vela y que sería duro al principio. Sin embargo las cosas se complicaron un poco por un parto prematuro y un bebé con reflujo que precisaba tomar el pecho cada dos horas con su correspondiente paseo por casa para lograr que cogiese peso. O era eso, o biberón, y ese cúmulo de información previa me había convencido de luchar por la lactancia materna. Así lo hice, lo logramos y fue una experiencia maravillosa, pero no sin antes pasar por mucho sacrificio, muchas horas sin dormir y muchas dudas sobre si lo estaba haciendo bien.
Claro, esa es mi historia, y habrán millones infinitamente más duras que la mía, pero todas esas dificultades que pueden aparecer (o no), hacen que seas difícil estar preparada del todo. Echando la vista atrás me doy cuenta que no había idealizado la maternidad, solo que no había tenido en cuenta que hay miles de circunstancias que se pueden presentar y pueden hacer un poco más difícil el camino, sobre todo al principio.
Cómo afrontar la maternidad real cuando nos esperábamos algo distinto
No te sientas culpable por cosas que "debiste" haber hecho y no hiciste
La culpa es un enemigo silencioso que nos suele atacar prácticamente desde que nos enteremos que vamos a ser madres. No creas que debiste haber prestado más atención a los comentarios de tus amigas, o que debiste haber leído más, o que debiste haber dormido más (no somos dromedarios capaces de almacenar horas de sueño en la joroba). Con el tiempo te vas a dar cuenta que hacerlo tampoco iba a modificar mucho las cosas, porque el cambio de vida es tan brutal, que al final todo se convierte en parte de la experiencia.
A la gran mayoría nos pasa eso que estás viviendo, de verdad
Cuando hablo con otras madres sobre el postparto me doy cuenta que hay millones de mujeres sintiendo lo mismo, generalmente en soledad. No eres rara por haber pensado que sería de una forma y ha acabado siendo otra distinta (o al menos no muy parecida a lo imaginado).
Habla y exterioriza todo lo que piensas
Afortunadamente hoy día ya se habla más de la dureza del postparto, de la maternidad y de todo lo que entraña. Hace años esto era impensable porque en teoría las madres debíamos estar radiantes de felicidad por la llegada de nuestro bebé a pesar de cesáreas, episiotomías, mastitis y demás cuestiones.
Comunicarnos es fundamental porque la carga puede llegar a ser muy pesada. Apoyémonos en las personas a las que queremos cuando lo necesitemos (spoiler: poco a poco saldrá a flote esa fuerza interna que ya tenías, pero que seguramente no conocías).
Cuídate
Siempre querremos hacer lo mejor que podemos por nuestros bebés, pero a veces esto consume toda nuestra energía y olvidamos el cuidarnos a nosotras mismas. Sé compasiva contigo misma, mira a tu bebé y celebra el milagro que has logrado, prioriza tu bienestar, porque de esa manera podrás cuidar mejor de él.
Trata de vivir el proceso respetando tus ritmos
En la crianza respetuosa se habla mucho de respetar los tiempos de los bebés, pero poco se habla del respetar los nuestros. No te sientas mal si no surge el "amor a primera vista" con tu bebé, o si el instinto maternal se tarda un poco en aparecer porque estas cosas también suceden y son más comunes de lo que pensamos.
El nacimiento genera un cambio de 180° que requiere una serie de reajustes en todo nivel y en toda nuestra vida. Ese proceso es paulatino y es sano aceptarlo y permitirnos vivirlo a un ritmo distinto, sin preocuparnos por lo que piensen los demás. Lo más importante de nuestra vida está de puertas para adentro, no lo olvides.