Una de las decisiones más trascendentales que se toman en el incipiente papel de padre y madre, cuando el bebé aún está en la barriga, es decidir el nombre de tu hijo o hija. Tratar de imaginar como será, descartar todos aquellos que no os gustan o que os recuerdan a alguien que os cae mal (porque no lo neguemos, es algo que todos hacemos), y llegar al consenso no es un trabajo nada fácil.
Cuando al fin tenemos un claro ganador, puede que suceda algo que no esperas: que a tu familia no le guste y tire por la borda la ilusión que te salta del pecho al anunciar el nombre de tu bebé. Eso fue justo lo que me pasó a mi.
El nombre que elegimos mi pareja y yo era innegociable
Después de mucho tiempo buscando ser padres, de creer durante meses que era niño y que una ecografía de rutina revelara que todos se equivocaban, nos hizo empezar de cero con la búsqueda del nombre. Ya habíamos pasado por estar día tras días tratando de encontrar el nombre perfecto (de niño, claro), así que decidimos hacerlo de otra forma: cada uno escribiría una lista con sus 10 favoritos y tendría una semana de plazo para hacerlo. Al cabo de ese tiempo cada uno la revelaría y observaríamos si coincidía alguno o al menos encontrábamos alguna similitud.
¿Y que pasó? Pues que hubo un nombre que se repitió en las dos listas. Obviamente al verlo se nos iluminó la cara y yo lloré de la emoción porque era el que me encantaba... nombre que por cierto, no había mencionado jamás. Así es como se llama nuestra hija.
Y llegó el drama
Cuando lo contamos a mi familia, una familiar muy cercana y a la que quiero muchísimo se echó las manos a la cabeza y sin nada de tacto me dijo que no le hiciera eso a mi hija. Pronto conocí el sentimiento de culpa proveniente de una fuente inesperada y lo sentí como la aguja que explota el globo de la alegría. Sin embargo en ese preciso momento borró de un plumazo cualquier duda que pudiese tener con respecto al nombre en cuestión: tenía que llamarse así porque desde antes de nacer me hizo ver que sería una mamá leona que no recularía ante nada de lo que estuviese convencida y que tuviese que ver con ella y su crianza.
El día que la conoció, esa persona rompió a llorar, me dijo que era el bebé más bonito que había visto en su vida y que no podría tener un nombre más perfecto. No sé si en ese momento revivió aquel episodio o si aún se acuerda que sucedió, pero ahora, viéndolo con perspectiva y después de haber recibido miles de opiniones y consejos no pedidos durante dos embarazos con sus correspondientes postpartos, sinceramente ya no me parece tan grave.
Por último, un consejo: si algún día te dicen el nombre que una persona le va a poner a su bebé y no te termina de gustar, antes de decir cualquier cosa piensa que ha sido elegido con ilusión, y si estás esperando un bebé, nunca reveles su nombre a menos que lo tengas clarísimo porque siempre habrán voces alrededor que te harán dudar.