¡Vaya cambio al salir de la barriga de mamá! Se pasa de un lugar calentito, donde apenas hay ruidos ni luz, al estresante mundo exterior. Y aunque la calma en la que el bebé se veía envuelto en el útero materno no volverá, pero sí podemos intentar acercarnos. Hoy vamos a ver cómo lograr que la transición al mundo exterior no sea tan traumática y que el bebé se pregunte si realmente ya está fuera de la barriga de la mamá.
Porque realmente a nadie le gustan los cambios bruscos, y que cambio más radical que el que se produce al dejar un entorno en el que te has desenvuelto durante nueve meses para ir a uno totalmente desconocido y diferente. Porque es posible lograr con pequeños pasos que el bebé se sienta mejor, más arropado, más protegido, más calentito. Estos son nuestros consejos para lograr que el recién nacido esté calmado.
Y es que el momento del nacimiento ya supone un gran estrés para el bebé, pero está demostrado que cuanto más humanizado sea el parto menos traumático será el nacimiento. Por eso cada vez más hospitales optan por ofrecer un entorno acogerlo: una sala de dilatación tranquila, con luz tenue, en la que la madre se sienta cómoda y tenga libertad de movimientos...
También se templa la sala para el expulsivo o se intenta que no haya demasiado ruido ni luz y, por supuesto, lo ideal es que el parto esté lo menos instrumentalizado posible mientras estén garantizadas la salud de la madre y el bebé. Eso es lo ideal en el hospital (o en casa, en un entorno mucho más amigable para reproducir las condiciones de calidez apropiadas) antes de que nazca el bebé.
Y una vez fuera, ¿cómo hacer que se sienta como en casa? Algo así como esos bebés que no se dan cuenta de que han nacido... Eso sí, fuera de la bolsa amniótica se van a hacer notar ellos y vamos a ver cómo hacer que estén lo más tranquilos posible.
Cómo calmar al recién nacido
Piel con piel. Es uno de los pasos para la lactancia feliz y también para el bebé feliz. Nada más nacer, se recomienda dejar al bebé sobre el pecho desnudo de la madre, para que esté caliente, para que huela su piel, el calostro y se acerque al pecho instintivamente hasta empezar a mamar gracias al reflejo de succión. Por supuesto, también el padre puede hacer piel con piel con el bebé cuando desee y ofrecerle ese calor, esa calma, ese latir del corazón cercano.
Lactancia materna. La lactancia no solo es el mejor alimento para el bebé, y por ello recomendada por la OMS de manera exclusiva hasta los dos años, con innumerables beneficios para él y para la madre. Le proporciona mucho más que defensas, salud y alimento al entrar en un contacto estrecho con la madre, mientras que sigue sintiendo su calor y su olor de cerca.
No separación madre-bebé, no recomendada tras el parto, ya que e interrumpe el vínculo en un momento crucial de percepción para el bebé y de preparación hormonal de la madre para la lactancia. Psicológicamente, el contacto temprano no interrumpido estimula a la madre y al niño a acostumbrarse el uno al otro. Por ello, se han de retrasar en la medida de lo posible las intervenciones médicas que no sean imprescindibles en estos primero momentos de vida.
Bebé calentito. Cuando nacen, es importante el mantener la temperatura corporal del recién nacido; los bebés que han nacido en habitaciones con bajas temperaturas pueden experimentar descensos marcados de la temperatura corporal y consiguientemente problemas de tipo metabólico. Como hemos dicho, los descensos de la temperatura corporal del recién nacido pueden ser evitados asegurando un contacto directo piel con piel. Una vez en casa, conviene mantener el hogar a una temperatura cálida.
Poca luz. Sobre todo en los primeros momentos de vida al bebé le va a molestar la luz. Aunque no vea bien, el impacto de la luz exterior, acostumbrado a la penumbra del útero, es muy grande. Por ello conviene mantener luces suaves en la medida de lo posible y al aire libre protegerlo muy bien del sol. En casa hay que intentar que diferencie el día y la noche (no dormir durante al día totalmente a oscuras) pero eso no significa que tenga que recibir luz directa ni intensa.
Sin ruidos. Del mismo modo que la luz apenas atravesaba el útero, los sonidos le llegan muy amortiguados. Por eso, el nacimiento supone un fuerte impacto de sonidos nuevos, estridentes, desconocidos y estrenaste. Intentaremos que no haya grandes ruidos a su alrededor, hablarles con voz pausada, no poner música fuerte...
Sobre mamá o papá, en brazos, en el portabebés, junto a ellos para dormir... La cercanía de mamá y de papá continuará reforzando el vínculo con el bebé y este se sentirá más seguro, más tranquilo. Ellos son la más clara referencia que reconocerá, sus voces y poco a poco sus caras ya son familiares para él.
Atiende al bebé en cuanto llore. El bebé está comunicándose a través del llanto, en concreto nos pide ayuda y de cómo actuemos dependerá su futuro. En ocasiones nos costará más calmarlo, otras será más fácil, pero está demostrado: hay que atender al bebé porque sus primeras experiencias de vida determinan su desarrollo cerebral.
Envuélvelo suavemente para dormir boca arriba, dejando la cabeza bien destapada y aportándole sujeción y calidez (pero no excesivo calor), respetando las recomendaciones para prevenir la muerte súbita.
Mueve al bebé despacio, con delicadeza, ya que es muy sensible a los cambios bruscos de posición y él no puede mantenerse por sí solo sino que depende de los demás. Hay que sostener al bebé de modo que no se sobresalte, con movimientos suaves, avisándoles de que lo vamos a mover, con la cabecita siempre bien sujeta...
Avisa de tu presencia. En relación con el punto anterior, el bebé se puede asustar si de repente lo movemos o nos oye junto a él sin haberse percatado de que llegábamos. Por ello, nada mejor que ir hablándoles suavemente cuando nos acercamos y de este modo los preparamos para no llevarse un sobresalto.
Canta nanas, las canciones en boca de mamá y papá son de lo más relajante y les ayudará a calmarse y a dormir mejor, estas melodías desde tiempos inmemoriales a ayudado a muchos bebés a dormirse y a todas las personas a sentirse mejor. Además a los bebés les proporciona muchos beneficios en cuanto a su desarrollo cerebral.
Ponle música. Hay bebés que se relajan con cualquier tipo de música, pero en general la música clásica, melódica, de ritmo suave y por supuesto no a demasiado volumen supone un gran estímulo para el bebé y le ayuda a estar más calmado. Y aunque es probable que a los fetos no les lleguen sonidos del exterior, no perdemos la esperanza y si empezamos a ponerles música durante el embarazo, ¿les calmará más si, una vez nacidos, ya la reconocen de cuando estaban dentro de mamá?
Esperamos que con cariño y mucha paciencia logréis que el recién nacido esté más calmado, lo primordial es mantener la calma nosotros mismos, ya que de otro modo estaremos transmitiendo nuestro nerviosismo al bebé y será más difícil que reaccionemos adecuadamente frente a los imprevistos o el simple cansancio. Papás calmados, bebés calmados.
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