Hace dos días os contamos una noticia que nunca habríamos querido contar: un niño de 6 años está ingresado en la UCI del Hospital Vall d'Hebron de Barcelona aquejado de difteria, estable por el momento, pero grave. El niño no estaba vacunado porque sus padres consideraron que la mejor opción tanto para él como para su hermana era no hacerlo. Es decir, formaban parte de esos padres que coloquialmente se denominan como "antivacunas".
La reacción de este caso de difteria, después de casi 30 años sin ningún caso en el país, ha sido inmensa en todos los medios de comunicación y en las sociedades de pediatría y de sanidad, tratando de ofrecer información y de concienciar de nuevo de lo importante que es que nuestros hijos estén vacunados. ¿Y qué dicen los colectivos antivacunas? Ahora mismo os lo explicamos, porque uno ya no sabe qué pensar: así están reaccionando los antivacunas ante el caso de difteria del niño de Olot: pidiendo que no vacunes.
La Liga por la Libertad de Vacunación
La Liga por la Libertad de Vacunación es en España la agrupación antivacunas más influyente y, por ahora, los únicos que han efectuado un comunicado al respecto. No lo podéis encontrar en su página que está bastante desactualizada, ni en su Twitter, que también está casi muerto (es anecdótico que los padres busquen información fidedigna y actualizada para decidir si vacunar o no a sus hijos y se encuentren con páginas sin vida de aquellos que dicen que tienen esa información), pero sí en alguna página, como la Asociación Vida Sana, que lo ha hecho público y que lo han recibido a través del Dr. Xavier Uriarte, conocido médico antivacunas.
El comunicado dice lo siguiente:
Ante todo, deseamos la buena evolución del niño afectado, ánimos a la familia que está presente y un reconocimiento al trabajo de los profesionales de la salud que asisten al niño afectado por la difteria. Hemos de dejar desde la LLV unos pocos puntos bien claros a las familias, a los profesionales y a la opinión en un tema siempre tan delicado y sensible cuando aparecen ciertas enfermedades infecciosas.
La difteria no es una enfermedad infecciosa inicialmente severa. Solamente cuando se complica puede evolucionar gravemente. La epidemia de difteria en España a lo largo del siglo XX fue remitiendo independientemente de la vacuna. Cuando la epidemia había ya remitido sin vacuna en un 90% se introdujeron unas pocas dosis (104. 616) entre la población española en el año 1950.
Fue entre 1965 y 1980 cuando se llega a una cobertura vacunal de difteria superior al 80%. Tanto la introducción de la vacuna en 1950 como la vacunación masiva referida se atribuyeron el éxito de la vacunación en la remissión de la epidemia. Sin embargo, la epidemia de difteria había ya remitido sin la vacuna. Las condiciones de vida a lo largo del siglo XX y XXI hicieron posible este cambio en la mortalidad y morbilidad de la difteria.
En la composición de la vacuna de la difteria actualmente encontramos difteria, tétanos, tosferina, haemophilus, polio, aluminio (500 microgramos), fenoxietanol, trazas de thiomersal o mercurio (50 microgramos) y polisorbato 80. Quiere esto decir que además de difteria están presentes otras vacunas y componentes tóxicos de alta capacidad lesiva para el organismo vacunado. Entre los efectos adversos posibles de las vacuna de la difteria se contemplan la muerte postvacunal (1 muerte por cada 2.000.000 dosis administradas), reacciones de hipersensibilidad inmunitaria, lesiones neurológicas o encepalopatía postvacunal, nefropatías o lesiones renales (1 persona por cada 1.000-10.000 dosis administradas).
La aparición de una persona afectada de difteria no significa que estemos en epidemia y que la vacuna resuelva la situación, sino que estamos actualmente viviendo una infección que no se presentaba hace tres décadas. Desde la Liga por la Libertad de Vacunación llamamos a las familias que no vacunan a mantenerse en su decisión y a las autoridades sanitarias a que hagan un análisis correcto de la situación.
Liga por la Libertad de Vacunación (LLV)
3 de Junio 2015
Nuestra posición ante el comunicado
Seguramente tendréis vuestra propia opinión ante el comunicado que acabáis de leer y quizás no necesitéis las palabras que vienen a continuación, pero me siento con la obligación moral de responder para poner el contrapunto, porque a mí personalmente me parece de juzgado de guardia que después de un caso como el que está viviendo esa familia se llegue a realizar semejante escrito.
Vamos por párrafos:
Ante todo, deseamos la buena evolución del niño afectado, ánimos a la familia que está presente y un reconocimiento al trabajo de los profesionales de la salud que asisten al niño afectado por la difteria.
Un detalle, pero es un niño que, muy probablemente, no estaría ahora donde está en caso de que en su día, desde los 2 meses de edad, hubiera recibido las pertinentes dosis de vacuna contra la difteria. De hecho, con 6 años de edad, ya llevaría 5 dosis. También es de agradecer que se reconozca el trabajo de los profesionales de la salud que intentan salvar la vida del niño y que, con el fin de prevenir esos casos, recomiendan que los niños perciban las vacunas del calendario sistemático para virus y bacterias tan peligrosos como el sarampión o la difteria.
La difteria no es una enfermedad infecciosa inicialmente severa. Solamente cuando se complica puede evolucionar gravemente. La epidemia de difteria en España a lo largo del siglo XX fue remitiendo independientemente de la vacuna. Cuando la epidemia había ya remitido sin vacuna en un 90% se introdujeron unas pocas dosis (104.616) entre la población española en el año 1950.
Fue entre 1965 y 1980 cuando se llega a una cobertura vacunal de difteria superior al 80%. Tanto la introducción de la vacuna en 1950 como la vacunación masiva referida se atribuyeron el éxito de la vacunación en la remissión de la epidemia. Sin embargo, la epidemia de difteria había ya remitido sin la vacuna. Las condiciones de vida a lo largo del siglo XX y XXI hicieron posible este cambio en la mortalidad y morbilidad de la difteria.
Claro, díselo tú a esos padres, que una pena que se haya complicado y que ahora el niño esté grave... que si no se hubiera complicado él solo sería portador y que podría andar contagiando a otras personas y niños que sí podrían sufrir la complicación. Porque esta bacteria es así, muchas personas la tienen pero no la padecen, y se convierten en portadores. Por eso, precisamente, interesa que la gente esté vacunada, porque en caso de contagio no sufrirá las consecuencias de una infección que se complica al generar la bacteria en el cuerpo la toxina diftérica, que es potencialmente mortal.
Con respecto al número de casos en España, es cierto. La alimentación y la higiene hicieron mucho bien, porque la difteria es una enfermedad que se aprovecha del hacinamiento y las malas condiciones de salubridad para ir contagiando. Solucionando eso, el número de casos desciende una barbaridad. Eso no quiere decir que desaparezca. Es decir, de no haber tenido vacuna, los casos de difteria seguirían siendo diversos anualmente (para muestra un botón) y cada cierto tiempo sufriríamos brotes de la enfermedad.
Comentan que las vacunas llegaron a España en los años 50. En realidad, la Ley de Bases de Sanidad de 1944 definió la obligatoriedad de la vacunación frente a la difteria y la viruela, y a partir de ese momento se empezó a vacunar a la población y a controlar por lo tanto, cada vez más, los casos.
Como veis en el gráfico, extraído de una entrada de nuestros compañeros de Magnet, a partir de los años 40 el número de casos fue disminuyendo gracias a la higiene, gracias a la salubridad de los alimentos y gracias a que la población empezaba a vacunarse contra la difteria.
Al no realizarse una vacunación masiva y ser los porcentajes de vacunación aún bajos, los casos se siguieron sucediendo hasta que a mediados de la década de los 60 se iniciaron campañas de vacunación en todo el país. Esto fue en 1965, cuando se empezó a vacunar a todos los niños de 3 meses a 7 años en campañas realizadas en invierno y en verano con la nueva vacuna DTP (Difteria, Tétanos, Tos ferina).
Gracias a estas campañas el porcentaje de vacunación empezó a aumentar considerablemente y los casos de difteria descendieron hasta llegar a niveles bajísimos. Y así hasta el año 1987, cuando se dio el último caso conocido hasta hace unos días.
Sorprende que nos quieran convencer de que sin las vacunas estaría erradicada la enfermedad, y más cuando ahora la padece, precisamente, un niño que no está vacunado.
Además, tenemos la suerte de poder mirar datos de otros países, que la difteria no es exclusiva nuestra. En Reino Unido vivieron algo parecido. Fue iniciar la vacunación y los casos empezaron a descender:
Seguimos:
En la composición de la vacuna de la difteria actualmente encontramos difteria, tétanos, tosferina, haemophilus, polio, aluminio (500 microgramos), fenoxietanol, trazas de thiomersal o mercurio (50 microgramos) y polisorbato 80. Quiere esto decir que además de difteria están presentes otras vacunas y componentes tóxicos de alta capacidad lesiva para el organismo vacunado. Entre los efectos adversos posibles de las vacuna de la difteria se contemplan la muerte postvacunal (1 muerte por cada 2.000.000 dosis administradas), reacciones de hipersensibilidad inmunitaria, lesiones neurológicas o encepalopatía postvacunal, nefropatías o lesiones renales (1 persona por cada 1.000-10.000 dosis administradas).
Así es, en la vacuna de la difteria hay más vacunas, unidas todas ellas para evitar más pinchazos de los necesarios a los bebés y niños. ¿Es mejor pinchar seis veces para poner seis vacunas o una vez para administrar las seis? Seguro que los niños opinan que es mejor la segunda opción. Se hace porque se puede, porque se ha demostrado que es igual de seguro que hacerlo de manera separada y porque se ha visto que las vacunas son igualmente efectivas. Además de las vacunas hay otros componentes que sirven para potenciar la respuesta inmunitaria en el cuerpo, es decir, para ayudar al cuerpo a crear defensas contra el patógeno para el que se vacuna. ¿Son tóxicos? Bien, tanto como tóxicos no (ya se ha demostrado que el mercurio no causa autismo y que el aluminio no es peligroso -y de serlo, ya podemos dejar de comer frutas y verduras. porque están cargaditas de aluminio-), pero no dejan de ser sustancias químicas introducidas en nuestro cuerpo para provocar una reacción que, en algunos casos, provocan efectos secundarios. Digamos que son como un medicamento (todos sabemos que en los prospectos de los medicamentos están descritos los posibles efectos secundarios), pero que en vez de curar una enfermedad, trata de prevenirla. Aquí, entonces, cabe preguntarse: ¿es mejor prevenir o es mejor curar? ¿Es mejor correr el riesgo de un efecto secundario por las vacunas, normalmente leves y, en caso de ser graves, muy minoritarios, o correr el riesgo de coger la enfermedad? Pues teniendo en cuenta que la tasa de mortalidad por difteria es de aproximadamente un 20% en los menores de 5 años y los mayores de 40, y de un 5 a un 10% para los que tienen entre 5 y 40 años, y que en la década de los años 30 fue la tercera causa principal de muerte en niños de Inglaterra y Gales, parece que lo de vacunar es una solución mejor.
La aparición de una persona afectada de difteria no significa que estemos en epidemia y que la vacuna resuelva la situación, sino que estamos actualmente viviendo una infección que no se presentaba hace tres décadas. Desde la Liga por la Libertad de Vacunación llamamos a las familias que no vacunan a mantenerse en su decisión y a las autoridades sanitarias a que hagan un análisis correcto de la situación.
Claro que no es una epidemia, pero es una enfermedad que ya se había controlado en el país que vuelve a estar presente en el cuerpo de un niño de 6 años que no había decidido nada sobre si ser vacunado o no y cuya vida, ahora mismo, corre peligro. Ahora hay que controlar a todo su entorno, a sus amigos, a sus compañeros de clase y, según se sabe, están todos bastante tranquilos porque todos están vacunados. ¿Si no lo estuvieran? Pues quizás sí podríamos hablar de riesgo de brote y de una posterior epidemia.
Luego solicitan un análisis correcto de la situación y añaden que hacen un llamamiento a las familias que no vacunan para que se mantengan firmes en su decisión de no vacunar. Pues quizás les interese saber que la familia afectada ha decidido no mantenerse firme en la decisión, pues tiene una hija de 2 años que tampoco había sido vacunada que ya ha recibido una dosis de la vacuna contra la difteria y que los padres, por si acaso, han recibido una dosis de recuerdo también.
De verdad que es indignante que ante una situación así no den su brazo a torcer y sigan tergiversando la información y no solo eso, sino que además pidan que los niños no sean vacunados. ¿Se habla de que podría haber acciones legales? Pues espero que empiecen por aquí, por la Liga por la Libertad de Vacunación.
El silencio del resto de los antivacunas
El de la Liga por la Libertad de Vacunación es el único comunicado que se ha hecho público, pero ya veis que ni siquiera se han molestado en publicarlo en su página ni le han dado espacio en su cuenta de Twitter ni en su Facebook. Para aquellos que acudan a ellos buscando una explicación o su posición será difícil hallarla. Vamos, que se habrán sentido con la necesidad de decir algo pero, por si acaso, de decirlo como susurrando, no sea que les den por todas partes.
Algo parecido han debido pensar otras comunidades antivacunas, porque si buscáis páginas de antivacunas en Twitter y Facebook veréis que no hay reacción al caso de difteria. Ni en "No a las vacunas", ni en Libre Vacunación, ni en las páginas de Facebook relacionadas a las vacunas. Son los primeros que hablan de objetividad y de escoger libremente, pues en situaciones así deberían posicionarse o dar su opinión, o como mínimo, debatir en sus páginas sobre el tema, porque ahora el tema de las vacunas está candente y la posición de los antivacunas en entredicho.
Así que ya veis: unos dicen que no vacunemos y los otros no dicen nada. El niño está grave, pero lo más sensato, repito, según ellos, es no vacunarnos. En fin.
El comunicado de la Asociación Española de Pediatría
En contraposición, la Asociación Española de Pediatría emitió ayer un comunicado público para explicar qué es la difteria, cómo se transmite y cuál es el pronóstico, y abogar por la vacunación como la mejor medida de prevención individual y grupal.
Fotos | Fotomontaje realizado con imágenes de Zaldylmg y Lars Plougmann en Flickr, iStock
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