En los niños, esta tendencia alcista es preocupante y está asociada claramente al aumento de la obesidad infantil. Se realizó un estudio en Granada con 119 niños obesos y se demostró gracias a una ecografía hepática que el 43% de ellos presentaban esteatosis (hígado graso) y un 7,6% tenían un aumento de transaminasas (enzimas que se localizan en el hígado y que permiten transformar determinadas sustancias). Hay que recordar que el hígado es la mayor fábrica de nuestro cuerpo y casi siempre se altera por los malos hábitos alimentarios e inadecuados. Son varios los factores que pueden propiciar que un niño sufra de hígado graso, la obesidad, una vida sedentaria o una dieta deficiente y poco equilibrada entre otros, pueden desencadenar un hígado graso y las posteriores consecuencias. Debemos instaurar en los niños desde pequeños los hábitos y estilos de vida adecuados, es la mejor forma de garantizar que no sufran determinadas enfermedades y que vivan una vida plena, sana y equilibrada.
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