Lo primero es tomarle la temperatura cuando el niño está tranquilo para que sea precisa, no hacerlo en pleno berrinche. Usa siempre el mismo termómetro y toma siempre la temperatura en el mismo lugar (debajo del brazo, en la boca o por vía rectal), sino los grados pueden variar.
Las creencias de que hay que abrigar al niño para que transpire la fiebre son falsas. Los médicos recomiendan otros métodos para bajar la temperatura corporal. Puedes, por ejemplo, refrescarle la nuca y la frente con un paño mojado con agua tibia, que también pueden ponerse en las axilas o en las ingles.
Quítale algo de ropa si está muy abrigado y dale un baño con agua tibia. Nunca fría, ya que la contracción capilar dificultaría la pérdida de calor y la sensación no será nada agradable para el niño.
Vístelo con ropa liviana de algodón, déjalo descansar y dale a beber mucho líquido para evitar la deshidratación y contribuir a bajar la temperatura corporal.
Si todas estas medidas no ayudan a bajar la fiebre, acude al médico. Si el bebé tiene menos de tres meses, acude directamente al médico así como si le salen manchas en la piel, vomita o se toca la cabeza como si le doliera. También consulta inmediatamente si el niño tiene antecedentes de convulsiones febriles.
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