Todos esos virus que están agazapados para asaltar sobre nuestros hijos en el invierno y dejarnos ya a todos los de la casa tocados y enlazando un resfriado con otro durante meses tienen enemigos. Y su peor enemigo es nuestro propio cuerpo y sus defensas naturales. Vamos a ver como podemos mejorar las defensas de los niños.
Los virus son parte de nuestro entorno y muchas veces es nuestro estado general, nuestra alimentación, ánimo y las medidas lógicas de protección las que pueden conseguir que no puedan atacarnos y los venzamos al primer ataque, o que, si nos consiguen poner enfermos, acabemos con ellos en el tiempo normal que cursa cada enfermedad.
No hace falta llenarse de remedios más o menos efectivos y más o menos naturales que se ofrecen: complementos, jaleas, pastillitas placebo. Lo que mejor ayudará a nuestros hijos es que su sistema inmune esté en forma y que, dentro de las posibilidades, evitemos las circunstancias que favorecen la enfermedad.
En líneas generales hay algunas pautas que mejoran las defensas, hay otras que evitan los contagios, pero hay una cosa que hay que repetir mucho porque es un mito dañino que parece que se cree mucha gente: ponerse malo cada dos por tres no favorece las defensas, ni exponerse al frío excesivo tampoco.
Evitar enfriamientos
Es decir, la mejor manera de darle oportunidad a nuestras defensas a actuar es no exponerlas innecesariamente a que trabajen pues no por eso van a trabajar mejor, evitando enfriamientos, aunque tampoco tenemos que vivir en una burbuja.
Hay que abrigarse lo suficiente, sin excesos, no fumar delante de los niños ni en ninguna sala que vayan a usar aunque ventilemos, hay que poner calefacción moderadamente y evitar los cambios bruscos de temperaturas.
Hay enfermedades que una vez pasadas ya no pueden, usualmente, recontagiarnos, pero otras, y me refiero especialmente a resfriados, gripes, bronquitis y bronquiolitis, las causan virus que mutan o que son muy diferentes y esas no se evitan por exponerse a contagios prematura y reiteradamente.
Lactancia materna todo el tiempo que se pueda
El sistema inmunitario de los niños madura lentamente y existe un producto 100% natural, sano, perfecto, siempre disponible y estéril que les ayuda a mejorar sus defensas y a resistir mejor a los contagios. Este producto maravilloso es gratis y los niños pueden tomarlo hasta que quieran, siendo perfectamente normal que sigan recibiéndolo hasta los cinco o seis años. Es, como ya suponéis, la leche materna.
La leche materna tiene las defensas que la madre posee y estas pasan al niño, pudiendo considerarse una vacuna natural. Sus propiedades, como "medicamento" y como alimento, no disminuyen con los años sino que se adaptan a las necesidades del niño y concentran estas propiedades.
El efecto protector de la leche materna es constatable en lo que se refiere a otitis, enfermedades respiratorias y gastrointestinales y, en general, se relaciona con menores índices de otras enfermedades como la obesidad, la leucemia y la diabetes. La leche materna es una apuesta de salud.
Por tanto el mejor consejo para mejorar las defensas del niño es amamantarlo en exclusiva durante los primeros seis meses de vida, hasta los dos años como mínimo y seguir con la lactancia tanto tiempo como madre e hijo quieran, recordando que la leche materna es además de alimento, protección tantos años como la tome nuestro hijo.
Retraso en el ingreso en instituciones de cuidado de bebés
La guardería o la escuela infantil son recursos que se hacen indispensables para los padres que trabajan y, ante esa necesidad, si no hay otras posibilidades más personalizadas, poco se puede hacer.
Habrá, si el niño debe ingresar en ellas, compensar sus perjuicios con otras estrategias. Realmente, los niños que van a la guardería enferman más habitualmente estadísticamente y eso se debe, precisamente, a que hay demasiados niños en poco espacio y mantener el aire, las superficies perfectamente higiénicas es inviable.
Por mucho cuidado y esfuerzo que se ponga las condiciones no son las óptimas para los niños, si es posible, estan mejor en casa y con sus padres o familiares cercanos. No tendrán que exponerse a madrugones, frío, menor atención o incluso el sufrimiento emocional que a algunos les produce la separación temprana.
Pero, como decía, enfermar mucho no es una ventaja en ningún aspecto y no refuerza sus defensas, más bien las debilita durante esos primeros años. Los niños van enfermos, es inevitable que se toquen con las manos sucias o llenas de mocos. Los virus hacen una fiesta cada día.
Si debe ir a la guardería y se pone malito frecuentemente, le debemos ofrecer muchos cuidados y muchos mimos, y evitar, por todos los medios, llevarlo hasta que esté completamente recuperado para evitar contagiar a otros o que recaiga. El resto de las medidas de sentido común que os ofrecemos pueden, además, mejorar su estado general y hacerlos más fuertes frente a los contagios.
Así que el segundo consejo sería evitar en lo posible o retrasar al máximo el ingreso a la guardería, buscando otras alternativas al cuidado del niño.
Nutrición sana y equilibrada
Nuestro cuerpo necesita muchas substancias (proteínas, hidratos, minerales, vitaminas, fibra y grasas) para funcionar sanamente y, por supuesto, una buena nutrición ayudará a resistir mejor los contagios.
Proteínas suficientes, verduras crudas y cocidas, fruta, cereales preferentemente integrales y legumbres son la base de un alimentación completa y equilibrada que hará de los niños personas más sanas.
Los dulces, zumos, batidos, bollos y chucherías y snaks sobran en la alimentación diaria tanto por el exceso de azúcar o sal como por las grasas de mala calidad. Asi que si queremos reforzar las defensas de los niños no compremos esas cosas, y recordemos que nada es mejor que lo natural, por muy "enriquecido" que venga de fábrica.
Aire limpio
El aire cargado de contaminación es un factor que favorece contagios y problemas respiratorios. Para mejorar las defensas de nuestros hijos deberíamos darles la oportunidad de respirar aire puro. Deberíamos intentar vivir en sitios con poca contaminación o, por lo menos, compensarles cuando sea posible llevándolos a la montaña o a lugares con aire puro.
También es conveniente ventilar la casa a diario y dejar que entre el aire limpio después de la noche.
Higiene
La higiene excesiva es perjudicial para la piel e incluso puede ser que predisponga a alergias y otros trastornos, pero lavarse las manos antes y después de comer y siempre que vayamos al baño y más frecuentemente si es posible es una costumbre muy importante para prevenir contagios y debemos enseñárselo a los niños con nuestro ejemplo lo antes posible.
Reitero, con el ejemplo, no vale decirles que se laven las manos, hay que mostrarlo y además, hacerlo, pues si no lo hacemos podemos ser nosotros los que les contagiemos.
Juego, felicidad, descanso y ejercicio
Los niños necesitan desarrollarse mediante el juego lo más libre posible y preservar este derecho es una necesidad real para su salud emocional y hasta física, pues es la base de su ejercicio.
Pero, por supuesto, también necesitan correr al aire libre, saltar y permitir que su cuerpo crezca naturalmente armonioso, dándole todo el ejercicio que necesita.
Y además, que es igualmente importante, necesitan descansar adecuadamente, no importa si no es de un tirón, lo que importa es que sea todas las horas que su cuerpo les pida, sin madrugones, sin llantos nocturnos, sin sentirse asustados. Dormir, si, pero dormir en paz, acompañados si lo necesitan y solos si lo prefieren. Deberían, además, tener ratos de descanso libremente cuando su cuerpo se lo pidiera y poder echar la siesta cuando tuvieran sueño después de comer.
Y para terminar, la mejor de las recetas para las defensas de todos, la felicidad. Por supuesto no podemos garantizar que no pasen cosas desagradables en la vida, pero si el que la tristeza, el miedo o la depresión, incluso, minen sus energías y sus defensas.
Mis recetas para mejorar las defensas son sencillas: lactancia, juegos, aire libre, vida sana, higiene básica, alimentación natural y felicidad.
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