La dermatitis atópica es una enfermedad inflamatoria de la piel que afecta a aproximadamente el 20% de los niños menores de seis años, incidencia que ha aumentado notablemente en los países desarrollados en los últimos años. En la actualidad, se cree que uno de cada tres niños recién nacidos desarrollará la afección. De hecho, es la enfermedad cutánea más frecuente en los niños y la que motiva más visitas al pediatra.
Es una enfermedad asociada a un desequilibrio del sistema inmunológico cuyos orígenes tienen un gran componente genético pero en el que influyen también cada vez más las condiciones medioambientales.
Se manifiesta con descamaciones, sequedad y lesiones rojizas que producen picor. Estas suelen aparecer en las zonas redondeadas en bebés (mentón, rodillas, codos, frente) y en el interior de los codos, detrás de las rodillas, pies, manos, torso y cuello en los niños.
La dermatitis atópica tiende a hacer erupción cuando se expone a factores irritantes como: disolventes químicos industriales, detergentes, humo de tabaco, pinturas blanqueadoras, lanas, comidas ácidas y/o astringentes, productos del cuidado de la piel que contienen alcohol y algunos jabones y perfumes. Es una enfermedad crónica en la que se alternan brotes intermitentes y fases de remisión.
En el 45% de los casos, la dermatitis atópica aparece antes de los seis meses de vida, en el 60% aparece antes del año de vida y en el 85% antes de los cinco años. Aunque se estima que en el 70% de los casos desaparece en la adolescencia.
11 consejos para cuidar la dermatitis atópica
Evitar, en la medida de lo posible, aquellos factores que pudieran desencadenar un brote de dermatitis atópica, como temperatura excesiva, humedad escasa o contacto con ciertos tejidos, como lana o seda.
La exposición de las zonas dañadas al sol podría resultar beneficiosa, siempre y cuando el paciente no esté siendo tratado con antihistamínicos orales o tópicos.
No es recomendable bañar al niño a diario, y es preferible, salvo que sea necesario, que la frecuencia no sea mayor de 2-3 baños/duchas semanales. Sin embargo, hay estudios que aseguran que el baño diario no es malo para los niños con dermatitis atópica, siempre que la hidratación tras el baño sea abundante.
Intentar evitar el rascado de las lesiones, ya que puede dar lugar a lesiones más importantes e incluso a infecciones dérmicas. En los niños pequeños, es aconsejable cortarles las uñas para evitar que se lesionen la piel al rascarse.
Se recomienda aislar las lesiones dérmicas con ropa o guantes ligeros, que no aprieten y permitan la transpiración. El algodón es uno de los tejidos más adecuados para pacientes con dermatitis atópica.
Evitar que el niño sude y que así la piel pueda irritarse. Si suda, lavarle inmediatamente.
Se recomienda que los niños con dermatitis atópica se bañen con agua templada (entre 25 y 33 grados, el agua demasiado caliente reseca la piel), durante unos 10 minutos máximo. La adición de sustancias emolientes, como la avena, al agua del baño podría mejorar el estado de la piel.
Se aconseja emplear un jabón de pH ligeramente ácido (5,5-6) para proteger el manto graso de la piel, y sin agentes irritantes.
Tras el baño, con la piel todavía húmeda, aplicar un aceite de baño. Secar la piel sin frotar con una toalla suave, y aplicar una crema emoliente, siendo especialmente recomendables las que contienen en su composición ácidos grasos omega.
Existen fármacos como los corticoides y los inmunosupresores que se han mostrado eficaces para eliminar los síntomas de las crisis. Sin embargo, se deben seguir las recomendaciones del médico y/o del farmacéutico para que su uso se haga con las mayores garantías de seguridad posibles, especialmente en cuanto a la dosis.
Airear la casa cada día y no abusar de la calefacción en invierno. Los cambios bruscos de temperatura pueden desencadenar un brote.