En noviembre de 2016 publiqué un post en el que explicaba cómo los biberones "de ayuda" de las maternidades, que en muchos casos se conocen como "biberón pirata", porque se le da a los bebés sin que la madre lo sepa, y normalmente sin que en realidad el bebé lo necesite, estaba provocando muchos casos de alergia a la proteína de la leche de vaca (APLV).
Ahora, más de un año después, os contamos que un estudio que se está realizando en el Hospital de Guadalajara apoya esta conclusión al dar por buena, por ahora, la hipótesis que dice que dar leche artificial a los bebés (que proviene de la leche de vaca y contiene esas proteínas), para luego seguir con lactancia materna exclusiva, aumenta el riesgo de que al volver a ofrecerla el cuerpo reaccione.
Una exposición que prepara al cuerpo para reaccionar
Según leemos en Redacción médica, el coordinador principal de la investigación, Gonzalo Galicia, asegura que el riesgo sucede al dar leche artificial a un bebé que después hará lactancia materna exclusiva durante meses. Al volver a dar biberón, la memoria inmunológica queda estimulada, y hay más probabilidad de que aparezca alergia.
Esto, en cristiano, podría resumirse así:
La leche de vaca no es un alimento que toleremos porque sí, porque no es un alimento de nuestra especie, y nuestro cuerpo tiene que aceptarlo. El intestino de un bebé tiene la misión de defenderlo de sustancias peligrosas ajenas, así que cuando llega algo nuevo tiene que decidir si es un peligro (provocando respuesta inmunológica) o si no lo es.
Así, cuando un alimento llega por primera vez, el intestino decide si va a ser un antígeno (alimento extraño) "amigo", o si lo va a considerar "enemigo". Esta diferencia es difícil de explicar porque ni siquiera se sabe bien por qué se produce: se habla de que es algo multifactorial que depende de la predisposición genética a tener alergia a algún alimento, la naturaleza del alimento, la cantidad que recibe, la frecuencia, la edad al consumirlo por primera vez, el estado inmunológico del bebé (que no esté malito), si la madre consumía ese alimento embarazada, si lo consume mientras amamanta, etc.
Pues bien, al parecer, los primeros biberones de leche artificial son suficientes para provocar respuesta contraria en algunos bebés, pero son insuficientes para provocar tolerancia al alimento. Dicho de otro modo, si siguieran tomando biberón más días, más veces, el riesgo de alergia sería menor que si se retira el biberón y entonces se sigue con lactancia materna exclusiva.
Pero esto no quiere decir que sea mejor hacer una lactancia mixta para evitar alergia, sino que los biberones deberían limitarse, en los primeros días, a lo imprescindible: que ya no existan biberones pirata y que en caso de necesitar suplemento, intentar siempre que sea de leche materna, y si ha de ser leche artificial, valorar la posibilidad de que sea hidrolizada, para que el cuerpo del bebé no se ponga "a la defensiva".
Vieron que se confirma la teoría
Tanto explicar la hipótesis, resulta que no os estaba dando los datos del estudio. Para llevarlo a cabo se cogió una muestra de 77 niños diagnosticados de APLV, para ver si había algunos factores perinatales asociados al diagnóstico. Vieron que había asociación entre el biberón inicial de suplemento y el diagnóstico, y por eso van a hacer ahora una nueva investigación con un grupo de control para establecer si hay causalidad, o si en realidad no hay relación.
En palabras de Galicia:
La elección del tema estaba motivado por el hecho de que la alergia a la leche de vaca es cada vez más prevalente y queríamos valorar qué factores podían estar influyendo en su aparición desde los primeros días de vida del niño. El objetivo es evitar su aparición y que los especialistas puedan identificar precozmente los síntomas de una patología que ocasionalmente tarda en identificase y suele conllevar un gran gasto sanitario, además de la merma en la salud y bienestar del niño.
Pero, ¿de verdad se dan biberones "pirata"?
Yo los he visto. Y también muchas madres (porque hablo a diario con muchas madres y padres en las redes sociales y en la consulta) me han hablado de ello. Estoy seguro de que cada vez sucede en menos hospitales, pero sí, muchos bebés llegan a los brazos de sus madres con el estómago lleno de un biberón que nadie pidió, ni siquiera el bebé.
O eso, o cada tres horas aparece una enfermera o auxiliar con un biberón y lo deja en la mesita, por si se lo quieren dar, ya sea que esté dando biberón, ya sea que estén intentando dar lactancia exclusiva.
¿Y no sería mejor ayudar a las madres a amamantar?
Por supuesto. Hablamos de mujeres que luego van a hacer lactancia exclusiva, o al menos lo van a intentar. Si están teniendo dificultades, lo lógico es que reciban la mejor atención, y que alguien experto en lactancia empiece a ofrecer soluciones, precisamente para disminuir tanto como sea posible la suplementación con leche artificial.
Si finalmente hace falta (porque ojo, importa más la vida del bebé que una posible alergia futura), se suplementa con vasito, con relactador o con jeringa (maniobra dedo jeringa), para evitar en lo posible la confusión entre el pezón y la tetina.
Mientras tanto se estudian las posibles causas de necesitar suplemento y se promueve la extracción de leche por parte de la madre, para conseguir el objetivo final, que es lograr una lactancia materna exclusiva exitosa.
Para reducir el riesgo de alergia al suplementar, quizás la mejor opción sea con leche hidrolizada, ya que como comenta el mismo Gonzalo Galicia, es una leche "cuya proteína va en partes tan pequeñas que nuestro sistema inmune no es capaz de identificarlo y no genera esa memoria".
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