Herpes labial en niños: por qué aparece y cómo podemos aliviar sus síntomas

El herpes labial, también conocido como herpes oral, herpes febril o "calentura", es una lesión a base de ampollas que aparece en los labios o alrededores de la boca, y que puede llegar a ser muy molesta para el niño.

Está causado por el virus del herpes simplex, es muy contagioso y especialmente peligroso en bebés menores de seis meses. Te contamos cómo se contagia el herpes labial, qué síntomas presenta y cómo podemos aliviar sus síntomas.

Virus del herpes simplex

El virus del herpes simplex (VHS), que se divide en tipo 1 y tipo 2, es el causante del herpes labial o calentura, aunque la mayoría de los herpes labiales están provocados por el VHS-1, especialmente en la infancia.

Se estima que la mayoría de los niños de entre cinco y seis años ya ha entrado en contacto con el virus por primera vez, aunque algunos es posible que lo hagan más tarde.

Según la OMS, casi el 70 por ciento de la población menor de 50 años estaría infectada por el virus, pero gracias a las defensas del organismo, este pasa desapercibido sin provocar síntomas. Tan solo en determinadas situaciones es cuando se activa y causa las lesiones orales.

El virus es altamente contagioso, se tengan o no síntomas. Y aunque para la mayoría de nosotros no es peligroso, sí podría serlo para personas con un sistema inmunitario debilitado o para bebés menores de seis meses.

¿Cuándo y por qué aparece el herpes labial?

Cuando una persona entra en contacto con el virus, este permanece "dormido" hasta que se reactiva por determinadas circunstancias, como por ejemplo:

Algunas personas son más propensas que otras al herpes labial, y cualquier circunstancia hace que aparezca la lesión. En esos casos hablaríamos de herpes recurrentes (seis o más episodios al año), y es importante consultarlo con el pediatra si se produce.

Síntomas del herpes labial

El herpes labial suele desarrollarse en la zona externa de los labios, si bien también podría aparecer también en la parte interior, aunque no debe confundirse con las aftas. Otras localizaciones frecuentes suelen ser alrededor de la boca, como por ejemplo la barbilla, las mejillas e incluso cerca de la nariz.

Los síntomas iniciales son un leve hormigueo o ardor en una zona específica de la piel, que se produce incluso antes de que podamos ver la lesión. Posteriormente, aparecerá una pequeña ampolla de color rojizo y con vesícula, que se irá reproduciendo (a modo de racimo) y haciendo más grande con el paso de las horas.

Durante los primeros días, la lesión suele escocer, picar y doler hasta la formación de la costra, que en un plazo de entre una y dos semanas se secará y caerá.

Cuando el niño entra por primera vez en contacto con el virus, especialmente si es menor de cinco años, puede presentar otros síntomas asociados, como fiebre alta, babeo, inflamación de las encías (gingivitis), ganglios en el cuello y dificultad para comer, debido a lesiones orales internas.

Cómo se contagia y cómo puede prevenirse

Cualquier persona que haya entrado por primera vez en contacto con este virus, presente o no presente síntomas, puede contagiarlo a través de la saliva, aunque el contagio se maximiza en los momentos de brotes.

Puesto que se puede contagiar sin tener síntomas (y, por tanto, no ser visible para otras personas), la mejor forma de prevenirlo es educando desde niños sobre las medidas de higiene y contacto: enseñándoles a no besar en la boca y a no compartir ciertos objetos con otras personas, como vasos, cubiertos, servilletas, cepillos de dientes...

Si tu bebé es menor de seis meses no permitas que nadie lo bese en la boca ni en las manos, y en caso de que alguna persona cercana tenga herpes labial, la AEPap recomienda utilizar mascarilla y cubrir las lesiones cutáneas.

Otras medidas de prevención que podemos llevar a cabo son:

  • Utilizar cacao labial y crema facial con protector solar antes de exponernos al sol (esquí, salidas al campo, playa...)

  • Mantener la piel de los labios siempre hidratada, para evitar su sequedad

  • No morderse los labios ni morder objetos que puedan causar pequeñas heridas y traumatismos, que puedan llevar aparejado la aparición posterior de herpes labiales

  • En caso de herpes recurrentes, si hemos identificado el motivo principal por el cual se producen, tratar de evitar esos desencadenantes en la medida de lo posible

¿Por qué es peligroso en bebés menores de seis meses?

Aunque es muy infrecuente que este virus se de en lactantes (según la AEPap, en 2016 se dieron tres posibles casos en una muestra de 3.401 lactantes), de producirse podría llegar a ser muy grave e incluso mortal. Esto sucede porque su sistema inmune es todavía inmaduro y la infección podría propagarse rápidamente y afectar a los órganos vitales.

En el caso del recién nacido el contagio puede darse debido a una infección intrauterina durante la última etapa del embarazo, o a través del contacto con las secreciones genitales del canal de parto infectado, si bien, como decimos, se trataría de una afección rara, con una frecuencia estimada de diez casos por 100.000 nacidos.

Tratamiento contra el herpes labial

Por lo general, el herpes labial no requiere de ningún tratamiento específico, y en el transcurso de dos semanas habrá curado por completo. Eso sí, es recomendable mantener la zona hidratada con vaselina o cacao labial -de cara a evitar que la costra sangre-, lavarse las manos con frecuencia, y no tocarse las lesiones, para evitar que la infección se extienda a otras zonas de la piel.

Pero puede haber casos en niños (especialmente si se trata de la primera infección) que requieran de una mayor atención. El pediatra nos dirá cómo proceder al respecto, pero las indicaciones generales de la AEP son las siguientes:

  • Uso de paracetamol o ibuprofeno para aliviar el malestar ocasionado por la fiebre

  • Uso de anestésicos locales para reducir el dolor de las lesiones y la gingivitis.

  • Dieta blanda y alimentos fríos en caso de que exista dificultad para comer.

  • Aumento en la ingesta de líquidos para prevenir la deshidratación.

  • En determinados casos podría ser necesario el tratamiento con antivirales específicos, que si bien no curan la infección sí podrían ayudar a minimizar los síntomas.

Debemos consultar con el médico si los síntomas empeoran o persisten más allá de dos semanas, si se acompaña de irritación ocular, y, por supuesto, si se produce en bebés o niños con el sistema inmunitario debilitado.

Fotos | iStock

Vía | En Familia - AEP

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