El trote del caballo estimula los músculos y articulaciones del jinete, estos movimientos de vaivén se parecen a los que nuestro cuerpo realiza al caminar, la diferencia es que no existe la pasividad del caminar, hay que reaccionar ante los diferentes estímulos que proporciona el movimiento del caballo, hay que adaptarse a los ritmos, a los 110 movimientos por minuto que, según dicen, realiza el caballo, provocando así una reacción además de muscular, sensorial. Además, según las necesidades de cada paciente, se realizan distintos ejercicios con ayuda del animal.
Las pruebas han demostrado que la hipoterapia puede ser realmente efectiva con niños autistas, que muestran sus sentimientos al animal cuando no lo hacen hacia sus familiares más cercanos, con niños hiperactivos que consiguen llegar a estados de relajación, e incluso jóvenes en silla de ruedas han logrado caminar. También se han conocido mejorías en pacientes con síndrome de Down, espina bífida, problemas de comportamiento o distintos trastornos.
Los niños que se someten a la hipoterapia tienen mayores alicientes, ya que esta terapia puede ser tomada como un hobby, una diversión. No es lo mismo encerrarse entre cuatro paredes llenas de máquinas que encontrarse al aire libre disfrutando de un entorno natural.
El caballo produce efectos físicos beneficiosos en los niños, el calor corporal y su gran tamaño, transmiten protección, solidez al abrazarlo y tocarlo. Estimula la concentración y la motivación, colabora en el aumento de la autoestima, así como la capacidad de percibir estímulos.
Todo son beneficios, en el enlace inferior podéis encontrar una extensa explicación de las indicaciones y aplicaciones, del desarrollo de una sesión de hipoterapia e incluso un listado de los centros homologados por la Federación Hípica Internacional en nuestro país.
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