Para calcular el contenido de grasa del cuerpo se utiliza el índice de masa corporal (IMC) que se obtiene de dividir el peso (en kg) entre la talla (en metros) al cuadrado. El resultado obtenido permite clasificar a las personas en tres niveles de peso: bajo peso, sobrepeso y obesidad.
Según expertos del Centro de Formación Deusto Salud, los niños con un percentil de índice de masa corporal del 95% o superior tienen más posibilidades de padecer enfermedades cardiovasculares.
Estos datos ponen de manifiesto, una vez más, la importancia de cuidar la alimentación de nuestros hijos y procurar hábitos de vida saludables que ayuden a prevenir la obesidad y sus riesgos asociados.
¿Cómo saber si un niño tiene obesidad o sobrepeso?
La obesidad es un problema en aumento en los países desarrollados y afecta también a los niños y adolescentes; de hecho, es considerada como "la epidemia del siglo XXI". Y es que desde 1975, la obesidad casi se ha triplicado en el mundo. La OMS calculó en 2016 que había más de 340 millones de niños y adolescentes con sobrepeso u obesidad.
Pero la obesidad también afecta a la primera infancia. No en vano, se calcula que 41 millones de niños menores de cinco años en todo el mundo tiene este problema.
En nuestro país, el estudio Aladino de 2019 (estudio sobre la alimentación, actividad física, desarrollo infantil y obesidad en España) estimó que en los niños entre seis y nueve años la prevalencia de sobrepeso era del 23% y la de la obesidad del 17,3%. Estos datos son, sin duda, realmente preocupantes.
Para saber si un niño tiene obesidad o sobrepeso debemos calcular su IMC. Pero también es importante tener en cuenta que los niños crecen constantemente y a diferentes ritmos, y que la grasa del cuerpo se distribuye de manera diferente en el caso de los niños y de las niñas.
Por todo ello, además de utilizar el IMC es necesario compararlo con su percentil de peso y altura.
De este modo, entre los cinco y los 19 años se consideraría que un niño padece obesidad si su IMC está por encima del percentil 95 para su sexo y edad (o 2 desviaciones estándar); y sobrepeso si su percentil está por encima del percentil 85 (o una desviación estándar).
En el caso de los menores de cinco años, la OMS define sobrepeso como un peso para la estatura con más de dos desviaciones estándar por encima de la mediana para su edad y sexo, y obesidad si supera tres desviaciones estándar.
Diabetes, colesterol elevado e hipertensión: algunos de los problemas asociados a la obesidad
Pero además, el sobrepeso se asocia a otros problemas de salud como la hipertensión arterial, que en algunos casos puede incluso empezar a manifestarse a muy temprana edad.
Se calcula que un 3% de los niños con obesidad padece esta condición, que puede verse seriamente por un exceso de sal en la dieta, aumentando hasta en un 36% las probabilidades de padecerla.
Como consecuencia del aumento de la tensión arterial, se produce también un aumento del riesgo de enfermedad cardiovascular y de muerte prematura en la edad adulta.
Por otro lado, la obesidad y el sobrepeso también se relacionan con la hipercolesterolemia (colesterol elevado). En el caso de muchos niños, el colesterol elevado viene dado por una mala alimentación seguida de sedentarismo. Los niveles de colesterol recomendados en la infancia por los expertos son de 170 mg/dL, siendo de 110 mg/dL el denominado "colesterol malo".
El exceso de peso en la infancia también se asocia a una menor tolerancia al ejercicio físico, trastornos respiratorios durante el sueño (hasta un 40% de los casos) y problemas articulares.
Pero los riesgos van más allá del plano físico, ya que también pueden afectar psicológicamente acarreando problemas de autoestima, de relación con los compañeros, depresión, tristeza y fracaso escolar.
Alimentación saludable y ejercicio: los dos pilares básicos para tratar y prevenir la obesidad infantil
Los padres podemos prevenir la obesidad y el sobrepeso de nuestros hijos manteniendo una buena alimentación (que ya debe comenzar desde el embarazo), evitando el sedentarismo y procurando llevar hábitos de vida saludables.
Mientras son bebés, es recomendable optar por lactancia materna exclusiva durante los seis primeros meses, y mantenerla después acompañada de otros alimentos hasta los dos años o más. En caso de optar por lactancia artificial debemos preparar los biberones con una cantidad acorde a las necesidades del bebé.
A partir de los dos años, los expertos recomiendan reducir un 30% las calorías de la dietas; evitar el consumo de bebidas azucaradas, refrescos y bebidas energéticas; evitar alimentos ultraprocesados, comida rápida y bollería industrial, y equilibrar el consumo de proteínas.
De igual modo, hay que asegurar el consumo de grasas de buena calidad, de alimentos ricos en fibra, frutas y verduras, cereales integrales, frutos secos y legumbres.
En el caso de niños con colesterol elevado es fundamental disminuir las grasas, menos del 7% de las calorías saturadas y aumentar el consumo de fibra.
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