Tortícolis muscular congénita del lactante: por qué mi bebé tiene su cabecita girada siempre al mismo lado y cómo corregirlo

¿Quién no ha sufrido alguna vez una tortícolis tras pasar la noche con el cuello en una mala postura? Esta lesión, provocada por movimientos bruscos del cuello o malas posturas, se denomina 'tortícolis adquirida' y puede presentarse tanto en adultos como en niños.

Pero existe otro tipo de tortícolis que se manifiesta desde el nacimiento o primeras semanas de vida y que impide al bebé girar la cabeza hacia uno de los lados. Se trata de la 'tortícolis muscular congénita', una patología que puede estar provocada por varios motivos, y aunque en la mayoría de los casos no reviste gravedad y evoluciona favorablemente, es importante diagnosticarla y tratarla de manera precoz.

¿Qué es la tortícolis muscular congénita del lactante?

La tortícolis muscular congénita del bebé es aquella que aparece desde el nacimiento o en los dos meses siguientes de vida. Se trata de una contractura muscular del cuello que hace que el bebé tenga siempre su cabecita inclinada hacia el mismo lado y con la barbilla apuntando hacia el lado contrario, presentando dificultades para cambiar su postura.

Según la Asociación Española de Pediatría, se trataría de una lesión muy común en los recién nacidos, que si bien no suele tener importantes consecuencias, es necesario tratar de manera precoz.

La tortícolis congénita afecta por igual a niños que a niñas y se presenta con mayor frecuencia en el lado derecho.

¿Por qué se produce?

La causa más común de la tortícolis del lactante es una lesión en el esternocleidomastoideo, un músculo grande y grueso que discurre a ambos lados del cuello, extendiéndose desde la parte posterior de las orejas y hasta la clavícula.

Estaría provocada por dos posibles causas:

  • Una mala posición del bebé dentro del útero materno: ocurre con más frecuencia en los bebés que han estado colocados de nalgas
  • Un parto difícil (bebés grandes) y/o instrumentalizado se asocia con frecuencia al desarrollo de tortícolis congénita, pues el uso de fórceps o ventosas ejercen una gran presión sobre este músculo, pudiendo hacer que se tense y se produzca la lesión

En estos casos, es posible palpar a lo largo del músculo un pequeño nódulo o bulto del tamaño de una aceituna. Este bultito desaparecerá a medida que vaya mejorando la tortícolis.

La tortícolis del bebé también podría estar provocada por problemas óseos o anomalías congénitas, pero esto sucede en muy raras ocasiones.

¿Le duele?

Si has tenido tortícolis alguna vez sabrás que es bastante doloroso, sin embargo, según leemos en la web especializada en salud infantil, Kids Health, en el caso de los bebés no parece ser así, y afortunadamente la mayoría no notaría ningún dolor.

¿Qué consecuencias puede tener la tortícolis muscular congénita?

Además de la dificultad para girar la cabeza hacia el lado contrario -algo que en ocasiones puede pasar desapercibido a los padres en los primeros días o semanas de vida-, el bebé con tortícolis muscular congénita podría presentar los siguientes problemas:

  • Dificultad para mamar de uno de los dos pechos, al no poder girar el cuello
  • Aplanamiento de un lado de la cabeza (plagiocefalia), ya que al tumbarle siempre apoyará el mimo lado. Esta asimetría debido al aplanamiento no repercute en el correcto desarrollo del cerebro
  • En los casos más graves podrían darse también otras anomalías en los músculos, los huesos y las articulaciones

Además, asociado a la tortícolis congénita suele presentarse displasia de cadera, ya que esta es otra de las lesiones típicas que aparecen tras un parto difícil o una postura anómala en el útero.

¿Cómo se diagnostica?

El pediatra suele diagnosticar este problema en las revisiones del bebé, aunque en ocasiones puede ser necesario acompañar el diagnóstico de otras pruebas complementarias como ecografías o radiografías, que darán una visión más precisa del músculo del cuello y otras posibles anomalías asociadas.

¿Cómo se trata la tortícolis muscular congénita?

Dependiendo del momento del diagnóstico y la severidad del problema, el tratamiento puede variar, pero en la mayoría de los casos pasaría por:

  • Realizar una serie de ejercicios en casa que ayuden al bebé a movilizar y estirar el cuello. Estos ejercicios deben hacerlos los padres, siguiendo las pautas que les haya marcado el pediatra o el fisioterapeuta
  • Podría ser recomendable complementar estos ejercicios rutinarios con los de un fisioterapeuta en consulta

Además, siempre es aconsejable colocar al bebé boca abajo durante algunos ratitos al día mientras esté despierto, pues de esta forma fortalecerá los músculos del cuello y la espalda y se evitará el aplanamiento de un lado de la cabeza.

Desde la Asociación Española de Pediatría de atención primaria recomiendan también:

  • Ofrecer al bebé tomas de pecho o biberón por el lado que le cueste más trabajo, para incitarle a girar la cabeza
  • Hacer lo mismo a la hora de mostrarle juguetes con estímulos visuales y auditivos
  • Colocar la cuna de tal forma que al acostar al bebé (¡siempre boca arriba!) este se vea obligado a girar el cuello hacia el lado que le cuesta más trabajo para establecer contacto visual con mamá o papá

En la mayoría de las ocasiones la evolución es favorable y la lesión se corrige sin ningún tipo de secuela ni deformidad. Según el hospital Stanford Children's Health, en muy raras ocasiones podría ser necesario recurrir a la cirugía para corregir el músculo acortado.

Fotos | iStock

Vía | En Familia AEP, Familia y Salud - AEPap

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