Estos días mucha gente me pregunta que qué tal vamos con el nuevo bebé, Guim. Mi respuesta, como la de cualquier padre, supongo, es un “pues ahí vamos”, que acompaño de un “hay noches que si no es en brazos, casi no duerme”. La gente me anima diciéndome que es una etapa (lo sé, tengo dos hijos más) y a veces incluso aconsejándome (como si no tuviera dos hijos más) que no lo acostumbre a los brazos, que luego estaremos hechos polvo.
Pero ya no vivimos en los años 60 ó 70, cuando se decía que el llanto era bueno y que ayudaba a ensanchar los pulmones. Ya no vivimos en esa época, cuando no pasaba nada si un niño lloraba. Ahora vivimos en el siglo XXI y, entre muchas otras cosas, se ha descubierto que abrazar a los bebés, cogerlos y tenerlos con nosotros es beneficioso en muchos aspectos. Para que los conozcáis y valoréis la atención a prestar a los niños, os damos diez razones por las que se recomienda coger a los niños en brazos.
Antes de entrar en materia, comentaros que, pese a que voy a enumerar las razones, el decir que los brazos de un padre o una madre es algo beneficioso es algo que cae ya por su propio peso. Cuando los bebés nacen se recomienda ponerlos en el pecho de la madre, para que no se separen y no pierda el contacto con ella. Cuando crecen un poco se recomienda que les hagamos masajes, porque los niños que son más tocados y acariciados son más felices, enferman menos y engordan más. Cuando lloran, se caen o se hacen daño piden un abrazo, porque les proporciona seguridad y sustento. Cuando somos adultos y sufrimos, necesitamos un hombro sobre el que llorar.
Lo raro, lo extremadamente raro del asunto, es que, después de esto, que lo sabe casi todo el mundo, sigan existiendo teorías que defiendan la separación, que penalice los brazos y que nos recomienden tocar menos a nuestros hijos. Dicho esto, vamos a ver cuáles son las diez razones por las que se recomienda coger a nuestros hijos en brazos
1. Les da seguridad y tranquilidad
Coger a los bebés o a los niños en brazos les calma, les da seguridad y tranquilidad y les permite desarrollar su personalidad en un clima afable y de confianza. Los niños que no son cogidos, los que sufren, los que se sienten solos, tienden a crecer gastando demasiada energía y tiempo en velar por su seguridad. Tratan de evitar peligros estando siempre alerta y buscan soluciones a su soledad llamando la atención de los padres, normalmente, haciéndoles enfadar (si por las buenas no les hacen caso, pues tendrán que conseguir su atención por las malas).
Cuando un niño no tiene que estar pendiente de sentirse protegido o de sentirse seguro, cuando no se siente amenazado, toda su atención y su energía puede ser dedicada a cosas más fructífera como jugar, escuchar, ver y mirar, imitar, aprender, etc.
2. Los brazos aplazan las desventajas de llegar al mundo de manera temprana
Si alguna vez habéis visto algún programa de Redes dedicado a los niños, habréis oído a Eduard Punset explicar que los bebés, ahora, nacen todos prematuros. Aún cuando nacen de nueve meses, lo hacen antes de tiempo, antes de estar preparados para esta vida. La razón de ello es la evolución del cuerpo de la mujer que, al pasar de caminar con cuatro patas a la bipedestación, vio como su cadera se estrechaba. Al estrecharse la cadera los bebés tenían que nacer antes, con la cabeza más pequeña, para poder pasar por el canal del parto.
Por eso los primeros meses son bastante duros para ellos y para los padres. Les molestan muchas cosas, se agobian con facilidad y luego lloran por las noches, les cuesta hacer caca en algunos momentos y lloran por no poder hacerla, pese a ser líquida, se estresan cuando están solos y no son capaces de calmarse, entre otras cosas.
Por todas estas razones, se recomienda que después de llevar durante nueve meses al niño encima (dentro), se siga llevando al niño encima, pero fuera, para que los primeros meses los pase del mejor modo posible notando los mismos olores y oyendo los mismos ruidos que cuando se gestaba (el latir de un corazón, por ejemplo, como el que oía dentro de la barriga).
3. Los brazos sirven para calmar el llanto
No lo calman siempre, pero sí muchas veces, porque son muchas las veces que llorando nos están pidiendo contacto, cariño y seguridad. Antiguamente, cuando un niño lloraba, se decía que los padres debían darle de comer, cambiar el pañal, mirar que no tuviera frío o calor o tratar de dormirlo por si lloraba de sueño. Ahora a todo ello se le añade la necesidad de afecto.
Hay padres que hablan de “tomar el pelo" y tonterías similares (hay profesionales de la salud que lo definen de igual modo). Pedir cariño no es tomar el pelo, pedir cariño es tan lícito como pedir un abrazo o un beso, algo que hacemos los adultos y que hacen también los niños, con más razón que nosotros, de hecho, porque ellos, estando solos, no saben calmarse.
4. Cuantos más brazos, menos cólicos
Un estudio http://pediatrics.aappublications.org/content/77/5/641.abstract que data de 1986 (hace más de 25 años, oigan), ya reveló que los bebés que pasaban más rato en brazos lloraban menos por las tardes. El mal llamado cólico del lactante, que ahora recibe el nombre de llanto incontrolable del bebé, son aquellas horas, normalmente por la tarde, en que los bebés lloran desconsoladamente sin conocerse demasiado bien la causa (por eso ya no se dice que sean cólicos) y sin saber demasiado bien cómo calmarles.
Pues bien, se ha visto que cuanto más rato pasan en brazos durante el día, cuanto más tranquilos están y cuanto menos se agobian y estresan menos lloran por las tardes. Luego, a los tres meses, todos más o menos lloran lo mismo (los que son muy cogidos en brazos y los que son cogidos un poco menos), pero los primeros han pasado tres meses más tranquilos y sus cerebros se han ido desarrollando en un clima más placentero (y los padres también lo han vivido mejor, que no hay nada más estresante que oír llorar a tu hijo sin saber cómo ayudarle).
5. Más brazos, menos aires
Otra de las razones de llevar a los niños encima y de abusar de los brazos es que estando en vertical hacen mejor la digestión y echan el eructo mejor que cuando están tumbados. A veces echan el eructo en el primer minutito tras comer (casi todos los padres, incluso los que creen que no deben coger a sus hijos en brazos, tienen un ratito cogidos a sus bebés para que eructen), pero a veces lo echan después de un ratito, y estando en vertical lo hacen mejor. Tampoco es que pase nada si no eructan, pero si lo echan, pues tienen menos aire (que a veces les molesta).
Si además tenemos en cuenta que los niños cuando lloran tragan aire y que si los cogemos menos lloran más, nos encontramos que, como digo, a más brazos, menos llantos, y a menos llantos, menos aires.
Mañana seguimos
Tras cinco de las razones y para evitar que la entrada sea demasiado extensa mañana os explico las cinco razones siguientes por las que es recomendable coger a los niños en brazos: Diez razones por las que se recomienda coger a los niños en brazos (II).
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Fotos | Diamond Farah, Big D2112 en Flickr
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