Cuando el bebé se encuentra ya en el hogar con sus papás, hay un gran cambio, la actividad de los padres aumenta de una manera muy significativa produciendo en algunos momentos un inevitable estrés. Hay que procurar no perder el control, mantener la calma y relajarse en la medida que se pueda, la paciencia es fundamental.
Hay un dicho que sugiere que las prisas y los niños son incompatibles y es una gran verdad, ni el bebé puede razonar ni nosotros podemos enseñarle razonar por él, lo primero es el bebé, luego todo lo demás. Una colaboración entre todos los miembros de la familia ayudará a que cada uno pueda disfrutar de una cierta libertad en algún momento del día, a sentirse un poco más sosegado y calmado. No se pueden dejar todas las tareas solamente a la mamá, el padre y hermanos del pequeño también deben participar. Un arma contundente para no perder nunca los nervios es el sentido de humor, esta es una herramienta ideal ante los momentos estresantes y ante las situaciones que puedan molestarnos.
Muchas personas que no son padres no comprenden, en ocasiones, qué representa tener un bebé en casa y los cambios que comportan, seguro que alguna vez te has encontrado a alguna de estas personas que, sin tener hijos, pretenden enseñarte cómo actuar. Con estas personas, paciencia, no sirve de nada discutir, al final ellos también tendrán niños y comprenderán la situación.
La paciencia es una virtud que se debe mantener y acrecentar sobre todo por nuestros hijos.
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