Ya dijimos que bajo “prácticas de crianza” íbamos a englobar actividades muy diversas, y hemos visto conceptos tan distintos como el cachete y el colecho. Ahora llega el turno al modo en que alimentamos al bebé, algo que, a diferencia de los temas anteriores, es necesario para su subsistencia. Pero criar también es alimentar, ayudar a vivir y a crecer.
La lactancia materna es el mejor alimento para el bebé, de eso no hay duda y así lo señalan nuestra biología, las organizaciones de salud de todo el mundo y los estudios científicos que sólo hablan de los beneficios de amamantar. Entonces, ¿por qué la controversia?
Cuando todo esto se afirma, las madres que no han amamantado por la razón que sea se ven cuestionadas en sus decisiones, que pudieron ser más o menos justificadas, más o menos informadas.
Imagino que, en el fondo, todos queremos lo mejor para nuestros hijos. Y, sin ánimo de ser condescendiente, muchas mujeres que no pudieron dar de mamar lo saben y les hubiera gustado dárselo, cuanto más informadas están, mayor es la frustración que pudieran desarrollar, tal vez avivada con juicios inconvenientes de quienes no han pasado por una situación similar.
La manera en que se defiende la lactancia materna también puede tener su parte de “culpa" en algunas polémicas: no es lo mismo destacar las evidentes ventajas de la lactancia materna que suponer beneficios más “metafísicos", emocionales o a larguísimo plazo que no están demostrados o son difíciles de constatar.
Tampoco menospreciar a las mujeres que no dan pecho, algo que estoy segura de que es minoritario, está entre los caminos más idóneos para que no estalle el polvorín.
Del mismo modo que estalla cuando una mujer que da pecho se ve cuestionada, algo que frecuentemente se hace desde el desconocimiento, cuando no de la grosería, y ante lo que evidentemente hay que “defenderse".
Lo peor, a mi parecer, es cuando se menosprecia el valor de la lactancia materna, algo que se hace desde el desconocimiento, y se intenta defender sin argumentos válidos que “es lo mismo que el biberón".
En ningún caso, venga de donde venga, comparto (aunque no me guste el término, pero para entendernos) el “talibanismo" o defensa a ultranza, enfervorizada, de una idea sin tener en consideración la situación de la otra parte, pues cuando falta el respeto o la empatía, se deja de tener razón. Lo cual no implica ser condescendiente o falso en lo que se postula.
También hay personas que no saben de teta o fórmula, que no se pasan por este blog ni por ninguno parecido, y que evidentemente no se plantean que hayan hecho mejor o peor ni les importan lo que hagan los demás o se sientan ofendidas con el tema.
Bajo mi punto de vista, lo que podemos hacer desde foros como éste es seguir defendiendo la importancia de la lactancia materna para el bebé. Pues, eso sí lo creo, sigue haciendo falta una “defensa" en un entorno en el que, desde hace décadas, se ha minusvalorado. Y confiamos en que los últimos datos de mejora de las tasas de lactancia sigan adelante.
Y así lo hacemos continuamente, destacando lo que la Organización Mundial de Salud o las Asociaciones de Pediatría recomiendan basándose en la evidencia científica: lactancia materna exclusiva hasta los seis meses y junto a la alimentación complementaria hasta los dos años de edad o más.
En cualquier caso, las polémicas más sonadas en el blog han sido a raíz del tema lactancia materna y lactancia artificial. Y estoy segura de que así seguirá siendo, pues nos toca muy de cerca en los primeros meses de vida del bebé y el modo en que afrontamos esos primeros pasos de crianza.
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