Hace unos días empezamos a hablar de una situación que a veces se da después del llanto, el vómito, que en circunstancias concretas hay quien lo atribuye a una necesidad de llamar la atención o de manipular a los padres.
Una de esas circunstancias es la noche, cuando algunos padres, siguiendo los consejos de métodos conductistas de autores como Ferber o Estivill, deciden dejar a su hijo solo en la cuna para que se duerma por sí mismo, acudiendo sólo en determinados momentos. Algunos niños aceptan la soledad nocturna, pero hay otros que no y que enseguida lo hacen saber llorando.
Si el llanto no obtiene respuesta el niño acaba a menudo vomitando y ante esta situación los conductistas comentan que no pasa nada, que lo hace para llamar la atención y que no hay que hacer nada más que cambiar al niño y punto y profesionales como la psicóloga Rosa Jové argumentan que el vómito proviene de una combinación de hormonas en el cerebro del bebé en una situación poco recomendable.
Como podéis imaginar me es más fácil creer la versión de Rosa Jové, documentada en su libro con bibliografía que la respalda que la versión de los Ferber y Estivill, sin referencia a estudio alguno, que se quedan con un simple “tranquilos, que no le pasa nada”. Y la creo porque si ya muchos padres dudan y lo pasan mal (algunos incluso lloran) cuando ven a su hijo llorando solo en una habitación, imaginad la sensación que viven cuando el niño vomita y lo máximo que deben hacer es limipiarlo como quien lava el coche.
Lo siento, pero “tranquilo que no le pasa nada” no es una frase que me tranquilice ni que me aporte ningún mensaje. Un niño con la cara desencajada, con lágrimas que bañan su rostro y su pijamita, con babas y mocos que las acompañan y con los pies y las sábanas llenas de vómito a mí personalmente no me parece un niño que lo esté pasando bien, no me parece que no le pase nada y sobretodo no me parece que sea algo normal.
Una tercera causa
A las ya citadas anteriormente por ambos autores yo añado una tercera causa para explicar por qué los niños llegan a vomitar después de llorar y es el llanto. Los niños cuando lloran hacen ruido, mucho ruido. Es casi como gritar constantemente, básicamente porque el llanto existe para llamar la atención de los cuidadores (si el llanto no sonara nadie acudiría). Cuando un niño llora y el llanto se alarga en el tiempo la garganta acaba irritándose, tanto que hay niños que acaban casi afónicos de tanto llorar.
Como todos sabéis en la parte posterior de la garganta tenemos zonas que al ser estimuladas provocan náuseas y finalmente el vómito. Pues bien, cuando un niño llora hasta el punto que irrita la garganta empieza a producirse la tos como defensa de dicha irritación (el cuerpo piensa que hay algo en la garganta que debe sacar afuera) y si la situación continua, con más llanto (más irritación) y más tos (más estímulo en la garganta), el niño acaba vomitando.
¿Llamando la atención?
Lo dudo mucho. De verdad dudo mucho que un niño llegue a provocarse el vómito para llamar la atención de los padres, ya que como hemos visto, cuando un niño tiene un gran disgusto, y estar por la noche solo en su habitación lo es para muchos, puede vomitar fácilmente.
En cualquier caso, aún cuando lo hiciera expresamente, aún cuando lo hiciera para hacerse el enfermo y conseguir la atención de los padres, esto no debería tratarse como nos comentan Estivill, Ferber y muchos otros profesionales, no haciendo caso al niño, sino evaluando por qué un niño pequeño está llegando a utilizar un recurso tan desagradable como lo es vomitar para conseguir que sus padres le hagan caso.
¿Muchos profesionales recomiendan no hacer caso al niño?
Pues sí, aunque parezca mentira sí. En esa necesidad casi imperiosa de doblegar a los niños y de demostrarles quién tiene la última palabra muchos profesionales recomiendan no hacer caso a los niños si utilizan el vómito para conseguir algo.
En una búsqueda simple realizada en Google acerca del vómito y la noche encontré a un profesional, el director médico de la Unidad del sueño infantil de la clínica Quirón de Valencia, para ser más exactos, respondiendo a una madre sobre una consulta sobre el momento de ir a dormir y los vómitos de un niño (podéis leerlo aquí). Dicho profesional responde lo siguiente:
La actitud que tiene frente al sueño es negativa porque no quiere separarse de vosotros, el vómito representa su rabia, no es otra cosa que una rabieta. Por lo tanto, debéis actuar igual que lo haríais ante una rabieta: ignorando la conducta negativa.La forma de ignorar una conducta negativa es no hacer caso mientras se hace algo inadecuado. En este caso la forma sería no prestar atención mientras vomita y cuando haya terminado, sin hacer ningún comentario y sin dirigirle la palabra en ningún momento, sin mirarle a la cara y sin contemplaciones, recoger el vómito, limpiarlo, cambiarlo y meterlo en la cuna diciéndole: “Hasta mañana”.
Una vez más, se quedan en la punta del iceberg
Una rabieta, un llanto y un vómito pueden ser indicativos de que hay un desajuste entre los deseos de un niño y lo que esperamos de él. Si esta conducta se produce varias veces, varias noches, sin duda hay un problema que no se solucionará “pasando del niño”.
El niño dejará de hacerlo, dejará de vomitar y dejará de llorar porque aprenderá que no hay razón para quejarse, si no va a obtener respuesta, sin embargo no dejará de sentirse solo ni dejará de sentirse abandonado porque sus padres no habrán conectado con sus necesidades de contacto y su necesidad de sentirse acompañado y seguro por las noches.
Dicho de otro modo, si un niño vomita, no debemos preguntarnos qué hacer para que no vomite, sino buscar la raíz del problema e indagar hasta saber por qué llega a vomitar, cuál es el sentimiento o la emoción que lleva a un niño a llorar hasta el punto de ponerse rígido, descompuesto, llorar hasta la extenuación y acabar vomitando. La respuesta normalmente no es “porque quiere conseguir algo a toda costa para desafiarte”, sino porque quiere conseguir algo que su naturaleza humana le pide: compartir espacio, seguridad y tiempo con las personas en las que confía.
Resumiendo
Cada cual en su casa que haga lo que quiera, pero personalmente pienso que es muy triste enseñar a un bebé de 6 meses (o en adelante), que no hace falta que llame a sus padres por la noche porque éstos no van a acudir. Y más triste es todavía que el niño llore y vomite y no logre una respuesta de las personas que en teoría más le quieren.
Imaginad qué habría que hacerle a un adulto para que llegue a llorar hasta moquear y hasta vomitar. Seguro que se os ocurren pocas cosas benévolas y seguro que no os gustaría estar en su piel.
Foto | Storyvillegirl
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