"Pórtate bien" y "haz caso": por qué estas órdenes no sirven para educar a los hijos

Desde hace unos días circula un vídeo por redes sociales que invita a la reflexión.

En él se ve a una niña llorando impotente porque su madre (o adulta al cargo) le ha pedido que se porte bien, pero ella no sabe cómo hacerlo ni entiende exactamente qué significan esas palabras. Ante la acertada reflexión de la pequeña, su madre intenta aclararle el concepto diciéndole que "portarse bien" es "hacer caso". Sin embargo, lejos de ayudar a la niña a comprender mejor la situación, la explicación de la mujer resulta aún más confusa.

Hoy analizamos qué significa para los niños eso de "portarse bien" y "hacer caso", y por qué estas órdenes que a menudo damos los adultos no son adecuadas para educar.

¿Qué significa para un niño "portarse bien"?

¿Quién no ha pedido alguna vez a su hijo que "se porte bien"?  Se trata de una frase que los adultos hemos interiorizado y normalizado, y a la que muy probablemente todos le damos el mismo significado.

De esta forma, si preguntamos a cualquiera qué significa que un niño se porte bien, probablemente responderá que "sea bueno", que obedezca, que no levante la voz, que sea tranquilo, que nos haga quedar bien ante los demás... en definitiva, que haga lo que nosotros queremos que haga en todo momento.

Sin embargo, si planteamos la misma pregunta a un niño pequeño lo lógico y esperable es que no sepa qué respondernos, pues para él se trata de un concepto amplio, complejo y sumamente confuso.

Y es que ¿acaso el niño que salta en un charco, grita, estalla en una rabieta, se niega a saludar con dos besos a una señora que no conoce, o pega a otro niño en el parque se está "portando mal"?

Con la orden "pórtate bien", los adultos estamos obligando a reprimir el comportamiento normal y esperable de los niños, sin darles ninguna explicación. Es decir, no estamos conectando con sus necesidades, acompañándolos emocionalmente, ofreciéndolos pautas claras y respetuosas, ni enseñándoles de forma positiva a interiorizar las normas sociales.

Es por ello que la orden "pórtate bien" resulta confusa para los niños y no sirve para educar. Nuestros hijos necesitan que los acompañemos en su aprendizaje de vida y que le enseñemos los límites de una forma clara, proporcionada y positiva.

Por qué no debemos educar a nuestros hijos para que "nos hagan caso"

Unido al concepto de "portarse bien" está el de "hacer caso". Para el adulto, un niño se "porta bien" cuando obedece, acata órdenes sin protestar y no se salta los límites impuestos.

Pero al igual que la anterior, esta frase es totalmente confusa, poco apropiada y nada educativa para los niños por varias razones:

1) Anulamos su capacidad de decisión

Para empezar, cuando obligamos al niño a "hacer caso" estamos anulando su capacidad de decidir.

Evidentemente, habrá momentos en los que los niños deben obedecernos sin ninguna condición cuando su seguridad o la de otros está en juego. Se trata de límites innegociables que los adultos debemos enseñarles a cumplir, explicándoles los motivos y las consecuencias de no hacerlo.

Pero dejando a un lado estos límites inquebrantables, si queremos que en un futuro nuestros hijos se conviertan en adultos independientes, seguros de sí mismos y asertivos, no debemos educarles con autoritarismo, continuas negativas y órdenes que busquen su sumisión.

2) No se responsabilizan de sus actos

Como padres, no deberíamos desear que nuestros hijos nos obedezcan y hagan lo que queremos en cada momento, sino que aprendan y se responsabilicen de sus actos.

Para ello, hemos de poner límites proporcionados, justos y respetuosos en los que los propios niños se involucren. Porque cuando fomentamos el sentido de pertenencia, los límites se interiorizan mejor y es más fácil lograr el compromiso por parte del niño.

Además, es fundamental dar al niño autonomía en su propio aprendizaje. Evidentemente fallará (como fallamos todos alguna vez), pero en sus propios errores encontrará la forma de seguir aprendiendo, así como de reparar las consecuencias de sus actos.

3) No fomentamos su autonomía y otras habilidades

Y por último, no debemos olvidar que cuando acompañamos y enseñamos al niño de forma respetuosa y positiva, estamos fomentando su autonomía y ayudándole a desarrollar habilidades importantes para la vida.

En definitiva, debemos educar a nuestros hijos para que crezcan libres, confiados y con criterio propio que les permita cuestionarse ciertas cosas o tomar sus propias decisiones en las distintas situaciones que la vida le planteará.

Esto significa que aunque no siempre harán lo que nosotros queremos o esperamos, es importante confiar en ellos, alentarles y por supuesto, acompañarles respetuosamente en su aprendizaje y ayudarles siempre que nos necesiten.


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