Las preguntas abiertas son aquellas que se formulan con el objetivo de que la persona se exprese libremente y ofrezca detalles enriquecedores que nos hagan conocer más acerca de su personalidad, sus gustos, preocupaciones o intereses. Es decir, son preguntas que no se responden con un simple sí o no.
Es muy importante que hagamos preguntas abiertas a los niños, tanto en casa como en la escuela, pues no solo aporta grandes beneficios a su desarrollo, sino que favorece la comunicación, mejora la confianza y ayuda a fortalecer nuestro vínculo.
Te explicamos por qué las preguntas abiertas son esenciales en la educación del niño y cómo se formulan.
Preguntas abiertas frente a preguntas cerradas
Aunque en este artículo nos vamos a centrar en la importancia de formular preguntas abiertas cuando nos dirijamos a los niños, la realidad es que este tipo de preguntas son muy positivas a cualquier edad, pues nos permiten conectar con la persona que tenemos en frente al conocer más detalles sobre ella.
De hecho, las preguntas abiertas son muy utilizadas en el ámbito laboral, en las entrevistas de trabajo y en general, en cualquier investigación en la que se requiera el máximo de información posible de los participantes.
Sin embargo, y a pesar de los muchos beneficios que aportan este tipo de preguntas, los padres solemos cometer a menudo el error de cercar las conversaciones con nuestros hijos con preguntas que no dan pie a la expresión libre ni al conocimiento de otros detalles.
Utilizar preguntas abiertas cuando dialogamos con los niños tiene importantes beneficios para ellos:
1) Fortalece la confianza
Para empezar, cuando formulamos preguntas abiertas estamos creando un ambiente de confianza y libertad para que el niño pueda expresarse cómo quiera; sin juicios, sin tiempos y sin nadie que le guíe acerca de lo que tiene que decir mediante preguntas cerradas.
2) Nos ayuda a conocernos mejor
Las preguntas abiertas son un fantástico recurso para fortalecer la confianza entre todos los miembros de la familia, conocernos mejor y averiguar detalles del otro que pueden ayudarnos a la hora de mejorar nuestra relación.
3) Favorece la creatividad
Puesto que las preguntas abiertas no se responden con un "sí" o un "no", ni con un "bien" o un mal", el niño se ve obligado a hacer un ejercicio introspectivo y creativo para responder.
4) Se fomenta la reflexión y el espíritu crítico
Todo ello permite al niño potenciar su espíritu crítico, expresar sus preferencias y reflexionar sobre el tema planteado sin las ataduras ni condicionantes previos a los que les sometemos cuando utilizamos las preguntas cerradas.
5) Mejora la expresión oral
Y por si todo lo anterior fuera poco, mediante las respuestas abiertas el niño no solo trabaja la memoria y la verbalización de las ideas siguiendo un orden secuencial o lógico, sino que ayuda a fomentar la expresión oral, el vocabulario y el desarrollo de habilidades lingüísticas.
6) Se trabaja la escucha activa
Cuando nuestros hijos hablan es importante escucharles con los cinco sentidos; es decir, poner toda nuestra atención e interés en lo que nos cuentan, no interrumpirles y fomentar ese diálogo libre que mencionábamos al inicio.
Cuando esto sucede, el niño no solo se sentirá escuchado, respetado y amado, sino que estará a su vez aprendiendo acerca de la importancia de escuchar a quien habla, respetar el turno de palabra y no interrumpir.
Cómo plantear preguntas abiertas
Pero aunque sepamos que las preguntas abiertas son lo mejor a la hora de relacionarnos con los niños, lo cierto es que no es fácil plantearlas, al menos cuando no se tiene experiencia en ello.
Si quieres comenzar a cambiar las preguntas cerradas que haces a tus hijos por preguntas abiertas, te dejamos algunas ideas que pueden ayudarte:
- Las preguntas abiertas comienzan con los pronombres interrogativos Qué, Quién, Por qué, Dónde, Cuándo y Cómo. Este tipo de preguntas permiten una gran variedad de respuestas.
- Si tienes dudas, antes de preguntar a tu hijo respóndete tú mismo si la preguntas que vas a hacerle se puede responder con un "sí", "no", "bien", "mal", "blanco", "negro"... Es decir, si solo da pie a dos alternativas posibles y cerradas. Si es así, busca la forma de plantear tu pregunta de otro modo.
Por ejemplo: cambia el "¿te ha ido bien en el colegio?", por "¿qué es lo que más te ha gustado del colegio hoy?"
¡Pero ojo! Hay que tener en cuenta también que cuanto más pequeño es el niño más concreta tendrá que ser la pregunta que le hagas, pues su capacidad de síntesis y de concreción es muy escasa. Por eso, hemos de ajustar nuestras preguntas, pero siempre permitiendo la libre expresión y la posibilidad de ofrecer el mayor número posible de detalles.
- Plantea las preguntas de una en una, dejando tiempo para que el niño pueda expresarse libremente. Si planteas varias preguntas abiertas a la vez, el niño podría sentirse abrumado y confundido.
- Escucha con atención la respuesta que te da a la pregunta planteada, pues de ella puedes obtener muchos detalles importantes para continuar la conversación en una dirección o en otra.
Una buena forma de practicar las preguntas abiertas es hacerlo a través del juego, las juntas de familia, los debates familiares o incluso después de haber visto juntos una película que invite a la reflexión.
Por ejemplo: "¿Qué piensas acerca de este tema?", "¿cuál es tu opinión respecto a esto que ha ocurrido?", "¿cómo hubieras solucionado tú este problema?", "¿qué alternativas se te ocurren que podríamos plantear?"...
Así, poco a poco, iremos interiorizando esta forma de preguntar y de comunicarnos con los demás hasta que llegue un momento en que hayamos incorporado las preguntas abiertas a nuestras conversaciones diarias, aprovechándonos de todos los beneficios que nos aportan.
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