No siempre es fácil lograr una comunicación fluida y eficaz con nuestros hijos adolescentes, y con frecuencia los padres nos quejamos de que las conversaciones con ellos están plagadas de monosílabos y frases escuetas, para nuestra frustración y desesperación.
Como siempre decimos, es importante sentar las bases de una comunicación positiva desde la infancia; así, al llegar a la adolescencia tendremos mucho terreno ganado. No obstante, también es importante entender que la adolescencia es una etapa de la vida plagada de cambios que debemos respetar, dando espacio a nuestros hijos para que desarrollen su propia identidad.
Teniendo claras estas premisas, te contamos qué podemos hacer para favorecer la comunicación con nuestro hijo adolescente y entablar conversaciones de más de dos palabras.
¿Por qué mi hijo adolescente solo me responde con monosílabos?
"¿Cómo te ha ido el día?", "bien"; "¿Qué vas a hacer hoy?", "no se"; "¿Qué tal te lo has pasado con tus amigos?", "normal"; ¿Qué tal llevas el examen?", "¡bah!"...
En muchas ocasiones, mantener una conversación fluida con los hijos adolescentes se convierte en misión imposible, pues solo recibimos de ellos contestaciones monosilábicas, movimientos de cabeza o sonidos guturales que nos llevan a zanjar rápidamente la charla con una mezcla de enfado, frustración y resignación.
En general, podemos decir que esta conducta adolescente es relativamente normal y frecuente en esta etapa de la vida. La adolescencia trae consigo una serie de cambios neuronales que lleva a los chicos y chicas a buscar momentos de soledad e intimidad, así como a creer que no vamos a entender muchas de las cosas que le ocurren, y por tanto pensar que es infructuoso comentarlas con nosotros.
Por otro lado, con frecuencia los padres cometemos errores a la hora de comunicarnos con nuestros hijos adolescentes que nos alejan de ellos y van enfriando poco a poco nuestras conversaciones.
Uno de estos errores es el interrogatorio. En nuestro afán por querer saber más de ellos, tendemos a avasallarlos con todo tipo de preguntas para así obtener más información sobre su vida, sus ratos de ocio o sus preocupaciones. Otro error frecuente es sermonear y criticar su forma de dirigirse a nosotros: "¡Siempre estás igual! ¡Tengo que sacarte las palabras con sacacorchos! ¡Deberías ser más comunicativo! ¡No eres capaz de decirme ni dos palabras seguidas! ¡Antes no eras así!..."
Lógicamente, ante este tipo de reacciones es normal que el adolescente se retraiga cada vez más. Y es que, ¿quién querría mantener una conversación abierta con alguien que juzga, critica o interroga sin tregua?
Claves para una comunicación más fluida con tu hijo adolescente
Entonces, ¿qué podemos hacer para mejorar la comunicación con nuestro adolescente y entablar charlas más fluidas?
Empatiza y respeta. En primer lugar, es importante entender que la adolescencia es una etapa trascendental en la vida, en la que nuestros hijos están viviendo una metamorfosis física, emocional y social para construir su propia identidad.
Este proceso puede conllevar una serie de cambios, conductas y comportamientos por parte del adolescente que aunque no siempre nos gusten, debemos comprender. En este sentido, es frecuente que los adolescentes tiendan a buscar su parcela de intimidad y soledad que los padres debemos saber respetar, encontrando siempre el equilibrio.
No compares a tu hijo. Tu hijo es único y especial y no debes compararlo con otros adolescentes, amigos, hermanos, ¡o incluso con él mismo cuando era pequeño! Así que olvida eso de "Fulanito seguro que le cuenta a su madre más cosas que las que me cuentas tú a mí"; "yo a tu edad hablaba mucho con mis padres", o "cuando eras pequeño siempre me contabas tus cosas, ¡ahora no te reconozco!". Tu hijo necesita que lo ames de forma incondicional tal y como es.
Busca el momento idóneo para hablar. A veces los padres queremos entablar conversaciones con nuestros hijos en los momentos menos oportunos (por ejemplo, cuando llegan del instituto agotados tras la jornada) o sin tener en cuenta las emociones en ese momento (si está enfadado o disgustado por algo que le ha ocurrido, quizá no le apetezca hablarlo en ese instante).
En estos casos, es recomendable respetar los tiempos y hacer saber a nuestro hijo que puede confiar en nosotros y que estaremos disponibles para hablar cuando considere.
Habla tú primero. Para fomentar la confianza con los hijos y conseguir que se abran con nosotros es imprescindible hacer lo mismo con ellos. Empecemos dando ejemplo y compartiendo con nuestro adolescente cómo nos ha ido en el trabajo, qué retos hemos enfrentado, cómo nos sentimos hoy anímicamente, qué cosas nos preocupan...
Exteriorizar tanto aspectos más banales de nuestro día a día, como hablar con sinceridad de nuestras emociones es uno de los mejores ejercicios para fomentar la comunicación con los adolescentes.
Evita las preguntas cerradas. Si a las pocas ganas de hablar le sumamos las respuestas a preguntas cerradas, el resultado será una conversación plagada de monosílabos difícil de sostener. Por eso, una buena estrategia de comunicación es emplear preguntas abiertas que den a nuestro hijo la oportunidad de proporcionar más información, de abrirse y de extenderse en su respuesta.
Utiliza el humor. El humor es una de las mejores herramientas comunicativas para acercarnos a los hijos. Emplear su jerga, echar mano de emojis divertidos a la hora de mandarnos algún mensaje o hacer juegos de palabras son solo algunas de las formas que tenemos de romper las barreras comunicativas y recuperar la conexión con nuestros adolescentes.
Escucha cuando te hable. Cuando consigamos entablar una conversación con nuestro hijo adolescente, ¡mucho cuidado de no echar por tierra ese valioso momento con un comportamiento inadecuado que denote falta de interés en lo que nos está contando!
Mira a tu hijo cuando te hable, evita distracciones que os alejen, no le cortes ni interrumpas y utiliza con frecuencia frases o expresiones corporales que denoten tu empatía e interés (por ejemplo, "te entiendo", "es lógico que te sientas así", asentir con la cabeza, colocar una mano en su hombro, acariciarle una mejilla...)
No critiques ni juzgues. Para que la comunicación sea fluida y tu hijo se sienta cada vez más confiado para abrirse a ti, es importante que no se sienta juzgado ni criticado. Para ello, evita las frases autoritarias en tu comunicación, así como las comparaciones o los juicios de valor.
Respeta su intimidad. Como venimos diciendo, la adolescencia es una etapa plagada de cambios y es normal y lógico que nuestro adolescente no quiera hacernos partícipes de todo lo que está sintiendo.
Es importante que respetemos su parcela de intimidad y no le preguntemos acerca de ciertos temas con los que, a priori, podría no sentirse cómodo hablando. Poco a poco, a base de demostrarle nuestra confianza y respeto, se irá sintiendo más cómodo para hablar con nosotros sobre cualquier aspecto.
No lo dejes solo. Por último, es importante recalcar que aunque aparentemente nuestro hijo adolescente prefiera la soledad, es necesario pasar tiempo con él/ella, pues todavía nos sigue necesitando para la construcción de su propia identidad y personalidad.
Así es pues, los padres de adolescentes debemos encontrar el equilibrio entre el respeto a sus necesidades, tiempos e intimidad, y la construcción de una base sólida que nos ayude a fomentar la confianza y la comunicación auténtica y sincera.