Aunque a los padres no nos guste que nuestro hijo se enfade cuando pierde, debemos pensar que es una reacción normal en los niños pequeños, le molesta darse cuenta de que no son los mejores y que hay otro niño de su edad e incluso menor, que le gana. Para los niños perder, es un fracaso.
Con una buena dosis de autoestima conseguirán tolerar este tipo de frustraciones. Debemos, como siempre dar ejemplo, si nosotros somos malos perdedores, por norma nuestro hijo también lo será. Hay que demostrarle que ganando o perdiendo, lo mejor es el buen rato que hemos pasado jugando juntos. Es importante asegurarnos de que el niño conoce las normas del juego, pues si no lo entiende, le molesta que un adulto mueva las fichas o se anote puntos. No se debe sobrevalorar su enfado cuando pierda, ni tampoco alabarle demasiado cuando gane, así conseguiremos que entienda que es normal que unas veces se gana y otras se pierde, y que en ningún caso, una cosa es mejor ni peor.
Algo fundamental para su bienestar emocional actual y en el futuro, es hablarle y hacerle entender a su nivel de comprensión, que equivocarse o perder, son oportunidades que se presentan para mejorar y aprender.
Le costará un poco aprender a perder, pero debemos tener paciencia e impedir que deje de jugar para no encontrarse en esa situación. A veces se le puede dejar ganar, sino se aburriría, pero no tomarlo como costumbre, puede sentirse que es insuperable, y cuando juegue con amigos y le ganen se sentirá peor.
A medida que vaya aprendiendo a llevar bien la situación, es bueno decirle que estamos orgullosos de su nueva manera de ver las cosas, nuestro elogio será su mejor premio.
Vía | Crecerfeliz