Las cifras que nos muestran diversas organizaciones sobre la hambruna, mortandad o desnutrición infantil son realmente alarmantes, año tras año se superan hasta tal punto que actualmente cada 4 segundos muere una persona de hambre.
Los países subdesarrollados se llevan la palma en esta situación, por otro lado en los países desarrollados existe el problema creciente de la obesidad infantil, que actualmente se considera ya una pandemia. Es una pena, estamos inmersos en los dos extremos, el mundo parece extremista, no se resuelven ninguno de los dos problemas a pesar de los esfuerzos que se realizan en ambas partes. La solución parece realmente difícil, aunque bien sabido es que ambas situaciones han sido causadas por intereses políticos y económicos, no por falta de medios para evitar estos problemas. Hasta no hace mucho, una empresa centraba sus esfuerzos en el beneficio económico y no existían escrúpulos a la hora de publicitar un producto que pudiera propiciar diversos problemas en los pequeños.
Igualmente, varios países en guerra luchan por el control sin que los problemas que padece la población les afecten lo más mínimo. Hambruna y obesidad infantil, atajar ambos problemas será una titánica tarea que supondrá el cambio de la filosofía de empresas y gobiernos, y es que no hay otra solución, ¿o si?