Las frutas en la alimentación infantil: cuándo y cómo ofrecerlas

Las frutas son frutos comestibles que provienen de plantas cultivadas o silvestres. Constituyen un grupo de alimentos indispensable para la salud y por ello ocupan el segundo lugar de la pirámide alimenticia junto con los vegetales.

Las principales ventajas de las frutas en la alimentación infantil es que aportan un alto contenido en agua (entre un 80 y un 95%), en vitaminas y minerales y tienen un bajo aporte en calorías. Contienen fibras vegetales, hidratos de carbono simples y nada de grasas.

Los datos demuestran que los niños españoles comen poca fruta, para cambiar esa tendencia se recomienda incluir entre dos y cuatro piezas cada día en el menú infantil. Deberían estar presentes en el desayuno, como postre y en la merienda.

Las frutas son irreemplazables en la dieta de los más pequeños pues aportan un azúcar muy fácil de asimilar por el organismo proporcionándoles la energía que necesitan cada día y evitando el consumo de alimentos poco saludables ricos en grasas y azúcares artificiales.

A su vez, aportan micronutrientes y antioxidantes que actúan como escudo ante posibles enfermedades como la obesidad, el estreñimiento, la hipertensión, el cáncer y problemas cardiovasculares. 

Clasificación de las frutas

Las frutas pueden clasificarse según el tipo de semilla que contengan en:

  • Frutas de hueso (carozo): son aquellas que tienen una semilla grande y de cáscara dura, como el albaricoque, el melocotón, la ciruela, la nectarina, la cereza.
  • Frutas de pepita o pomáceas: son aquellas que tienen varias semillas pequeñas y de cáscara menos dura como la pera y la manzana.
  • Frutas de grano: son aquellas que contienen pequeñas semillas como el higo, el kiwi.

También se conocen otras clasificaciones como:

  • Frutas rosáceas: provienen de plantas o árboles de la familia de las rosáceas. Entre ellas se encuentran las que consumimos más habitualmente como la manzana, la pera, el melocotón, el albaricoque, la ciruela, la cereza, la fresa, el membrillo. La alergia a las frutas rosáceas no se encuentra entre las alergias alimentarias más comunes en la infancia. Sin embargo, sí es frecuente a partir de la adolescencia.
  • Frutas cítricas: poseen un alto contenido en vitamina C y ácido cítrico, de ahí su sabor característico. En este grupo encontramos la naranja, la mandarina, el limón, la lima y el pomelo.
  • Frutas tropicales: aunque no sólo se cultivan en los trópicos, son aquellas que necesitan calor y humedad para desarrollarse. Encontramos: el plátano, el kiwi, el mango, la papaya, la piña, la guayaba, el coco.
  • Frutas del bosque o silvestres: son frutas silvestres que crecen en los bosques, aunque en la actualidad también se cultivan. Son la frambuesa, los arándanos, la mora, la grosella, la zarzamora.
  • Frutos secos: son aquellos frutos en cuya composición hay menos de la mitad de agua. Se caracterizan por tener un gran valor energético, ser ricos en grasas, proteínas y oligoelementos. Entre ellos encontramos la avellana, las castañas, las almendras y las nueces. No se deben dar enteros a niños menores de cinco años por el riesgo de asfixia, pero sí se les pueden dar triturados.
Todas las frutas pueden introducirse en la alimentación complementaria a partir de los seis meses de edad.

Cuándo introducir las frutas


Vía Asociación Española de Pediatría

Las frutas pueden comenzar a ofrecerse como alimentación complementaria, es decir complementando la leche materna o de fórmula, a partir de los seis meses de edad.

Hace años, se recomendaba retrasar la introducción de las frutas más alergénicas como el melocotón, el albaricoque o los frutos rojos, sin embargo se ha comprobado que esto no evita que se desarrolle alergia, sino lo contrario. Exponer a los niños antes a estos alimentos reduce las probabilidades de desarrollar alergias a futuro.

Ahora se recomienda introducir todas las variedades de fruta, sin importar el orden en que se ofrecen al comienzo de la introducción complementaria, a los seis meses. No hay unas frutas mejores que otras para comenzar, se puede comenzar por cualquiera de ellas, según la Asociación Española de Pediatría (Recomendaciones sobre Alimentación Complementaria -Nov. 2018).

Eso sí, deberemos ir introduciéndose progresivamente en la dieta una a una para comprobar su tolerancia y esperar dos o tres días para ofrecer una nueva por si hubiera algún síntoma de alergia como hinchazón de labios, lengua o eritemas. 

Cómo preparar las frutas

A la hora de comprarla debemos elegir siempre fruta fresca ligeramente madura. A la hora de comerlas, al natural es la mejor forma de aprovechar todas las ventajas nutritivas que la fruta nos ofrece, sin embargo cuando hablamos de bebés tendremos que empezar a ofrecerlas sin piel (en frutas como la manzana, la pera o el melocotón, hasta que pueda morderla) y por supuesto, sin hueso (carozo), granos ni pepitas.

Cómo ofrecer las frutas

Son muy diversas las formas en que podemos ofrecer a los niños las frutas, variando la forma de presentación, para que tengan más posibilidades de donde elegir: al natural, en zumos naturales, sorbetes caseros, macedonia, batidos, compotas, purés, y más adelante dentro de yogures naturales o gelatinas (sin azúcar).

Al principio, lo más recomendable es ofrecerla, o bien triturada en purés, o también se les pueden ofrecer cortadas en trozos alargados y grandes para que el bebé pueda cogerlos con sus propias manos y que vaya experimentando con sus diferentes texturas (siempre bajo tu vigilancia).

Para esto son ideales las frutas que se deshacen como el plátano o la pera si está muy madura, y si se trata de fruta más dura como la manzana, es preferible no ofrecerla tal cual por el riesgo de atragantamiento, ya que no se deshace fácilmente. En estos casos, es preferible ofrecerla hervida, chafada, rallada o en compota al principio.

En el caso de las frutas de gajo, como la naranja o la mandarina, puedes ofrecerle los gajos enteros (al principio los mordisquearán y chuparán), pero si prefieres puedes cortarlos por la mitad para que no se los metan enteros. Quita las pepitas.

En caso de frutas redondas como las uvas o las cerezas, debemos ofrecerlas cortadas por la mitad o en cuatro trocitos, para evitar riesgo de atragantamiento. Sin pepitas ni hueso.

Para quienes quieran conocer más acerca de esta modalidad basada en la capacidad del bebé de experimentar con la comida, podéis consultar aquí todo lo que hemos publicado sobre Baby Led-Weaning, explicado por expertos.

En cuanto a los zumos, siempre es preferible ofrecer la pieza de fruta frente al zumo, al no ofrecer ningún beneficio nutricional respecto a la fruta entera. Y por supuesto, evitar los zumos comerciales que presentan un alto contenido de azúcar añadido.

Sea como sea, siempre hay que lavarlas muy bien antes de dárselas al bebé y al principio ofrecerlas peladas. Hay que prepararlas y consumirlas enseguida para que la fruta no comience a oxidarse y a perder sus aportes vitamínicos.

No se debe añadir azúcar ni galletitas trituradas a las primeras papillas de frutas. Una opción, una vez que se comprueba que el bebé tolera bien el puré, es añadir un par de cucharadas de cereales (con o sin glúten, según la edad del bebé) para hacerla más sabrosa.

De todas formas, lo más recomendable es no “disfrazar” los sabores de la fruta, lo mejor es ofrecerla al natural para que se acostumbren a su sabor sin añadidos.

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