Seguimos con nuestro Especial de Alimentación Infantil en Bebés y más, en esta ocasión centrándonos en uno de los problemas que está en creciente aumento en nuestro entorno, afectando a niños cada vez más pequeños: la obesidad. En concreto, vamos a analizar cuáles son las claves para prevenir la obesidad infantil.
En esta cuestión se conjugan dos aspectos necesarios y complementarios, ya que no se entienden el uno sin el otro: la nutrición infantil y la actividad física. Ambas son la base de unos hábitos de vida saludables que mantendrán a raya, no solo la obesidad infantil, sino otros muchos problemas de salud en los niños.
Una alimentación sana
Mucho antes de que los niños empiecen a comer sólidos tenemos en nuestra mano una de las claves para prevenir la obesidad: la lactancia materna. Alimentar al bebé con la leche de la madre conlleva múltiples beneficios demostrados, entre ellos la prevención de la obesidad.
Después de los seis meses recomendados de lactancia materna exclusiva, también podemos hacer que los bebés sigan comiendo de manera saludable, con la leche como principal alimento hasta los 12 meses e introduciendo la alimentación complementaria poco a poco, sin sal y en cantidades adecuadas para los pequeños estómagos de los bebés.
Más tarde, es importante evitar todos esos alimentos que se sitúan en lo alto de la pirámide nutricional como los menos aconsejables, y por tanto de consumo esporádico: los dulces, chucherías, refrescos, batidos, zumos industriales, embutidos grasos, comida precocinada o basura...
Si seguimos fijándonos en la pirámide alimentaria, que nos da la clave de una alimentación sana, observamos que frutas y verduras se sitúan en la base: se recomienda la ingesta de cinco raciones de vegetales al día. Algunas de ellas se tomarán junto a otros alimentos ricos en proteínas, carnes y pescados, legumbres...
Los cereales que se coman deberían ser integrales preferiblemente (no todos los cereales para el desayuno son tan saludables, y muchos tienen un exceso de azúcares y grasas saturadas) y, en general, conviene usar hidratos adecuados, los de absorción lenta (cereales integrales, verduras y frutas), y no las harinas blancas refinadas y azúcar.
La grasa es indispensable en la nutrición, pero hay que evitar su exceso y priorizar la grasa monoinsaturada, como la del aceite de oliva o las grasas del pescado, de la leche... Suprimiremos en lo posible la grasa de bollería, embutidos y helados industriales.
Pero no solo el tipo de alimentos influye en cómo los recibe y asimila el cuerpo. La manera de cocinar también es importante, y en este sentido es preferible usar técnicas culinarias con poca grasa como el asado o el cocido, evitando los fritos, restringiendo la sal y siempre usando aceite de oliva cuando queramos añadir una grasa.
Una de las maneras de lograr que las comidas no contengan exceso de grasas y sal es elaborarlas nosotros mismos y evitar los preparados industriales, escoger los ingredientes naturales y preparar postres, bizcochos, yogures, panes, hamburguesas, pizzas... Puede que no dispongamos de demasiado tiempo, pero el balance para la salud de toda la familia es muy positivo y la práctica hará que no nos cueste demasiado trabajo.
La bebida también importa
No nos olvidamos de un elemento que también se sitúa e la base de la pirámide de alimentación, pero al que a menudo no le otorgamos la importancia suficiente: el agua. Beber agua es una sencilla prevención de la obesidad, y esta tiene que convertirse en la principal bebida a lo largo del día.
Es importante reducir el consumo de bebidas dulces, zumos y refrescos envasados..., pues está comprobado que promueven la obesidad. En su lugar hay que escoger bebidas más saludables, agua pero también otros líquidos ricos en agua como los batidos o zumos naturales, elaborados en casa con leche y frutas...
De todas formas, todas estas claves para una alimentación sana, tanto en lo referido a la comida como a la bebida, serían inútiles si el niño no realiza una actividad física adecuada, tema que tratamos a continuación.
Una actividad física adecuada
No hacer la cantidad de ejercicio suficiente, no caminar, no practicar deporte, pasar mucho tiempo frente a la videoconsola, el ordenador o la televisión... son factores que abocan a la obesidad. Las personas no consumimos la energía y se acumulan las grasas en el organismo.
Es conocido que el ejercicio físico es mejor que las dietas para la obesidad infantil, de modo que no hay que descuidar este aspecto. Algunos consejos para que la actividad física se integre en nuestras vidas son compartirla con los hijos, darles a conocer diferentes actividades y fomentar las actividades en grupo, aumentar el esfuerzo poco a poco, darles a escoger entre distintos juegos...
Si un niño come demasiado, hay que procurar modificar sus hábitos alimentarios para que no pese demasiado, pero también hay que animarle más si cabe que a otro niño a realizar actividad física, lo cual le ayudará a quemar las calorías que ha tomado en exceso. En próximas entradas profundizaremos sobre el tema de la obesidad y el ejercicio físico.
En cualquier caso, prevenir la obesidad infantil es una tarea que se empieza en la familia, pero como no vivimos aislados, se complementa con la prevención desde otros ámbitos, como la escuela, la comunidad, la sanidad... Con una mayor información, educación y concienciación las cifras de la obesidad serían menos alarmantes.
Previniendo la obesidad desde la infancia prevenimos también diversas enfermedades asociadas al exceso de peso, nuestros hijos crecerán más sanos y nosotros con ellos, acompañándolos en unos hábitos de vida saludables.
Fotos | subewl y magnusfranklin en Flickr En Bebés y más | Consejos para una alimentación infantil sana, Mapa interactivo de la obesidad infantil en el mundo, El 10% de los niños de 3 a 12 años son obesos, Errores frecuentes en la alimentación infantil