Hay personas que por circunstancias particulares tienen especial preferencia por tener un hijo de determinado sexo. Al concebir, ponen toda la ilusión en que el niño “salga" del sexo deseado y se produce un gran desengaño al enterarse de que el hijo que esperan no es el niño o la niña que tanto anhelaban.
Es una situación bastante habitual y en algunos casos hasta traumática para algunos padres. Los mandatos familiares, las fantasías, pertenecer a una familia de muchos hombres o de muchas mujeres hace que en ocasiones la presión por engendrar un hijo de determinado sexo se exagere hasta el punto de volverse una obsesión.
Si bien existen métodos que pueden ayudarnos a aumentar las posibilidades de concebir una niña o un niño, salvo la fecundación asistida en la cual se seleccione un embrión masculino o femenino, ninguna fórmula es ciento por ciento fiable.
En el momento en que una pareja decide concebir un hijo sabe de sobra que las posibilidades son indistintas para cada sexo. Nada ni nadie nos asegura que el bebé que vendrá será niño o niña. No por tener dos niñas aumentan las posibilidades de tener un niño, ni al revés. Conozco casos que pueden parecer increíbles de 5, 6 o 7 hijos sucesivos del mismo sexo.
La determinación de un sexo o el otro está dado por múltiples circunstancias que coinciden en el momento de la concepción. Como sabréis, según que tipo de espermatozoide (con carga genética "Y" o "X") llegue a fecundar el óvulo dará como resultado un nño o una niña. Pero no sería correcto responsabilizar al hombre del sexo del bebé pues también inciden otros factores como los hábitos y la dieta de la madre, las posturas al hacer el amor y fundamentalmente el momento de la concepción.
Desde luego, empezamos mal si una pareja decide tener un hijo con la mente puesta en el sexo del bebé. Lo importante no es tener un niño o una niña, sino tener un hijo. No sería justo cargar a una criatura con la ilusión, desde mi óptica egoísta, de nuestros propios caprichos o expectativas.
Un hijo debe ser siempre bienvenido, amado y deseado desde el primer momento, tenga lo que tenga entre las piernas (hablando mal y pronto). Si bien es normal que pueda haber cierta preferencia, ésta no debería llegar al punto de convertirse en una obsesión. Los adultos y futuros padres deben tiener asumido desde un principio que será lo que tenga que ser.
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