Somos muchos los papás recientes que afrontamos este año la primera Navidad de nuestro bebé.
En estas fechas lo más habitual es que la vida del bebé cambie a la par que lo hace la nuestra. Los horarios se trastocan, la paz del hogar se rompe al llenarse de gente, las comidas son eternas y los familiares traen regalos para los bebés que, realmente, no tienen ni idea de a qué viene tanto alboroto.
Por todas estas razones debemos recordar que cuando llenamos demasiado un vaso, se acaba poniendo todo perdido, es decir, si nuestro bebé se pone demasiado nervioso seremos nosotros, y sobretodo él mismo, quien pague las consecuencias después.
Es mejor que te inviten que invitar
Las cenas y comidas familiares suelen adquirir, de año en año, un halo de obligatoriedad difícil de romper. Que si en nochebuena en casa de tu madre, que si en Navidad en casa de la abuela, y para nochevieja en nuestra casa.
Sin embargo cuando una pareja tiene un bebé debería poder eximirse de invitar ese año. Un bebé equivale a un comodín: “¿Este fin de año cenamos en tu casa?", “No, que tengo el comodín del bebé", “Ah, es verdad".
No es lo mismo invitar y tener que prepara una cena para varias personas que llegar y que la comida esté prácticamente hecha, no es lo mismo decir “nos vamos que el pequeño Carlitos está nervioso" que decir “si no os importa, os tendríais que ir yendo, que voy a dormir a Carlitos" y no es lo mismo echar una mano recogiendo vuestros platos y poco más que llegar a la cocina y ver que toda tu vajilla te espera sucia y desordenada.
Se acabaron las cenas, por un tiempo
Sé que es precioso celebrar nochevieja con la familia, que en la nochebuena el abuelo canta el villancico haciendo pedos con el sobaco y que la tía Juani sirve su pastel especial sólo una hora antes de que acabe el año, pero no, el bebé no tiene ni idea de que todo eso sucede y su única preocupación pasadas las diez de la noche (tirando largo) es la de cerrar los ojos y dormir tranquila y plácidamente como lo hace todas las noches.
Todo esto se soluciona si, en vez de hacer cenas, se hacen comidas. Y si ya se hacían celebraciones a la hora de comer, pues una de dos, o se cena antes, o “el año que viene ya vendremos a tu cena, que Carlitos es muy pequeño".
Nosotros llevamos ya varios años cenando muy prontito (ya sabéis, "merienda-cena") o faltando a las cenas. Es lo que hay, las Navidades son muy divertidas y nos encanta juntarnos con la familia y divertirnos todos, pero nunca a costa de nuestros bebés.
Regalos de Navidad para los bebés
No hay nada más inútil, a la hora de tratar de gestionar los regalos, que decirle a un familiar que no compre nada, que no hace falta.
Todos quieren regalar algo y, aunque no quieran, no van a correr el riesgo de hacerte caso y que luego sean los únicos que no traen nada.
Lo ideal es hacer una lista de regalos e irlos adjudicando. Si puede ser incluso que compren las cosas entre varias personas.
Un regalo es algo que se entrega a alguien porque se piensa en él cuando se compra, porque sabes que le va a gustar y porque quieres dar algo a cambio de nada por el simple placer de hacerlo.
En Navidad, en cambio, los regalos no llevan tanto significado. Se regalan cosas a todos los niños porque claro, no le vas a regalar algo al hermano mayor y dejar de hacerlo con el pequeño, aunque sea un bebé.
Sin embargo los bebés pueden vivir perfectamente sin recibir ningún regalo. No se enteran si reciben uno o diez y no se enteran si no reciben ninguno. En mi casa, de hecho, le vamos a comprar algún detalle a Aran más por nuestro sentimiento de culpa (lo dicho, ¿cómo no le vas a comprar algo si le compras al otro?) que porque él necesite nada.
Todo lo comentado se resume en una frase: Los niños pueden disfrutar de la Navidad si no alteramos demasiado sus vidas y si respetamos sus necesidades básicas y pensamos un poquito en ellos.
Fotos | Flickr (Tammra McCauley), Flickr (versageek) En Bebés y más | La primera Navidad del bebé, Cómo evitar avalancha de regalos en Navidad