¿Tu hijo en edad infantil se niega a hacer lo que le has pedido, no quiere recoger o ponerse esos pantalones? ¿Te mira fijamente y se da media vuelta? En muchas ocasiones a los padres nos invade la sensación de que ese pequeñajo al que adoramos nos está desafiando descaradamente. Y a veces más que una sensación es una certeza. Te contamos por qué nos desafían y qué podemos hacer para manejarlo de la mejor manera posible.
¿Por qué muestran esas conductas que parecen desafiantes?
No hay intención por su parte
Lo que tenemos que tener clarísimo los adultos es que a pesar de que utilicemos la palabra “desafío” no se trata de algo intencional o con carga de “maldad”.
No, los niños no nos desafían para hacernos la vida más complicada, ni lo hacen para vernos sufrir porque eso les proporcione placer. Los niños muestran estas conductas como parte de su desarrollo. Te lo explico en el siguiente apartado.
El desafío forma parte del desarrollo normal y esperable de los niños
Es frecuente que asociemos este tipo de conductas desafiantes con problemas de conducta en nuestros peques, pero la realidad es que no les pasa nada malo: desafiar forma parte de su desarrollo normal y deseado.
Los niños de entre 1 y 3 años están inmersos en un proceso de desarrollo alucinante: su cerebro, personalidad y la idea que tienen del mundo está en pleno proceso de formación, es mucho con lo que tienen que “lidiar”, son muchos los cambios, y como efecto de toda esta vorágine se produce ese desafío a los padres.
Los niños a estas edades están inmersos en:
- Explorar el mundo: su desarrollo tanto físico como cognitivo pasa porque los peques exploren, es una de las formas de aprender, una muy importante además. Y para aprender del mundo que les rodea necesitan tocar, oler y por supuesto probar... probar el sabor de las cosas y probar qué pasa si tiro el champú dentro de los zapatos de mamá. Porque todo es nuevo, porque todo está por descubrir, porque es lo que tienen que hacer para desarrollarse correctamente.
- Aprender más sobre las interacciones sociales: cómo son, qué se espera que haga... Su mundo social justo está empezando a desarrollarse, y tienen mucho mucho que aprender. Hasta ahora las interacciones sociales eran más limitadas, las de la etapa de bebé, pero ahora todo eso se amplía, aparecen los iguales (a los que ya reconoce y con los que quiere interactuar), el juego ya no es en paralelo sino conjunto... Todo es nuevo y no saben qué y cómo proceder, están aprendiendo.
- Desarrollo de su identidad: en esta edad se forja su identidad, el sentido de “yo”. Hasta hace bien poco, de bebé, no distinguía bien los límites entre mamá y él, pero ahora empieza a comprender que es un individuo a parte.
- Su cerebro va a mil por hora, estableciendo relaciones y conexiones... es más impulsivo que el de un adulto.
- Aprendiendo sobre sus emociones (aún no saben gestionarlas).
Todo esto combinado, esa necesidad de exploración junto con no tener claro esto de las interacciones con otras personas (ni las normas sociales) y mezclado con que están en pleno proceso de “Eh, que yo estoy aquí” (identidad) hace que un “No toques eso” sea recibido como una total y absoluta invitación a tocar precisamente eso que nos han prohibido.
Qué hacer con los desafíos
- Ten en mente todo el rato que no se trata de algo que hagan, como decía, para molestarte. Enfría tus pensamientos y no te enfades. Cuanto más calmado estés tú más calmado estará el peque.
- No respondas con lo primero que se te viene a la cabeza, porque probablemente sea algo cargado de enfado y frustración. Date un tiempo para repensar lo que vas a decir.
- Intenta hacerle ver que entiendes cómo se siente verbalizando lo que te dice o preguntándole: ”Entonces, cariño, es que no sabes qué hacer?”
- Si se pone agresivo muéstrate calmado, dale un tiempo para que baje ese enfado sin insistir en lo que le estabas pidiendo. También puedes ponerte a su altura y abrazarle sujetándole los brazos, de esta forma impides que haga aspavientos y se haga daño y además con el tacto conseguirás calmarle y tranquilizarle.
- Anticípate: si a menudo tienes que ir detrás del peque diciéndole eso de “no lo toques o lo no cojas” van a pasar dos cosas: que lo siga tocando, por todo lo que he explicado antes (ya sabes, no es que no quiera hacerte caso) y que tú te frustres. Así que una manera de evitar tentaciones es retirarlas de la vista. Al menos las que de verdad no quieras que toque. Adaptar nuestra casa a los niños les va a permitir precisamente esa exploración tan necesaria, y además sin la censura de papá y mamá.
Qué dices y cómo lo dices
Cuando tengas la sensación de que tu hijo no te hace caso y que “pasa olímpicamente” de lo que le estás pidiendo, te pido que te pares un momento y pienses en qué le has pedido y cómo lo has hecho.
¿Por qué? Porque a veces, muchas veces, somos nosotros los que exigimos y nos frustramos, porque les pedimos cosas que no son capaces de abarcar por su edad. Me explico:
Estate un rato en silencio. Prepárate que nos vamos al cole... Esto, que decimos muy a menudo órdenes muy complejas para los peques, a pesar de que para nosotros parezcan la mar de sencillas. ¿Qué es un rato? ¿Qué es silencio? ¿Qué hace falta para estar listo para el cole? Los niños necesitan que seamos concretos, que les especifiquemos qué queremos y qué les estamos pidiendo, sin ambigüedad y con conceptos tangibles y claros.
¿Cómo podemos hacérselo más accesible?
- Divide la tarea en partes, en pequeños pasos más sencillos. Así es más difícil que se frustre, que se aburra y abandone. Así irá alcanzado metas y eso le reforzará a llegar a la meta final.
- Dale instrucciones lo más concretas posibles (qué quieres que haga, con pelos y señales, adaptándote a la edad y capacidades del niño).
- Ajusta tus expectativas: tu niño es eso, un niño, y como veíamos más arriba está en plena efervescencia, está aprendiendo de todo, y pedir que esté quieto, que haga setenta cosas y que encima las haga rápido quizá es pedir mucho.