Unos más modernos llegan, otros se van... pero el caso es que un termómetro para tomar la temperatura de nuestros hijos es imprescindible en casa. La medición de la temperatura corporal constituye un hecho básico a la hora de evaluar el estado de salud de los pequeños, y hoy nos preguntamos: ¿qué termómetro es mejor para tomar la temperatura a los niños?
Hay de diversos tipos: digitales, de oído por infrarrojos, de tira plástica, de chupete y de mercurio. Estos últimos, los más clásicos, ya están prohibidos a pesar de su fiabilidad y no se comercializan en muchos países, como os contábamos hace un tiempo. Debido a la toxicidad del metal con el que están fabricados y si riesgo para los humanos, el ecosistema y la fauna, junto a su fragilidad y el peligro de rotura que supone, no se recomienda el uso de los termómetros de mercurio.
El mejor, el termómetro digital
De entre el resto de aparatos para medir la temperatura, es preferible utilizar termómetros digitales, por su rapidez de lectura, fiabilidad y por no contener materiales contaminantes. Estos termómetros contienen un termistor, que es un dispositivo, un sensor que varía su resistencia eléctrica en función de la temperatura. Funcionan con pilas y puede medir la temperatura oral, axilar o rectal en menos de 30 segundos. Avisa cuando alcanza la máxima temperatura del niño.
En los lactantes pequeños se suele tomar la temperatura rectal, sin olvidar que en este caso es 0,5 grados centígrados más alta que la axilar. En este caso hay que introducir el termómetro cuidadosamente para no ocasionar daño y lavarlo con agua y jabón tras su uso, siguiendo las instrucciones de utilización.
Más tarde es preferible tomarla en la axila, pues la temperatura rectal les incomoda y los niños pueden moverse mucho, con la dificultad que esto conlleva para realizar la medición correctamente, y el riesgo de rotura del termómetro. Hay que intentar que el termómetro no entre en contacto con la ropa del niño y que este esté lo más tranquilo y quieto posible.
En general, no se aconseja la medición en la boca porque, aunque es fiable, es menos higiénica y recordemos también que la temperatura en boca puede variar debido a la ingesta reciente de líquidos o alimentos fríos o calientes.
Respecto al tiempo de medición, generalmente estos termómetros señalan con un pitido cuando se alcanza la temperatura máxima del niño o niña. Si no lo señalan automáticamente, para los termómetros se recomienda en el recto y boca durante dos minutos y en la axila cuatro minutos (es el tiempo recomendado con métodos clásicos como el de mercurio).
Termómetros menos fiables
Por su parte, los termómetros de oído (algunos también se pueden usar en la frente), aunque son más cómodos de usar, ya os hemos comentado que pueden dar lecturas falsas. En algunos casos, pueden no detectar la fiebre o detectar fiebre cuando no la hay, como puede ser el caso de una infección de oído. En los estudios realizados existe una falta de acuerdo a la hora de evaluar los resultados obtenidos mediante los termómetros auriculares por infrarrojos.
De todas formas, si es el termómetro auricular es el único del que disponemos en casa en estos momentos, hay que aplicarlo cuidadosamente en el oído del niño para no ocasionarle daño y no realizar mucha presión para evitar lesiones (tampoco hay que dejarlo suelto).
La fiabilidad de los otros métodos (termómetros de tira plástica, que son tiras o parches de plástico que miden la temperatura por cambios de color; y el termómetro de chupete) no está bien establecida, por lo que no se puede recomendar su uso para averiguar si el niño tiene fiebre o no.
Recordemos que tanto los termómetros digitales como los de oído suelen funcionar con pilas y que hay que tomar precauciones para que estas no caigan en manos de la niña o del niño, ya que son muy peligrosas. Por supuesto, cuando se agoten hay que depositarlas en el lugar habilitado para tal fin.
Consideraciones sobre la fiebre infantil
La fiebre es un mecanismo de defensa de nuestro cuerpo y, como tal, no es mala en sí misma. Es un mecanismo de defensa bajo control de nuestro "termostato" que hace que nuestro cuerpo aumente la temperatura para combatir las infecciones. Entonces, intentar que desaparezca al más mínimo signo es contraproducente, como hemos señalado en muchas ocasiones.
Hemos de señalar que, como apunta la Asociación Española de Pediatría, la fiebre se define como una temperatura superior a 38 grados centígrados en la axila u oído o mayor de 38,5 en el recto. Según lo elevada que sea la temperatura, se puede hablar de febrícula, fiebre moderada, fiebre alta y fiebre muy alta.
La fiebre no siempre ha de tratarse con antitérmicos y antes de dárselos se puede intentar bajar la temperatura del bebé o niño de distintas maneras para aliviarlo (despejar las ropas, asegurar una hidratación correcta, mantener un entorno térmico neutro...).
En ciertos casos sí hay que acudir a Urgencias por la fiebre, como en el caso de bebés menores de tres meses, si la temperatura llega a los 40 grados, si lleva varios días con fiebre, si presenta ciertos síntomas de alarma (convulsiones febriles, rigidez en la nuca, vómitos...).
Mientras tanto, el primer paso es tener controlada la temperatura y para tomarla en los niños el mejor termómetro es el digital, porque suele ser muy fiable, porque ofrece los resultados de manera rápida y por no contener materiales contaminantes, que han desterrado al termómetro de mercurio para estos menesteres. Vosotros, ¿qué termómetro usáis en casa con vuestros niños?
Fotos | iStock y Philips Communications en Flickr-CC
Más información | AEPAP, Junta de Andalucía
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