Un cinco por ciento de los niños tartamudean: cuándo debemos preocuparnos y cómo actuar ante la tartamudez infantil

A medida que los niños en edad preescolar van ganando soltura y fluidez en su forma de hablar, pueden aparecer ciertos trastornos que siembren dudas en los padres: ¿será normal que repita tanto las sílabas de las palabras? ¿Debo ayudarle si se atasca pronunciando? ¿Cómo saber cuándo los problemas de fluidez son parte normal del desarrollo del lenguaje?

Según datos de la Fundación Española de la Tartamudez, un cinco por ciento de los niños en edad pediátrica tartamudean, aunque hay que saber diferenciar entre la "tartamudez evolutiva" (que desaparece de forma espontánea) y la que no lo es. En el Día Mundial de la Tartamudez, queremos dar visibilidad a este trastorno del habla que se presenta en la infancia y a la importancia de una detección precoz.

¿Qué es la tartamudez y cuáles son sus causas?

La tartamudez es un trastorno del habla que afecta a su ritmo y a su fluidez, y que se caracteriza por repeticiones frecuentes o prolongaciones de sílabas o palabras. Esta alteración del lenguaje es más común en la edad pediátrica, y es fundamental un diagnóstico precoz para saber diferenciarlo de cualquier otro problema típico de fluidez verbal.

A partir de los 18 meses puede darse la llamada "tartamudez evolutiva", que consiste en las repeticiones o prolongaciones de los sonidos, sílabas o palabras. Este trastorno es muy frecuentes entre los niños y tiende a desaparecer por sí solo al cabo del tiempo, pero si persiste más allá de los 12 meses podríamos empezar a hablar de tartamudez.

No se sabe a ciencia cierta cuáles son las causas de la tartamudez, aunque las recientes investigaciones sugieren que se produce como consecuencia de una interrelación entre factores biológicos, psicológicos, lingüísticos y sociales.

Existen algunos factores de riesgo asociados a la tartamudez:

  • Por un lado, la predisposición genética. El riesgo de tartamudez en el niño aumenta si tiene algún familiar con este trastorno del lenguaje.

  • En la edad adulta se observan más varones con problemas de tartamudez que mujeres, y es que las niñas tienen más probabilidades de remisión que los niños.

  • Cuando la tartamudez comienza antes de los tres años y medio, se ha observado una mayor probabilidad de superar este cuadro.

La Fundación Española de la Tartamudez aconseja que ante cualquier duda relacionada con el habla de nuestro hijo, acudamos lo antes posible a un especialista. El diagnóstico precoz es clave para identificar el trastorno y ayudar a minimizar los síntomas, o incluso a su completa remisión.

Mi hijo "se atasca" al hablar, ¿cuándo debo preocuparme?

Desde que el niño comienza a pronunciar sus primeras palabras hasta que adquiere fluidez verbal, transcurren varios años en los que va aprendiendo complejas reglas del lenguaje y ampliando su vocabulario. A lo largo de este proceso, especialmente entre los tres y los cinco años, es normal que surjan algunas interrupciones o trabas a la hora de hablar, sin que esto suponga ningún motivo de preocupación.

De hecho, entre el 65 y el 85% de las veces, estos trastornos del habla desaparecen de forma espontánea.

Las principales diferencias entre un trastorno típico de fluidez del lenguaje y un problema de tartamudez son:

  • Los trastornos típicos de fluidez pueden durar desde varias semanas hasta varios meses, aunque lo recomendable es que si tras seis meses los problemas persisten, el niño sea valorado por un especialista.

  • Los trastornos típicos de fluidez tienden a remitir de manera espontánea hasta que desaparecen. Sin embargo, la tartamudez puede ser intermitente, es decir pasar momentos en los que el niño parece que habla bien y otros que no.

  • Cuando hay problemas de fluidez verbal, el niño tiende a repetir frases, palabras o sílabas. Cuando hay tartamudez, el niño tiende a sostener el primer sonido de una palabra ("Vaaaaaaaamos al cole"), abre la boca durante unos segundos sin que salga sonido alguno (es decir, se bloquea antes de empezar a hablar), repite sílabas o sonidos y, sobre todo, muestra tensión a la hora de hablar.

  • Así pues, la tartamudez puede ir acompañada de una serie de gestos que implican un esfuerzo a la hora de hablar, como parpadeo, tensión en los músculos de la boca y cuello, evitación del contacto visual...

Cuando estos comportamientos secundarios aparecen, suelen ir acompañados también de una cierta ansiedad y frustración, ya que el niño es consciente de la dificultad que tiene a la hora de hablar y esto le genera sufrimiento. Por eso es fundamental el diagnóstico precoz y la atención temprana, con el fin de evitar llegar a esta situación.

Qué hacer y qué no hacer en caso de tartamudez

"No hacer nada" o "esperar" son los principales errores que se cometen cuando el niño tartamudea, ya que cuanto antes comience a recibir ayuda más probabilidades habrá de resolverlo o reducir los síntomas, minimizando así el impacto en su calidad de vida.

Si nuestro hijo tartamudea estas son las recomendaciones de los expertos sobre qué hacer y qué no hacer para ayudarle:

  • Lo primero y más importante que debemos hacer es respetar a nuestro hijo en toda su esencia. Aceptarle tal y como es, sin etiquetas ni juicios, amarle y demostrárselo le hará sentirse seguro y confiado.

  • No reírse jamás de él, ni hacerle burla, ni evitar el contacto visual. Recordemos que nuestros gestos y nuestra forma de interactuar con el niño que tartamudea puede suponer, desde una gran ayuda para él, hasta todo lo contrario.

  • Debemos ser pacientes, no interrumpirle, no acabar las frases o palabras por él y evitar comentarios como "habla más despacio", "no te pongas nervioso", "piensa antes de hablar", "respira"...

Aunque estas frases sean dichas con la mejor de las intenciones, no sólo no ayudarán al niño que tartamudea sino que harán que la situación se vuelva más tensa, ya que el niño lo percibirá como un rechazo a su forma de hablar, y esto le provocará una mayor ansiedad.

  • Tampoco debemos felicitar al niño que tartamudea cuando sale del bloqueo o dice alguna frase sin interrupción, ya que esto provocará que se sienta evaluado cada vez que habla y, por tanto, aumentará su nivel de ansiedad.

  • Demos ejemplo de buenos hábitos de habla sin llegar a decir al niño cómo tiene que hacerlo él. En este sentido, es importante utilizar un ritmo pausado pero natural, vocalizar bien, no hablar de manera compleja o enrevesada, hacer pausas entre frases...

  • Si nuestro hijo tartamudea debemos informar al entorno de este hecho; desde familiares, hasta amigos, conocidos y por supuesto profesores (que deberán estar especialmente atentos a cualquier indicio de acoso escolar) deben saber cómo tratar al niño y cuáles son las pautas a seguir.

  • Si el niño es consciente de su tartamudez, debemos hablar con él de manera natural y animarle a que exprese sus sentimientos cuando se sienta frustrado o triste. No decirle nunca que "no pasa nada" o que "no tiene por qué sentirse así", sino comprenderle y compartir con él su emoción.

  • La tartamudez no debe convertirse en el centro de nuestras conversaciones ni de nuestro día a día. Es normal que los padres se sientan preocupados o confusos ante la situación, pero hay que procurar no obsesionarse ni angustiarse con el tema, ya que inconscientemente estaremos transmitiendo esas sensaciones negativas a nuestro hijo.

  • Ante un día especialmente malo para nuestro hijo, podemos ayudarle con recursos basados en el juego, como hablar en susurros o cantar. Esto le ayudará a relajarse y a eliminar tensiones.

  • Dedicar un ratito al día en exclusiva a hablar con nuestro hijo, a escucharle sin interrupciones, y a mostrarle interés por lo que nos cuenta, y no por la manera en que lo hace. También la lectura de cuentos es una gran ayuda a la hora de lograr una mayor fluidez verbal.

¿Cuál es el tratamiento a seguir en caso de tartamudez?

El tipo de tratamiento y duración del mismo dependerá de la edad del niño, del tiempo que lleve tartamudeando y del tipo de tartamudez que presente. Pero, en líneas generales, el terapeuta trabajará tanto con el niño como con sus padres.

El trabajo a realizar con el niño consistirá en juegos y actividades lingüísticas que le ayuden en su expresión, sin forzar ni exigir, así como técnicas de control del habla. Con los padres se llevará a cabo una terapia paralela, enseñándoles a tratar al niño y a manejar la situación para que no surjan problemas de autoestima.

Además, si el niño ha desarrollado conductas asociadas (problemas psicológicos, baja autoestima, dificultades en las relaciones sociales...) también deberán abordarse específicamente en la terapia.

Fotos | iStock

Más información | Fundación Española de la Tartamudez

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