Criar sin azotes: recursos naturales para prevenir

Criar sin azotes: recursos naturales para prevenir
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Siguiendo con los recursos que necesitan los padres para aprender a criar sin azotes y enfrentarnos al caso típico del supermercado con posibililidades de salir airosos, llegamos a algo muy importante y a lo que lamentablemente los padres no solemos prestar atención hasta que es demasiado tarde: la prevención. En este tema de hoy hablaremos de recursos naturales que tenemos a nuestra disposición y que precisamente favorecen la confianza mutua y nos pueden ayudar a solventar algún conflicto facilmente.

La terapeuta Alice Miller recomienda unos cambios básicos para las personas que han sufrido violencia en la infancia, para que puedan controlar los impulsos reflejos y criar a sus niños de otra manera. Sin que hablemos de extremos o abusos, sino simplemente de gritos, azotes, insultos, desprecios o castigos, estos recursos naturales son igualmente aplicables y pueden ser de enorme ayuda en la prevención.

Igual que mencioné en el tema anterior podemos criar sin azotes a pesar de no cumplir estas pautas, pero son indiscutiblemente recursos naturales muy útiles, pues inciden en aspectos de la vida diaria que ayudan a que la relación de niños y padres sea más relajada. Vamos a ello.

Lactancia materna prolongada

La primera que mencionaré, reiterando que no es indispensable pero si muy útil, es la lactancia materna prolongada. Los bebés y los niños humanos están naturalmente programados para mamar no solamente para recibir nutrientes, sino también para sentir cercanía a su madre, seguridad, calma, cobijo y consuelo.

La teta es una especie de cordón umbilical al que pueden agarrarse cuando necesitarían volver al seno materno y sentirse amados y protegidos del mundo cambiante. Un niño nervioso o triste se calma con el pecho. Está disponible en ese momento y os aseguro que les calma mucho.

Pero además la lactancia materna hace que en el torrente sanguíneo de la madre y del hijo corran hormonas relacionadas con la paz de espíritu y el amor: la oxitocina y las endorfinas. Madre e hijo pueden encontrar en la lactancia un refugio al que acudir en el momento de tensión, les relaja naturalmente y les hace estar muy cerca, mirándose a los ojos con amor.

Y hablo de lactancia prolongada específicamente, pues los conflictos emocionales con nuestros hijos no acaban al año de vida. Poder ofrecer el pecho a un niño de dos o tres o cuatro años con el que hemos tenido un disgusto o que está descompensado es un recurso muy cómodo, sencillo, siempre a punto y enormemente efectivo para hacernos volver a ambos a la calma.

Al fin y al cabo la Naturaleza, que es muy sabia, nos ha dado la capacidad de dar el pecho varios años y los niños están naturalmente programados para hacerlo, siempre, por supuesto, que la madre esté dispuesta a ello y reciba apoyo e información adecuados para lograrlo.

Las madres que no den el pecho y los papás, aunque no tengan la teta, si pueden usar algunos trucos para procurar reproducir esa sensación en el niño y en ellos mismos. Lo veremos más adelante.

Colecho y atención en los despertares

Otro de los recursos que ayudan a criar con más cercanía y empatía es el colecho. Los niños están naturalmente programados para dormir acompañados, es algo innato en nuestra especie y que tenemos en común con los mamíferos más cercanos. Los niños humanos han dormido acompañados desde hace millones de años, tantos como tiene el "Homo" en la Tierra y en época histórica igualmente lo normal ha sido que duerman con sus padres. Siguen haciéndolo en muchas culturas, como la japonesa. Y no hay prueba alguna de que les perjudique, sino todo lo contrario.

En el sueño tenemos momentos de microdespertar en los que, inconscientemente, verificamos que todo está en orden. El niño se siente naturalmente protegido con la cercanía de sus padres, siente su compañía incluso en la noche y se siente más confiado.

La mirada dulce de un niño cuando despierta y abre los ojos mirándonos lleno de amor es algo indescriptible, que nos hace sentirnos serenos y dispuestos a darle toda la ternura del mundo. Nos hace fuertes y es un recuerdo de enorme intensidad al que acudir cuando sentimos que podemos perder el control.

Los bebés que se despiertan por la noche pueden asustarse aunque si los hemos "acostumbrado" a no acudir a su lado quizá ya ni nos llamen. Por supesto, aunque decidamos no colechar, nunca deberemos dejar a un niño llorando solo en su cuna. Siempre hay que acudir a su lado, tomarlo en brazos, acompañarlo. No colechar no significa no acompañar al niño en su sueño y eso, sobre todo eso, es indispensable para que su cerebro no se vea inundado por hormonas del estrés que pueden repercutir en su estado emocional y en su confianza hacia nosotros.

Colechar es un recurso útil, pero si no colechamos lo que si debemos hacer siempre es atender al bebé o al niño que nos llama por la noche. Si no dejamos que nuestro hijo llore, tenga miedo o se sienta solo de día, de noche debemos hacerlo menos. Para que él se siente bien atendido, confie en nosotros y en si mismo y sepa que nuestro amor no depende de si luce o no el Sol.

Continuará

Hemos visto dos recursos que pueden ayudarnos para conseguir criar sin azotes. Como todos los recursos no son indispensables, pero si son útiles precisamente por responder a las necesidades naturales y amorosas de nuestros hijitos. Pretendo hacer un repaso de trucos, recursos, estrategias y costumbres que nos pueden ser útiles, con la idea de que todos nuestros lectores puedan encontrar los que le puede ir bien usar en su familia.

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