La cultura de las princesas Disney no se asocia a los estereotipos de género en la infancia, según un estudio reciente

La cultura de las princesas Disney no se asocia a los estereotipos de género en la infancia, según un estudio reciente
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Desde hace unos años se ha criticado la imagen estereotipada que ofrecían las princesas Disney clásicas, porque se pensaba que su imagen estilizada podía provocar un impacto negativo en la imagen corporal de las niñas, y que las damiselas como la Bella Durmiente y Blancanieves, que apenas hacen nada más que esperar a que las salven los príncipes, podrían reforzar ideas anticuadas sobre la indefensión de las mujeres para las niñas y la masculinidad tóxica para los niños.

Pero ahora, una de las autoras que más influyeron en esta imagen, Sarah Coyne, profesora e investigadora de la Universidad Brigham Young, ha decidido repetir su investigación con los mismos niños cinco años después, y ha comprobado que los niños que participan en la cultura de las princesas son más propensos a tener opiniones progresistas sobre las mujeres y a no dejarse influir por los estereotipos de género.

Impacto positivo en el desarrollo infantil a lo largo de los años

Sarah Coyne, profesora de la Universidad Brigham Young University (Utah, Estados Unidos), ha llegado a conclusiones sorprendentes en el que es el estudio más largo realizado hasta la fecha sobre el impacto de las princesas en la infancia, porque "como psicóloga del desarrollo, me interesa observar las cosas a lo largo del tiempo".

"Lo fascinante es que la cultura de las princesas tiene cosas realmente profundas y hermosas sobre la feminidad y las relaciones. Si logramos captar eso, puede ser realmente curativo para la humanidad".

Son palabras suyas tras decidir continuar el estudio, publicado en 2016 en Child Development, ante la obsesión de su hija por las princesas. Entonces entrevistó a 307 niños de cuatro y cinco años (aproximadamente la mitad se identificaban como niños y la otra mitad como niñas). Preguntó a los pequeños y a sus padres con qué frecuencia veían películas y programas de televisión de princesas de Disney y jugaban con juguetes de princesas.

Después les pidió que clasificaran sus juguetes favoritos de una caja de juegos que suelen considerarse "femeninos" (juegos de té y muñecas), "masculinos" (figuras de acción y juegos de herramientas) y "neutros" (rompecabezas y juegos de pintura).

Descubrió que un alto grado de compromiso con la cultura de las princesas se asociaba a un comportamiento más femenino un año después, tanto para los niños como para las niñas, un resultado tranquilizador para los padres de niños a los que les encantan las princesas y crecen más en contacto con sus emociones, pero aterrador para los padres que intentan encontrar formas de enseñar a sus hijas fuerza e independencia. Los resultados dieron lugar a múltiples titulares sobre cómo el juego de género reforzaba los estereotipos negativos de las niñas.

El estudio de seguimiento realizado por la investigadora, publicado en la revista Child Development, en el que entrevistó a cerca de la mitad de los niños de ese mismo grupo (tantos como estaban dispuestos a participar cinco años después), que ahora tienen 10 y 11 años, ha confirmado que las primeras conclusiones eran precipitadas.

"Nuestro estudio anterior descubrió que, a corto plazo, la cultura de la princesa tenía un efecto negativo. Pero esto cambia con el tiempo. Ahora estamos viendo los efectos positivos a largo plazo de la cultura de las princesas en la forma de pensar sobre el género".

Las nuevas princesas, fuertes e independientes

Elsa

La investigadora de la Universidad de BYU, señala que "la cultura de las princesas ofrece a las mujeres argumentos clave en los que son las protagonistas", al referirse a protagonistas más recientes de Disney como Moana y Elsa, que representan una nueva ola de princesas.

"Persiguen sus sueños, ayudan a los que les rodean y se convierten en personas a los que no se les encasilla en un papel por su género".

Para llegar a estas conclusiones pidió a los preadolescentes que indicaran en qué medida se relacionaban con afirmaciones estereotipadas de género como "Decir palabrotas es peor para una niña que para un niño" o "Me gustan los bebés y los niños pequeños".

Se sorprendió al descubrir que las niñas que estaban obsesionadas con la cultura de las princesas a los cinco años eran en realidad más propensas a los diez años a tener opiniones progresistas sobre los roles de género, a defender tanto el empoderamiento femenino como que los hombres expresen sus emociones.

"Los chicos que están expuestos a la cultura de las princesas a una edad temprana tienden a expresar mejor las emociones en sus relaciones. En lugar de acallar sus sentimientos o sentir que deben luchar contra alguien que los desafía, pueden expresar sus emociones de forma no violenta".

La cultura de las princesas también se asoció con el desarrollo de una imagen corporal positiva a lo largo del tiempo. Coyne señaló que esto era algo sorprendente, dadas las frecuentes críticas que ha recibido Disney por la forma del cuerpo de las princesas. De hecho, la cultura de las princesas parece tener un efecto positivo en la imagen corporal de los niños de familias con menos ingresos, lo que desbarata las expectativas de Coyne de que la cultura de las princesas llevaría a la obsesión por el peso y la imagen.

La experta en comportamiento insiste en la importancia de que los padres ayuden a sus hijos a comprender las lecciones más profundas que ofrecen las princesas centrándose en su verdadero carácter y "no solo en su apariencia".

"Las princesas como Moana están llenas de profundidad, pasión y bondad. La historia no trata de su aspecto, sino de seguir tus sueños y encontrar quién eres. Los padres pueden tomar estas cualidades interpersonales y ayudar a sus hijos a crecer."

Igualdad de oportunidades sin importar el género

Pero hay más resultados positivos en la cultura de las princesas con el paso del tiempo. Las niñas más fans en sus primeros años de vida son las que tienen ahora más claro que las oportunidades educativas, las relaciones y las carreras son igual de importantes para mujeres y hombres.

"Les dice tanto a los niños como a las niñas que pueden hacer todo tipo de cosas diferentes".

Hay que tener en cuenta que el primer estudio se realizó antes del estreno de Frozen, un éxito masivo en el que el "verdadero amor" de una princesa no es su pretendiente sino su hermana, que lanzó la franquicia de animación más exitosa de la historia y cambió la trayectoria del género. Las películas de princesas que siguieron, como Moana y Raya, pretendían explícitamente empoderar a las niñas con historias llenas de aventuras y desprovistas de romance. Más sutilmente, también han tratado de modelar un comportamiento empático e igualitario en los hombres que interpretan papeles secundarios en esas películas.

Vía | BYU University Communications Time

Foto portada | Victoria Borodinova en Pixabay

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