El “culeteo” es ese movimiento que hacen algunos niños antes de empezar a caminar en el que se colocan sentados y a partir de esta postura se deslizan por el suelo impulsándose con la cadera y con los talones para avanzar.
Esta forma de iniciar los desplazamientos entre los ocho y los catorce meses se está haciendo cada vez más habitual en nuestra cultura, pero eso no quiere decir que el culeteo sea natural, veamos algunos aspectos a tener en cuenta si nuestros hijos la utilizan para alcanzar lo que les interesa.
En primer lugar, aclarar que el que no sea una fórmula de desplazamiento natural no significa que sea patológica. El que nuestro hijo se mueva arrastrando el culete no le va a perjudicar directamente en su desarrollo.
Sin embargo, este tipo de movimiento suele surgir cuando hay una limitación en las oportunidades de libertad motriz. Suelen tratarse de niños que pasan mucho tiempo sentados en la silla de paseo, en la trona o en el parque, así que la primera reflexión que debemos hacernos es cuánto tiempo disponible tiene el niño en el suelo o en espacios amplios.
También puede ser un signo de falta de posicionamiento en decúbito prono (boca abajo). Hemos comentado en alguna ocasión que la postura boca abajo, puesta en entredicho en las recomendaciones para evitar la “muerte súbita”, no tiene ningún riesgo durante los periodos de vigilia (cuando el bebé está despierto) y menos aún si estamos jugando con el. Los beneficios de facilitación del gateo y de fortalecimiento de la musculatura posterior de la espalda de esta postura son indudables.
En conclusión, debemos interpretar esta forma de desplazamiento del “culeteo” como un posible signo de falta de riqueza de movimientos y reflexionar sobre si podemos modificar algún hábito para aumentar la oferta de posibilidades a estos bebés.
Foto | Flickr (Eugeniayjulian)
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