Aunque parezca una pregunta sencilla, no lo es tanto. Los niños de nuestro entorno o nuestros hijos, han aprendido antes a mantenerse sentados que a sentarse.
Una fórmula extendida es la utilización de la esquina que forma el respaldo del sofá con el reposabrazos para, con la ayuda de unos cojines, facilitar que el bebé ejercite la sedestación (estar sentado). La cuestión es si es imprescindible enseñar al niño a sentarse o puede aprenderlo por sí mismo.
Hay profesionales que defienden que esta adquisición de la sedestación es más pobre que la que se consigue ofreciendo al niño oportunidades para que se pueda incorporar de forma natural y espontánea, aunque esto sea más tarde en el tiempo (a los 10 meses, en vez de a los 6).
El bebé buscará la sedestación en su insistencia por experimentar posturas nuevas y cada vez más complejas. Es cierto que conseguirá mantenerse sentado antes si lo “entrenamos”, pero el desarrollo no es una carrera, sino una oportunidad de adaptación al entorno.
Si en vez de acelerar este proceso, conseguimos lograr que el contexto donde se desarrolle el bebé sea rico, atractivo y motivante, la adquisición de la sedestación será un paso más hacia la bipedestación y la marcha y, sobre todo, una fuente de autoestima y satisfacción porque él será el principal actor de ese logro.
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