Los niños necesitan explorar sin limitaciones, siempre que sea en un entorno seguro. ¿Qué mejor campo de exploración y de juegos que su propia casa, donde se sienten a gusto y protegidos? Por eso, un buen consejo para los padres de niños pequeños es hacer de toda la casa su espacio de juego.
La actividad libre y espontánea es sumamente beneficiosa para su desarrollo. Esto no significa que la casa sea un desorden, pero tampoco un orden que limite la capacidad de disfrute del niño.
Es importante que los hogares donde hay niños estén adaptados a sus necesidades. El juego y la exploración es para ellos una necesidad y “liberar” los espacios aumenta sus alternativas de juego, su estimulación y por ende, su aprendizaje.
Por más que acondicionemos su habitación como el más atractivo cuarto de juegos, a los niños les gusta saltarse las “fronteras” para conquistar toda la casa con sus juguetes, sus libros y dibujos. Es normal, positivo y sano que así sea, pues demuestra que hace suya la casa, y “su” espacio no es sólo su habitación.
No quiere decir que les demos carta libre para pintar las paredes o saltar sobre el sillón (si es algo no permitido), sino que es una manera de enseñarles a compartir y respetar los espacios comunes.
Los juguetes deben estar a su alcance, un factor clave para enriquecer su juego. Podéis buscar un sistema de almacenaje que combine con el resto de la decoración pero que a la vez sea atractivo para ellos, puedan usarlos con autonomía y les motive a recoger después de jugar.
En definitiva, la casa es un espacio familiar en la que los niños pequeños deben ser protagonistas. Hacer de toda la casa su espacio de juego ampliará sus posibilidades de descubrir en libertad.
Foto | jessicafm en Flickr
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