Que el juego influye de forma muy positiva en el correcto desarrollo de los niños es algo que nada ni nadie se cuestiona, pero algo que puede pasarse por alto es la importancia del juego en el lenguaje de nuestros hijos.
Desde muy temprana edad, los pequeños emplean sus juegos para aumentar sus capacidades, no sólo cognitivas, sino lingüísticas, motrices y sociales. Es decir, el juego es una herramienta de desarrollo global del niño.
Características del juego
Tenemos que tener en cuenta que cuando nuestros hijos se encuentran jugando a algo, los fracasos o los errores no son tan graves como podrían serlo en cualquier otra circunstancia de la vida diaria (no es lo mismo no pronunciar bien algunas palabras mientras juega que no hacerlo en la escuela).
Del mismo modo, la finalidad del juego es cambiante según como se desarrolle el mismo; nuestro pequeño irá modificando el objetivo final de su juego para adaptarse a los medios con los que cuenta para jugar; ¿no tenemos monedas para jugar al mercado y comprar estas frutas?. No pasa nada: ¡jugamos a recoger las frutas de la huerta!
Esta facilidad para adaptarse nos hace ver cómo dan rienda suelta a su fantasía, y esto es muy importante ya que de lo contrario no es difícil comprobar cómo si no pueden cambiar el juego según sus necesidades e inquietudes, los niños se aburren rápidamente con esa actividad.
Finalmente, algo obvio es que el juego divierte, incluso cuando existen dificultades que hacen que sea un poco más complicado alcanzar la meta. Pero también es verdad que, sin estas trabas, el niño no encontraría atractivo lo que está haciendo, y dejaría de hacerlo enseguida.
Cómo "usar" el juego
Se ha dicho muchas veces que durante los primeros años de vida el juego debe ser libre y espontáneo surgido a partir de su propia iniciativa, no dirigido por el adulto.
No obstante, ocurre muchas veces que, a pesar de que el juego sea espontáneo, los padres jugamos con nuestros hijos para lograr alguna meta que tenemos en mente (a pronunciar palabras, aumentar vocabulario...)
Pero cuidado, ya que esto no significa que el niño deba jugar solo; ya hemos marcado en más de una ocasión los múltiples beneficios que tiene el que los padres jueguen con sus hijos. Eso sí: sin agobiarles.
Asimismo, el que los pequeños jueguen con otros niños de edades similares tiene un papel importante en el desarrollo de nuestro hijo, ya que les prepara para poder hacerle frente a las distintas situaciones sociales que van a encontrarse a lo largo de su vida.
Juego y lenguaje
Lo más importante que se puede decir en relación al juego y al lenguaje es que la lengua materna se aprende con mayor rapidez en una situación de juego. Además, curiosamente, formas de hablar más complejas aparecen primero durante el juego que en situaciones cotidianas.
Sin lugar a duda, el juego contribuye a estimular la adquisición y el desarrollo del lenguaje. Por eso, empeñarnos en que nuestro hijo hable perfectamente puede hacer que este proceso que se da durante el juego no aparezca tan a menudo como debería...
Si hablamos de bebés, podemos comprobar como los adultos y niños mayores hablan con ellos de una forma bastante peculiar y muy lúdica (el denominado baby-talk), y nos damos cuenta entonces de que lo que hace que un niño desarrolle su lenguaje son las oportunidades que tenga de jugar con el lenguaje.
Fotos | PublicDomainPictures y Martine den Engelsen en Pixabay
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